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Año V Nro. 302 - Uruguay,  05 de setiembre del 2008   
 

 
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Gustavo Küpfer
Reservas por deudas
por Gustavo Küpfer
 
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         El 28 de diciembre de 2005, las Reservas del BCRA totalizaban USD 28.071. Al día siguiente se liberaron los pagos al FMI y se canceló la deuda con el organismo.

         Nadie dudó que normalizar la relación con el Fondo era no sólo razonable, sino necesario. Pero se hizo de la peor forma.

         Por un lado, desde el Poder Ejecutivo se decidió vía decreto la cancelación total de la deuda con el Fondo, con reservas del BCRA. En su instrumentación, se morigeró el efecto de avasallamiento de la autonomía del Central a través de una autorización de utilizar dichas reservas desde el Congreso de la Nación. Pero quedó claro que el Central no tenía ningún grado de independencia.

         Para disimular esto, a través de un decreto de necesidad y urgencia (DNU), se crearon las “reservas de libre disponibilidad”, las que se conformarían con las que exceden el 100% de la base monetaria. Ratificado por el Congreso y un decreto simple facultando al Ministerio de Economía y ordenando al BCRA a realizar la cancelación de la deuda (1599/05).

         La respuesta del presidente del Central fue “esta medida no afecta contablemente al BCRA”. Y para soportar “contablemente” esta afirmación, el Ministerio de Economía emitió un bono a 10 años al 2% anual, de forma de compensar nominalmente el hurto realizado. 100% colocado en el Ministerio de Economía.

         Está claro que 2% anual, que era la tasa que el Central percibía como remuneración de las reservas dista de la tasa actual, por lo que ya podemos cuantificar el quebranto que ha significado tener “papel pintado” en lugar de “verdes” físicos. Sin contar con los riesgos de un default que dejaría a la entidad monetaria nacional con USD 9.810 millones menos. Default que hasta ahora no ocurrió. Hasta ahora.

         El presidente de entonces, al igual que hoy, era Martín Pérez Redrado. En aquel momento estaba recién asumido. Ahora, en pleno seminario organizado por el propio BCRA con autoridades monetarias mundiales como participantes, el propio Redrado queda en off-side. Y la credibilidad (mucha o poca) respecto de la independencia del Banco Central, también.

Ex post el FMI

         Durante el 2006 de ninguna manera se percibió que el clima financiero internacional se volviera mas favorable para con la Argentina.

         Habíamos cancelado una deuda barata y debíamos honrar vencimientos de intereses y amortizaciones de capital, para lo que debimos tomar deuda cara.

         El mercado de manera irrefutable interpretó que nuestra intención no había sido honrar una deuda, sino evitar las auditorias del FMI. Pero a la vez eliminamos la única voz creíble en el mundo (aun con las dudas que sobre el FMI había y hay) a los efectos de auditar la situación macro argentina.

         La primera consecuencia que tuvimos al contrario de lo que la administración de entonces había señalado (ahorro por intereses no pagados). Una fuerte suba en la tasa a pagar para cancelar o renovar los vencimientos que iban ocurriendo fue la consecuencia.

         Este aumento de tasas se verificó en dos frentes. En el internacional, debimos comenzar a pagarle a “nuestro amigo” Chávez, cada vez mas por menos. Más tasa por menos capital.

         Localmente, el BCRA emprendió una política de recuperación de reservas, de manera de evitar perder además de los dólares, la confianza. De mas está decir que esto generó un alza en el tipo de cambio y debió esterilizar la plaza de forma de no generar un “exceso de ruido”. Para esto comenzó a emitir fuertemente notas y letras (NOBAC y LEBAC), con tasas en aumento. Y mayor inflación.

         Llegamos a tasas del 15%, como las que pagamos a nuestros amigos venezolanos días atrás. Situación que incrementó en el sistema financiero la inviabilidad del “modelo kirchnerista”. Y mas del 25% de inflación.

El pasado nos condena

         Si bien las reservas “contables” del BCRA llegan a poco mas de los USD 47.200 millones, la verdad es que mas de USD 20.000 millones, corresponden a los bonos antes mencionados. Es decir, no son mas que obligaciones que de ser canceladas, eliminan de las reservas la friolera del casi 40% de las mismas.

         Otros USD 24.000 millones corresponden al circulante, por lo tanto no es posible entregarlos dado que de hacerlo, el mercado ajustará el tipo de cambio.

         De esta manera, y según el decreto del propio decreto de 2005, las reservas de libre disponibilidad no alcanzan para cubrir la deuda con el Club de Paris.

         Aun así, volvemos a repetir el error. Cancelamos deuda a una tasa dada, con deuda futura más cara. ¿Cuál es el sentido de esto?. Definitivamente debemos buscarlo fuera de la economía.

         Tal como marcaba hoy temprano U24, posiblemente la cancelación de la deuda tenga que ver con la apertura del juicio en Miami (valija-gate/Antonini), un tema a tapar en los diarios. O tal vez sea simplemente otra de falta de oportunidad.

         Tal como dijo la presidente, “el pasado nos condena”. Pero el presente parece ser cómplice.

         Al igual que en diciembre de 2005, nadie puede esgrimir argumentos contrarios a la cancelación de la deuda con el Club de Paris. Pero volvemos a cuestionar las formas.

         Nuevamente el Poder Ejecutivo avasalla al BCRA. Nuevamente vemos como las reservas, que tienen por definición dar soporte al valor de la moneda nacional, es utilizada para fines distintos.

         Veremos como la necesidad de cancelar deuda en los próximos meses (USD 20.200 millones en 2009) nos obligará a tomar deuda cara respecto de lo que pudimos negociar con el con el Club de Paris y el FMI y por ende, dilapidar el esfuerzo de millones de argentinos, que a través de sus impuestos, financian esta locura que no es un programa. Ni lo quiere ser.

         Veremos como nuevamente la autonomía del BCRA es avasallada. Veremos como una economía que ni tiene indicadores ni índices fidedignos (INDEC) no recoge más que desventajas de esta decisión.

         Está muy bien cancelar con el Club de Paris. Pero aun hay más de USD 25.000 millones de stock-holders o acreedores de deuda pública. Creer que esto nos coloca en la “pole position” (al decir de la presidente) es al menos de ingenuos.

         Mientras no volvamos confiables la estadística nacional (INDEC), seguiremos siendo parias y en cada pago unilateral que definamos, seremos simples voluntaristas.

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