|
Aquí estamos, transparentes y cristalinos
por Dr. Francisco Gallinal
|
|
|
La dictadura militar que le tocó sufrir al país desde junio de 1973 hasta el 1º de marzo de 1985, cuando se recupera la democracia y la vigencia del sistema constitucional, sin duda que fue un azote tremendo que golpeó muy duro a nuestra sociedad, que la sacudió en lo más profundo y hondo, entre otras razones porque el Uruguay tenía una tradición democrática y un respeto por el ejercicio de las libertades seguramente incomparables en la región, siendo visto en el mundo como un ejemplo de democracia permanente. Y tan duros fueron esos años y tan graves las consecuencias y secuelas que la dictadura dejó al país que, lamentablemente, después de casi 25 años, todavía estamos viviendo y sufriendo los dolores de aquellos tiempos. Es así que cada vez que ingresó una nueva Administración, un nuevo Poder Ejecutivo en su integración, una nueva representación parlamentaria, ese Gobierno de turno ha debido aprobar distintas normas que, en su conjunto, tuvieron el propósito de lograr equilibrios y, en la medida de lo posible, llevar las cosas a su lugar y compensar los dolores sufridos por tanta gente durante tanto tiempo, aun cuando se sabe que hay cosas y casos que, desgraciadamente, no tienen solución.
Las causas que llevaron a la dictadura militar son muchas, pero no hay duda de que el clima que se vivía en la región, la aparición de la subversión en el Uruguay y la última etapa de un gobierno democrático que tuvo visos autoritarios importantes, marcaron toda una época. Quizás, estos sean los hechos que hoy se ven con mayor nitidez como los elementos principales que, lamentablemente, llevaron al golpe de Estado que se produjo el 27 de junio de 1973. Nosotros, como Partido Nacional, tenemos el orgullo de poder señalar que cuando apareció la subversión en el país, nos paramos frente a ella y la condenamos; que cuando el Gobierno democrático que finaliza su mandato en 1971 atravesó por circunstancias en las cuales puso de manifiesto distintos visos de autoritarismo, también el Partido Nacional se plantó frente a aquel Gobierno; y, desde luego, a partir del 27 de junio de 1973 –más bien desde la noche del 26 de junio de 1973, cuando Wilson Ferreira Aldunate, en el Senado de la República, declara al Partido Nacional como el vengador de la República contra el atropello a las instituciones que en ese momento cometía el señor Bordaberry–, nuestro Partido se para en la cancha al frente de las acciones que durante muchos años nos tuvieron como principales protagonistas en la lucha contra la dictadura militar y todo lo que ella significó.
El plebiscito de 1980, luego el resultado de las elecciones internas de 1982, la concentración en el Obelisco que se realiza posteriormente “Por un Uruguay sin exclusiones”, fueron todas demostraciones de una enorme participación popular que iban arrinconando a la dictadura militar y que la estaban echando. En todas ellas el Partido Nacional marcó presencia, se jugó por la libertad y la democracia.
Y cuando llegó la transición de 1985 a 1990 se aprobaron tres grandes leyes que permitieron al país ir avanzando –y no con pocas dificultades– durante todo ese tiempo: la Ley de Amnistía para los presos políticos, la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado y la ley que dio solución a la situación de los funcionarios públicos malamente destituidos durante el régimen militar. Cabe destacar que el Partido Nacional participó e intervino en la elaboración de dichas normas y que las tres contaron con el voto de los legisladores del Partido Nacional, lo cual no sucedió con los demás partidos.
En definitiva, si se nos quiere juzgar por los hechos del pasado, aquí estamos, transparentes y cristalinos, con el inmenso honor de no haber perdido ni una sola de las prendas del apero.
Comentarios en este artículo |
|
» Arriba
|