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Espacio Oxígeno y vida compleja en otros planetasEl Profesor David Catling en la Universidad de Bristol, junto a colegas en la Universidad de Washington y la NASA, afirman que la presencia significativa de oxígeno en el aire y los océanos es esencial para la evolución de organismos pluricelulares, y recalcan que en la Tierra el tiempo requerido para que los niveles de oxígeno alcanzasen un punto donde los animales pudieran evolucionar fue de casi cuatro mil millones de años.
Dado que cuatro mil millones de años son casi la mitad del tiempo de vida previsto para nuestro Sol, la vida en otros planetas en órbita alrededor de estrellas efímeras no tiene suficiente tiempo para evolucionar hacia formas complejas. Esto se debe a que los niveles de oxígeno no habrán tenido tiempo de desarrollarse lo necesario para sustentar la vida compleja, antes de que su sol muera. Este es un importante factor limitativo para la evolución en planetas por otra parte potencialmente habitables.
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La sonda Phoenix Lander. (Foto: NASA)
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El Profesor Catling forma parte también del equipo científico del "Phoenix Lander" de la NASA, que recientemente obtuvo luz verde para poner un vehículo provisto con un largo brazo, sobre Marte, en el 2007. El brazo robótico del vehículo excavará un metro dentro del suelo para examinar su química. Un objetivo clave es establecer si alguna vez Marte tuvo un ambiente capaz de propiciar la aparición de vida simple. El Profesor Catling es un investigador internacionalmente reconocido en ciencias planetarias y evolución atmosférica.
La superficie de la Tierra es asombrosamente diferente de la de sus vecinos en apariencia inanimados, Venus y Marte. Pero cuando se formó por primera vez la superficie de nuestro planeta, también debió estar desprovisto de vida. Cómo el mundo complejo que nos rodea se desarrolló a partir de unos comienzos inanimados es un gran desafío que involucra muchas disciplinas científicas tales como la geología, la ciencia atmosférica y la biología.
El Profesor Catling creció en Suffolk y recibió su doctorado en Oxford, pero ha estado trabajando en los Estados Unidos durante la pasada década: seis años como científico de la NASA, y los cuatro siguientes en la Universidad de Washington, en Seattle.
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