El chavismo en Uruguay
por Carlos Ríos
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Luego de un comienzo idílico en las relaciones entre los gobiernos de Tabaré Vázquez y Hugo Chávez, Uruguay está dando señales de querer despegarse del líder venezolano.
El acercamiento a Estados Unidos y el alineamiento regional con Brasil y Chile, sospechas sobre presuntas irregularidades en los negocios con Venezuela, y ciertas actitudes de Chávez que no han caído bien en la izquierda uruguaya, han llevado al enfriamiento de las relaciones.
"En los últimos meses ha habido conductas del gobierno uruguayo que lo alejan de los propósitos de la Venezuela chavista", dijo a El País el politólogo y analista internacional Romeo Pérez, rector del Centro Latinoamericano de Economía Humana (Claeh) y docente en las universidades de la República y Católica.
De todos modos, esto no ha frenado la expansión venezolana en Uruguay. Según un informe del semanario independiente de izquierda Brecha, publicado el 13 de abril, las inversiones realizadas y proyectadas por Venezuela en Uruguay llegan a los U$S 925 millones, que se canalizan a través de 78 acuerdos de cooperación. Estos acuerdos son en su mayoría para negocios en el sector petrolero y energético, pero también los hay en las áreas agroalimentaria, de viviendas prefabricadas, para refacción del hospital de Clínicas, y hasta para el desarrollo de Pueblo Bolívar, pequeña localidad de unos 140 habitantes en la municipalidad de Canelones vecina a Montevideo.
Pérez observa, sin embargo, que el chavismo tiene en Uruguay una "influencia limitada", cuya "principal expresión orgánica" se advierte en el Partido Comunista y en algunos sectores del movimiento sindical, pero en forma "minoritaria". En Uruguay, como en otros países de la región, funciona un Círculo Bolivariano, que tiene por sede en Montevideo el local del Partido Obrero Revolucionario, un grupo de filiación troskista que no integra el gobernante Frente Amplio.
En lo que tiene que ver con el gobierno, Pérez dice que prevalece una actitud de "cultivar ciertas relaciones políticas y sobre todo económicas" con Venezuela, pero "sin establecer ningún tipo de alianza" política.
"Es obvio que algunos financiamientos proporcionados por Chávez son atractivos, pero hay también una visible desconfianza en el gobierno uruguayo hacia el régimen de Venezuela", sostiene este analista.
El interés de Chávez por invertir en Uruguay quedó patente desde el inicio del gobierno de Vázquez. Al otro día de asumir, el 2 de marzo de 2005, Vázquez firmó con Chávez en Montevideo una declaración conjunta en la que manifiestan su intención de crear un mecanismo de intercambio de petróleo por alimentos y de impulsar acuerdos de cooperación en varias áreas, entre ellas la adhesión de Uruguay a la cadena Telesur.
A esto le siguió un primer acercamiento entre empresarios de ambos países durante una ronda de negocios en Caracas. Algunos de estos acuerdos están siendo hoy cuestionados en Uruguay, al punto que el diputado Washington Abdala, del opositor Partido Colorado, presentó varios pedidos de informes al gobierno sobre la participación de uno de los hijos del presidente Vázquez en negocios en el sector informático y sobre el funcionamiento del Fondo Bolivar-Artigas, a través del cual se han canalizado varias inversiones venezolanas.
En agosto de 2005 Chávez firma en Montevideo con Vázquez los acuerdos más importantes que tienen vigentes ambos países. En el sector energético, se pone en marcha un emprendimiento conjunto entre las petroleras estatales Ancap de Uruguay y Pdvsa de Venezuela para la extracción de petróleo crudo en la franja del río Orinoco, inversiones para la producción y comercialización de cemento pórtland, la instalación de una planta de destilación de alcohol en la localidad de Bella Unión (a unos 600 kilómetros al norte de Montevideo próximo a la frontera con Brasil), y el inicio de las conversaciones para asociar a la empresa de aviación uruguaya Pluna con la venezolana Conviasa -negocio éste que poco después fracasaría-, entre otros.
¿Qué gana Venezuela en los acuerdos con Uruguay? Según lo ha dejado entrever su presidente, le resulta más importante asegurarse un socio político en la región que penetrar en el pequeño mercado uruguayo. "Nosotros no le estamos pidiendo a Uruguay que entregue las reservas que tiene en el Banco Central. No. Es más, no le estamos pidiendo un centavo, solo su participación con su personal técnico", dijo Chávez en agosto de 2005 al explicar cómo funcionaría el acuerdo petrolero entre los dos países que, reconoció, tiene "un interés geopolítico y económico".
El petróleo venezolano que comenzó a llegar en 2005 a Uruguay se pagaba en condiciones muy ventajosas: 75% a los 90 días y el 25% restante a un plazo de 15 años con dos de gracias. Este petróleo se cotizaba a unos 40 dólares el barril, cuando en el mercado internacional el crudo rondaba los 60 dólares el barril.
Para procesar el petróleo venezolano en Uruguay es necesaria la ampliación de la refinería de La Teja que tiene Ancap, con una capacidad máxima de 50 mil barriles diarios.
La alianza Ancap-Pdvsa se reafirmó en mayo de 2006, cuando la estatal uruguaya logró venderle a la venezolana el 46% de las acciones que tenía en Petrolera Cono Sur, su distribuidora de combustibles en Argentina y que le estaba arrojando fuertes pérdidas.
Si algo le faltaba a Chávez para extender su red en Uruguay, era tener un banco. Lo logró el 30 de agosto de 2006, con la apertura del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bandes), que adquirió los activos y pasivos de la ex cooperativa Cofac. En sus ocho meses de actividad, Bandes Uruguay ha registrado pérdidas -aunque estas han ido disminuyendo- y debió ser asistida por su casa matriz en Caracas.
Desde entonces las relaciones uruguayo-venezolana se han venido enfriando. El faltazo de Chávez a la Cumbre Iberoamericana de Montevideo en noviembre de 2006 -Uruguay quedó en off side cuando el Parlamento apuró entonces la aprobación del ingreso de Venezuela al Mercosur como un regalo de bienvenida-, el acto que el presidente venezolano realizó en Buenos Aires el 9 de marzo pasado en contra de la gira de Bush por la región -el mismo día en que el presidente de Estados Unidos llegaba a Montevideo-, y el alineamiento de Vázquez en la región al brasileño Luis Inácio Lula da Silva y a la chilena Michelle Bachelet, marcan este distanciamiento.
"Hay que inscribir estas conductas recientes del gobierno uruguayo en un cambio diplomático que se está produciendo en todo el hemisferio occidental", explica Pérez.
En este sentido observa dos bloques: por un lado Venezuela, con Bolivia "muy pegada, con Ecuador y Nicaragua "adhiriendo a algunos designios chapistas" y con Argentina "muy cercana" a Chávez; y por otro a Estados Unidos, México, Brasil -"que cambia su política y se aleja de Chávez"-, Chile, Perú, Colombia y Uruguay.
"A esto se le ha llamado la diplomacia del etanol", dijo Pérez.
En su reciente viaje a Chile en abril, Vázquez defendió los acuerdos entre Brasil y Estados Unidos, a los que adhirió Uruguay, para la producción de etanol como sustituto del petróleo, luego de que estos fueran criticados por Chávez.
En el gobierno uruguayo, sin embargo, se dice que nada ha cambiado en las relaciones con Venezuela. "Chávez me dijo que está todo bien con Tabaré (Vázquez)", dijo hace unas semanas al semanario Búsqueda el ministro de Ganadería, José Mujica, a su regreso de la Cumbre Energética Sudamericana en Isla Margarita, a la que faltó el presidente uruguayo pero envió una carta a Chávez explicando su ausencia. Pocos días después, Vázquez volvió a escribirle al presidente venezolano, también para excusarse de no haber ido a otro cumbre, una sobre el ALBA, a la que envió como observador al ministro de Trabajo, Eduardo Bonomi.
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