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Año III - Nº 180
Uruguay, 05 de mayo del 2006
Inscripto en el Registro de Derechos de Autor en el libro 30 con el No 379
 

 

 

 
Cambalache
* Fernando Pintos
 

Como muchos bien saben en Guatemala, formé parte del cuerpo de redacción de la revista semanal Crónica desde el número cero hasta el 419, a lo cual debo agregar las 80 ediciones de Tele Crónica, suplemento que estuvo bajo mi dirección. Y si me piden que señale en Crónica alguna sección de mi particular agrado, acudo a la que comenzó bajo el título de "Frases para la Historia" y se perpetuó -una vez cumplido el décimo aniversario de la revista, hoy desaparecida- como "Casa de Citas". La filosofía del asunto radicaba en que todas las semanas Guatemala produce muchas declaraciones pintorescas, trascendentes, impertinentes o disparatadas& Y que, a golpe dado, no puede haber quite.
Tomo el número uno de Crónica (fechado en 19 de noviembre de 1987) y encuentro cuatro "Frases para la Historia" que no tienen desperdicio y que -sorprendentemente- parecen muy a tono para ser dichas ahora, si bien por diferentes personajes. Para citar la primera: "&Es una farsa la democracia que existe y sólo les hacemos el juego los que estamos en oposición" (esto fue algo de lo que declaró el diputado José García Bauer, cuando renunció al Congreso de la República).

En cuanto a degustar la segunda, veamos que nos trae: "&El recrudecimiento de la violencia es ficticio" (una, entre las tantas desafortunadas declaraciones de Juan José Rodil Peralta, quien por entonces era ministro de Gobernación -ésta es la cartera del Interior- en la corrupta administración democristiana presidida por el tristemente célebre Vinicio Cerezo, entre 1986 y 1991).

Ahora, acopiemos el humor negro imprescindible para justipreciar la tercera entre aquellas memorables frases: "&Es una cosa histórica que va a pasar a la historia" (así se expresaba el diputado democristiano José Fernando Lobo Dubón, quien aspiraba a la presidencia del Congreso y se estaba refiriendo a las siguientes elecciones del organismo legislativo).

Y leamos ahora con suma atención la cuarta: "&La unificación del feriado oficial es terrorismo fiscal" (esto lo decía Edgar Heinemann, por entonces presidente de la Cámara de Comercio de Guatemala, al referirse a la decisión del Gobierno de unificar las vacaciones de los burócratas, a partir del 15 de diciembre de 1987)&

En las tales frases era posible detectar todo un mosaico de situaciones, actitudes, sentimientos, reacciones. En algunos casos afloraba la rebeldía contra un estatus hipócrita y abusivo. En otros, se plasmaba la impotencia oficial traducida en cinismo, o esa verba incoherente con la que tantos Padres de la Patria han tenido acostumbrados a los guatemaltecos, por tanto tiempo.

He rebuscado en mi colección de Crónica y descubrí, alborozado, que frases como las antedichas -así de explícitas, sorprendentes y bombásticas- abundan lo suficiente como para pensar en dar forma con ellas a un libro& ¡Y no cualquier obrita, sino un verdadero bestseller! Porque en esa vidriera irreverente, de tan sorprendente similitud con el Cambalache tanguero de Enrique Santos Discépolo, proliferaron las más pasmosas citas remarcables del pequeño universo chapín, emitidas por personajes como el mesiánico general Efraín Ríos Montt (quien figuró con algunas citas sobre el estoicismo conyugal que le deben haber costado un dolor de cabeza con su iracunda cónyuge); Jorge Serrano Elías (auto elogios a su "irreprochable" gestión, que terminó con un frustrado golpe de Estado y su expulsión del país en junio de 1993); del abogado Acisclo Valladares Molina, quien llegaría a ser jefe del Ministerio Público y Procurador General de la Nación (algo rocambolescas, a pesar de la solemnidad y mesura casi invariables en el personaje); de Ramiro De León Carpio, quien después de ser Procurador de los Derechos Humanos llegaría a ser Presidente de la República tras el golpe fallido de Serrano; y de muchísimos otros, ninguno de los cuales debería quedar arrumbado en el desván del olvido.

Guatemala, por supuesto, forma parte de América Latina, ese pintoresco y multifraccionado -también multifracturado- subcontinente acerca del cual, el escritor norteamericano James A. Michener diría -cuando le preguntaron por qué no escribía una de sus grandes novelas históricas exclusivamente dedicada a esta región-, lo siguiente: "&No pienso hacerlo porque es un continente de segunda, habitado por gente de tercera". Una declaración por demás cáustica, que provocó el revuelo que es de imaginar en aquel entonces, cuando corría el año de 1988.

Y nuestro subcontinente de venas desgarradas, nuestra América Latina vaciada no sólo de sus riquezas y de su sangre, sino también de su alma por los imperios explotadores de turno, invariablemente piensa, sueña, habla, escribe y actúa en el exacto sentido que conviene a sus peores verdugos y depredadores. Creo haber escrito ya algo acerca de esto y no quisiera aburrir a mis lectores con la misma cantinela, pero& ¿Por qué ocultar la verdad? ¿Por qué eludir la sana costumbre de decir las cosas por su nombre? Somos un continente envilecido, ya lo sabemos. Y somos, además, una nación abortada, interrupta, a la cual yo todavía denomino -haciendo honor a esa vena romántica que no me abandona- "irredenta".

Escribo todo esto, además, porque a partir de las últimas dos décadas del pasado siglo XX y sin interrupción hasta la fecha, el Uruguay, tan orgulloso siempre de su cultura europea, su prosapia europea, su estilo de vida europeo& Ahora, se ve cada día más y más latinoamericanizado. Lo cual significa sumergirse en una noche profunda y desesperada& Caer a pique en un precipicio sin final aparente, del cual tan sólo podría rescatarnos la convicción de convertirnos en una nación, el coraje suficiente como para forjarla (que no debería ser poco) y, por sobre todas las cosas: esa unidad que siempre nos hemos negamos tan siquiera a intentar tímidamente. Mientras las cosas no tomen por tal rumbo, seguiremos siendo cambalache, orgía, burdel& Y entonces, al igual que antaño y que ahora, de alguna casi milagrosa manera, esas venas de por sí tan desgarradas habrán de seguir manando sangre& Sangre generosa y nutricia, para que los vampiros continúen su festín.

 
 
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