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Sobre la Ley de Acoso Sexual
por Helena Arce
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Esta ley me preocupa sinceramente, no la rechazo por cierto, existen casos que es necesario contemplar. Pero como todos estos temas que pueden dar lugar a confusión, seria necesario despejar algunos interrogantes al respecto. Más dado que se responsabiliza a los empresarios por los hechos de sus empleados.
Sabido es que no soy feminista, pero soy mujer. Obvio que opino que las mujeres y los hombres son iguales, deben tener igualdad de oportunidades, de derechos y deberes. Y si bien somos iguales, tengo claro que no somos idénticos.
Sin embargo algunos puntos de estos temas son escabrosos, por ejemplo la prueba del acoso.
Es cierto que existe acoso, aun recuerdo en la casa de un viejo amigo hace largos años, había venido a estudiar del interior un pariente, este pariente no tuvo mejor idea que intentar arremeter contra la chica que vivía en la casa ayudando en las tareas domésticas. Esa chica era un encanto, además de muy linda, y muy querida en esa familia, en donde incluso, vivía un muchacho joven, mi amigo, a quien jamás se le hubiese ocurrido cometer semejante atropello. El dueño de casa, ni bien fue informado de lo ocurrido, puso al pariente de patitas en la calle, previa paliza y obligándolo a pedir disculpas a la muchacha a quien le había faltado el respeto. Este es un caso claro de acoso, y de una actitud proactiva. No hicieron falta leyes que obligaran a nadie a tomar medidas, simplemente hubo gente de bien que actuó acorde.
Estamos de acuerdo sobre la existencia de otros casos, donde posiblemente la actitud haya sido otra. Sin duda para estos, es necesaria una ley que ampare a quien está desamparada/o.
Sin embargo conozco otro caso, de una mujer de esas que todos conocemos, que habla como si se estuviera derritiendo cuando el receptor de sus palabras es del género masculino, de las que les gusta apoyar sus manos en los hombres con los que habla. Un día llegué a su lugar de trabajo y había un alboroto increíble, cuando pregunté que pasaba me dijeron que estaban esperando a los delegados sindicales, pues la dama en cuestión había presentado una denuncia contra el Gerente pues el mismo la había invitado aparentemente a tener algún acercamiento carnal del tercer tipo. Y yo hice lo que había ido a hacer y me fui sin comentarios, pero por dentro pensé: “El muy tonto cayó en la red de tanta sensualidad ofrecida permanentemente”
Con algunas amigas, a determinadas mujeres las llamamos “las toquetonas”, son ese tipo de compañeras de género que cuando hablan con nosotras tienen un tono de voz normal, y no se les ocurre extender la mano, pero basta que un hombre ande cerca, aunque estén con su mujer al lado, e inmediatamente se les empalaga el timbre de voz, se les mueve todo al hablar, y no desaprovechan la oportunidad de extender las manitos para apoyarla en el hombro, en la mano, o donde caiga del ser del género masculino que ande cerca.
Otras que se suman a las bromas que nos solemos hacer entre los adultos, pero no saben reconocer esa fina línea la cual no traspasar, siguen y siguen, al punto que quienes están cerca suyo, de inmediato las reconocen como: “andan a la búsqueda”.
Claro debemos reconocer que no todos los hombres tienen tan en claro su hombría como para no caer en estas redes tendidas, o se sienten halagados pues piensan que únicamente ellos son los causantes de esa reacción, de allí a la acción es un solo paso.
Esto me recuerda a cuando en el tema que “acoso” al ex Presidente de Estados Unidos, Clinton, respecto a sus relaciones extramatrimoniales, apareció una “dama” enojada porque en un acto realizado en un hotel, le habían dicho que Clinton la esperaba para charlar en una habitación del hotel y ella fue y él se le insinuó. Recuerdo haberme preguntado, incluso compartí un artículo aquí sobre el tema, ¿qué habrá pensado esta mujer, que cualquier hombre querría decirle a solas en la habitación de un hotel? Habiendo tantos lugares para hablar, ¿necesitaba ir a la habitación del hotel a conversar a solas?
Sinceramente no entiendo por cual motivo, en alas de defender el derecho de las mujeres, tenemos que hacer aparecer a las mujeres como estúpidas.
Recuerdo haber pensado siempre así, no únicamente ahora que soy una adulta mayor, como le gusta decir a mi cuñado. Pero dado que quería escribir el artículo, y se me presentó la oportunidad, estuve conversando el tema con una chica de 19 años, pues me encanta escuchar a la juventud, es sabia e inteligente.
Ella me comentaba lo mismo, es cierto que existen algunos desubicados que piensan que por el hecho de ser mujer, quien quiera sea esta mujer, está a la altura de la mano para faltarle el respeto. Pero también es cierto que hay mujeres que o son o se hacen las tontas.
Me contó una experiencia que tuvo con una amiga, habían ido a los 16 años a un baile de menores, no les servían bebidas alcohólicas, pero su amiga se hizo “amiga” del barman que le daba alcohol, y se sentía en las nubes. Ella le dijo “cuidate que por algo te está dando whisky”, pero la amiga no le hizo caso. Al rato se iba con el barman a algún lugar, ella la llamó, pero la mando a pasear. Un rato después volvió gritando porque el la había querido violar. Y si obviamente el que hacía de barman estuvo mal, pero la chica que además fue varias veces advertida por una amiga de la misma edad, ¿No razona?¿No piensa?
Pero bueno este caso se podría excusar en la edad de la chica, pero cuantas mujeres, mayores, incluso que yo, se prenden en cuanta guarangada existe, dicen disparates. Y mal me pesa decirlo, muchas veces son los hombres quienes dejan la conversación, intentando huir despavoridos.
Estos hechos de la vida diaria, llevarlos al ámbito empresarial, y actuar con justicia es muy difíciles. En toda mi vida, trabajando desde los 19 años, solo una vez tuve conocimiento de un caso de acoso sexual.
Me lo contó un querido amigo a quien a su sobrina, el gerente donde trabajaba le había faltado el respeto, y ante su negativa fue despedida. El caso se llevó al Ministerio de Trabajo, y el dueño de la empresa, quien además tomó conocimiento de los hechos allí, dijo claramente; “el gerente me sirve como gerente, como esta chica para telefonista consigo miles, le pago el despido y que se vaya, y a usted que es el tío y parece una buena persona le digo, aconséjele a su sobrina que para ir a trabajar, lo haga vestida un poco más tapada, seguramente se librará de volver a vivir problemas semejantes.Eran famosas sus minifaldas y sus escotes, tengo entendido que aprendió la lección, cuando iba a trabajar, se vestía correctamente, sin necesidad de ir tipo monja, simplemente alargaba un poco la falda o iba de pantalones, y los escotes tan pronunciados los dejaba para cuando no estaba trabajando.
No estoy defendiendo al Gerente que sin dudas era un pobre tipo, quien necesitaba de su puesto para conseguir alguna muchacha que le diese corte, y si se le negaban las echaba, herido en su poco orgullo viril. Estoy remarcando la necesidad de vestirse acorde a los lugares donde uno está, no se va a trabajar en tanga, en tanga se va a la playa.
En una empresa, puede darse una relación entre dos personas, esta puede seguir y comer perdices o terminar por común acuerdo, o no. Si el acuerdo no es común, ¿cómo hace un empresario para evitar que uno de los dos no se sienta acosado por el otro? O simplemente, ¿el despechado/a no quiere vengarse diciendo que el otro/a lo acosò?
Pero y si no existe una relación, si se tiene una empleada de estas que he descrito y es una buena empleada, y ante su pose felina, algún empleado se confunde ¿Qué hace el dueño de la empresa? ¿Los hecha a los dos?
¿O debe hacerse responsable por los problemas surgidos por este tipo de acitudes?
Es un tema que no es menor, y es muy difícil probar cada situación a que se debió, resulta por lo menos preocupante que se responsabilice al dueño de la empresa por el accionar de sus empleados, incluso como se plantea la posibilidad en la ley, cuando esto sucede fuera de la empresa.
Diferente por cierto, sería si el acosador fuera el dueño/a de la empresa, porque allí sin duda estaría haciendo mal uso de su situación de privilegio en el poder.
¡Ojo con esta ley, y que la igualdad de género no nos lleve a que las mujeres permitamos que nos refugiemos en la estupidez!
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