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Cincuenta años después
por Dr. Francisco Gallinal
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Cincuenta años atrás el Partido Nacional obtenía su primer triunfo del siglo pasado en una elección nacional y, simultáneamente, ganaba por primera vez Montevideo conquistando un total de 18 Intendencias Municipales, con la única excepción de Artigas. Durante estos años hemos escuchado muchas anécdotas referidas a aquellas jornadas, hemos tenido acceso a muchas lecturas pero aún así, debe ser indescriptible la alegría que vivieron quienes fueron protagonistas de aquellos triunfos.
Es que el camino recorrido para llegar a esa victoria fue muy empinado, lleno de obstáculos y dificultades, en una historia que arranca precisamente a fines del siglo anterior con las revoluciones saravistas, y que tiene a nuestro juicio sus dos puntos más relevantes en los años 1916 y 1951.
En el año 1916 cuando se elige la Asamblea Nacional Constituyente en la que el Partido Nacional, a pesar de ser oposición, obtiene mayorías que le permiten transformar en letra viva constitucional, sus reivindicaciones históricas. Buena parte de las causas por las que luchó Saravia se plasman en ese nuevo texto constitucional que es, a nuestro juicio, un hito histórico en la consolidación de la democracia en el país. El voto secreto, ya puesto en práctica por vez primera al elegirse la Constituyente; la representación proporcional, la representación de las minorías, la consagración de las autonomías, son parte de las nuevas instituciones que el Uruguay incorpora a su sistema y que le van a permitir, en pocos años, convertirse en un ejemplo de democracia en el mundo entero.
En el año 1951, también en oportunidad de una nueva reforma constitucional, que no tiene la dimensión de la anterior pero que, para los nacionalistas sí reviste un valor singular. Se aprueba el instrumento en función del cual se facilita a los blancos votar todos bajo un mismo lema. Sin ésta reforma probablemente no hubiera sido posible la victoria del año 1958.
Permítasenos una referencia familiar; el Dr. Gustavo Gallinal - abuelo de quien éstas líneas escribe – que fuera derrocado en el golpe de estado de Terra, preso y exiliado, y que militara activamente en las filas del Partido Nacional Independiente, no acompañó en 1951 la postura de su Partido y se pronunció a favor de la reforma expresando: “Cualquier precio con tal de lograr la unidad del Partido Nacional”. Y fue ésta su última patriada porque el 23 de diciembre del mismo año 1951, pocos días después de plebiscitada y aprobada la reforma que por otra parte fue la que ganó por menor margen en la historia del país, falleció en el Hospital Maciel a consecuencia de un infarto fulminante.
A estos dos hechos históricos se agrega y con singular fuerza, el trabajo realizado por los principales dirigentes de la época. Luis Alberto de Herrera, transformado ya a esa altura en Jefe Civil del Partido Nacional y principal constructor de la victoria, y Daniel Fernández Crespo que acaudilla Montevideo con singular dedicación.
Un ingrediente fundamental fue la polarización dentro del propio Partido Nacional. La UBD por un lado y el Herrerismo por otro, la incertidumbre en saber quien ganaba, la paz interna dentro de límites razonables, fueron también factores detonantes.
Hoy la unidad es una realidad en nuestras filas. Hoy el Partido está en excelente posicionamiento, con sus vertientes bien abiertas, pronto para rendir homenaje a aquellos que juntos evocamos, la noche del lunes pasado, desde la casa del Partido Nacional. Si continuamos en ésta línea de acción vamos a ganar el gobierno y ese día, comenzará una nueva responsabilidad. La de hacerlo muy bien.
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