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Año IV - Nº 254
Uruguay,   05 de octubre del 2007
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Darío Acevedo Carmona

Escenarios del Acuerdo Humanitario

por  Darío Acevedo Carmona
Medellín - Colombia
 
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            Todo parece estar dado para esperar un buen resultado de las gestiones que se adelantan en pro del intercambio o acuerdo humanitario entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las Farc. Hay consenso en cuanto a pensar que el presidente Uribe se ha jugado una carta con muchos riesgos pero que no tenía más remedio que hacerlo so pena de pasar por un enemigo de la liberación de los secuestrados. No nos ocuparemos de esos riesgos aquí ni vamos a insistir cuán delicado es esperar una intervención discreta y efectiva del presidente venezolano. Pedirle a Chávez que no haga teatro con estas gestiones es como pedirle a un actor que abandone el tablado. Así que nos centraremos en un ejercicio de análisis sobre los escenarios posibles que se le abren a la guerrilla colombiana con motivo de estas gestiones. En un primer escenario las Farc pueden abrigar la esperanza de ser sacadas de la lista de organizaciones terroristas y de obtener el reconocimiento de su estatus de beligerancia. Así lo han dejado saber en varios comunicados y declaraciones de sus jefes. Sin embargo, este es un objetivo bien difícil de alcanzar en razón de que la comunidad de naciones ha logrado consensos sólidos y durables sobre el tema del secuestro con fines políticos. Está tajantemente condenado por la Corte Penal Internacional y por el CICR. Lo máximo que se admite es buscar una negociación sin derramamiento de sangre y sin grandes concesiones políticas. Así han procedido diferentes gobiernos del mundo recientemente en situaciones de secuestro de sus ciudadanos en la conflictiva región de Oriente Medio. Por su parte el gobierno colombiano hará valer los pactos para evitar que un acuerdo llegue a satisfacer esta cara aspiración de la dirigencia fariana. La guerrilla podría estar tentada a convertirlo en uno de sus inamovibles.

            Un segundo escenario consistiría en que la guerrilla manifieste su interés en ligar acuerdo humanitario con inicio de un nuevo proceso de negociaciones. De pronto así obtendrían, al menos, la promesa de varios países de quitarle la calificación de terroristas que tanto la mortifica. Sin embargo, unas nuevas negociaciones sólo serían factibles en el marco de giros o cambios drásticos de posición por parte de las FARC, al menos un reconocimiento del agotamiento de la vía armada y una declaración de cese al fuego. Esas consideraciones aún no aparecen en los documentos de esta organización. No se observan signos en tal dirección. Todo lo contrario, tal como se demuestra en los últimos días, continúan su arremetida contra las expresiones de la democracia local y regional con el asesinato de los diputados del Valle y los recientes contra candidatos a tres alcaldías y a concejos municipales. Difícilmente el gobierno nacional acepte iniciar una negociación en la que no se reflejen los avances indudables de la política de seguridad democrática, es decir, como si ningún cambio cualitativo se hubiese operado en el conflicto.

            El tercer escenario, el más viable, el más realista, pero a la vez, el menos ideal para la guerrilla, es el de proceder al intercambio en los términos de simple liberación de guerrilleros presos a cambio de los secuestrados, aceptando que las negociaciones previas se realicen en otro país. Los jefes de la guerrilla podrían considerar, entre otros puntos, los siguientes hechos favorables: 1. Han logrado una gran vitrina internacional con la mediación del presidente Chávez, del presidente Sarkozy y de otros voceros de organismos internacionales. De hecho han obtenido un despliegue informativo quizá mayor que el que hubiesen obtenido con la desmilitarización de los dos municipios del Valle. 2. Están urgidos de liberar fuerzas guerrilleras que en número apreciable está dedicada a vigilar a los secuestrados. Sería un buen argumento para aquellos cuadros que piensan que el precio que se ha pagado por mantener a los rehenes es demasiado elevado y que esa es una de las causas de andar a la defensiva, huyendo o retrocediendo. Desde el punto de vista militar el argumento es atractivo. 3. Habría un obstáculo que intercede a favor de los sectores opuestos a un acuerdo que no sea el originalmente diseñado por el Secretariado, a saber, la imposibilidad de alcanzar la liberación de Sonia y Trinidad. La mentalidad de la guerrilla es muy cerrada en el aspecto de no olvidar a los suyos y sabiendo que tienen la carta fuerte de los tres norteamericanos retenidos, pues no los van a soltar sin tal contraprestación. No se puede poner en duda que en este asunto se puede imponer la línea de pensamiento rígido de Marulanda: “todos sus guerrilleros libres”.

            Así las cosas, es claro que si bien no hay que ser aguafiestas tampoco se pueden obviar o soslayar consideraciones muy sensibles para la guerrilla. Si bien hay que guardar una actitud de comprensión con el gobierno nacional y de prudente espera, no se puede pensar que esto se va aclarar por la vía de la oración o de las simples buenas intenciones.

 
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