Una fiesta que crece
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por Alvaro Casal |
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Se aproxima a pasos agigantados el "Día del Patrimonio". Una celebración que ha ido creciendo a través de los últimos años. Un hecho que queda en parte evidenciado por la realidad de que un solo día ya no es suficiente para celebrarlo sino que lo que comenzó como un solo día, ocupa ahora todo un fin de semana que, en la presente ocasión, es el del sábado 6 y domingo 7 de octubre.
En estas jornadas, miles de personas salen a descubrir o redescubrir el patrimonio nacional que queda expuesto en museos, sitios de importancia, conferencias, exhibiciones y múltiples actividades de lo que el presidente de la Comisión de Patrimonio, Arq. William Rey definió como la "fiesta cultural más importante del país".
Pero este año las jornadas tienen una importancia redoblada y cargada de emotividad, puesto que están dedicadas a las culturas afro uruguayas. Como el Arq. Rey dijo, "es nuestra misión difundir los aportes de la cultura afrouruguaya".
Esto nos lleva a evocar los orígenes de esa cultura hoy vigente y vigorosa.
Orígenes que están empapados de dolor porque están en el tráfico de esclavos, en "el sometimiento violento de millones de seres humanos contra su voluntad con la finalidad de sustentar la economía emergente y la competencia colonial de los países europeos", como destaca el Prof. Eduardo R. Palermo en su trabajo "Esclavitud, criadagem y discriminación, una tendencia de larga duración en la frontera oriental".
Como también observa Palermo, los primeros esclavos fueron introducidos en el Río de la Plata en 1534 por Domingo Martínez de Irala, con destino a Buenos Aires y los primeros esclavos registrados llegaron a las costas uruguayas con la expedición portuguesa de Manuel de Lobo en 1680 (200 soldados y 60 esclavos, con los que fundaría la Colonia del Sacramento).
El honor de abolir la esclavitud le correspondió al gobierno del Cerrito, presidido por Manuel Oribe. Fue el 28 de octubre de 1846 que el mismo resolvió lo que va a continuación: "El Senado y Cámara de Representantes de la República Oriental del Uruguay, reunidos en Asamblea General, han sancionado con valor y fuerza de ley lo siguiente: Art. 1º Queda abolida para siempre la esclavitud en la República."
Oribe también adoptó medidas, especialmente en los departamentos y distritos de frontera, para asegurar el cumplimiento de lo resuelto, en especial para reconocer que los esclavos fugados en número importante del Brasil y residentes en territorio uruguayo, eran hombres libres.
Claro que esto no solucionó de inmediato los problemas de los afrodescendientes. Andrés Lamas, en nota de 1856 a Silva Paranhos, en Rio de Janeiro, afirmaba que los hacendados traían esclavos a nuestro territorio bajo contratos que a veces se extendían por 30 años, convirtiendo a los esclavos en colonos y cuando les era conveniente los llevaban al otro lado de la frontera, haciéndose costumbre que se los bautizara allí para que nacieran esclavos (hay que recordar que Brasil recién abolió la esclavitud casi sobre el final del siglo XIX).
Los afrodescendientes del Uruguay han recorrido desde entonces un largo camino y su aporte a la sociedad ha sido en gran parte justipreciado. Sin embargo, no está demás que en estos días se haga un homenaje a un sector de la población históricamente marginado. Y en especial a sus aportes culturales.
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