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Año V Nro. 328 - Uruguay, 06 de marzo del 2009   
 

 
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Rodrigo Blás

Carencia Acumulada
por Rodrigo Blás

 
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         Es frecuente que usemos la frase “salir del pozo” como forma de expresar un estado que permita conseguir lo que nos viene faltando, pagar las cuentas debidas, arreglar lo roto, comprar lo que falta, ponernos al día con nuestras carencias.

         Buscando “salir del  pozo”, es la situación más común en que se encuentran los uruguayos, y la esperanza se deposita en el aguinaldo, la hora extra, la changa no oficial, la temporada, la zafra  y en las más diversas oportunidades que puedan aparecer según la latitud del “empozado”.

         Recorrer nuestro departamento nos permite ver la situación de carencia acumulada que vive nuestra gente, algo anda realmente mal cuando tras años de bonanza económica para el país,  la misma no se refleja ni un poquito en la vida de la gente.

         Una ingresa a la casa de la gente y observa como esa mancha de humedad en la pared viene creciendo hace años, la han mirado crecer, viendo como se agranda sin tener la posibilidad de arreglarla, ver crecer la mancha es desesperante, es ver aumentar tu carencia, es ver alejar tu salida del pozo, es saber, que cuando venga “la oportunidad” no va a alcanzar.

         El Uruguay vive hoy situaciones de carencia acumulada en todos los órdenes, emparejar esa situación, poner a todos al nivel de arranque igualitario es la tarea más importante de los futuros gobiernos.

         Hay generaciones atrasadas en higiene básica, la carencia del baño se trasmite de padres a hijos y viven sin baño, esa falta de higiene se traduce en enfermedades para los niños y para los grandes, a veces en desidia y las más veces genera un rechazo y discriminación del resto. Niños nacen sin recibir las mínimas nociones de higiene personal. El cuidado personal es el primer paso para ser parte de una sociedad, quien no entiende la importancia de su propio cuidado, menos y nunca entenderá la importancia del cuidado de la cosa común.

         Hay una enorme carencia acumulada en la educación, las estructuras de nuestra educación pública resultan demostradas por los hechos como perimidas, la universalidad de la enseñanza quedó en el papel, habrá que mejorar y transformar la calidad de la misma pero sobre todo y primero habrá que redimensionar  su forma de llegar a la gente. Abuelos, padres e hijos conviven en un entorno sin conocimientos, la cadena de retroalimentación cultural de grandes a chicos y de chicos a grandes está rota, a partir de ahí las costumbres, los procederes, los principios, los valores, no llegan a todo un grupo de gente creándose dos sociedades separadas en un proyecto y tipo de país que no sirve y que no queremos que continúe.

         En Salud se podrán hacer las reformas que se quieran, pero los cuidados de Salud empiezan en casa, sin la colaboración de la persona, sin que está entienda la importancia del diagnóstico precoz, sin que esta realice los cuidados necesarios del paciente en la casa; sin esto; la atención médica siempre será insuficiente y tardía.

         Las prioridades en la economía familiar siempre fue un “valor” de la familia uruguaya, primero los niños, la heladera después, y así, cubriendo de a poco las necesidades básicas primero, demorando  los gustos y placeres que a veces no llegan nunca, hoy esas escalas han cambiado y parecería que ante la resignación de que es imposible terminar con esas carencias acumuladas, se prefiere la satisfacción del momento, que se encuentra en un celular de última generación, una moto, o un litrito de vino; que edificar aunque sea de a poco un medio ambiente mejorado para uno y su familia.

         El Estado tiene mucho que hacer allí, debe apuntar a tapar prontamente esas carencias acumuladas de nuestra gente, debe ayudar a demostrarle al padre o madre de familia que hay condiciones de vida que se pueden alcanzar y que vale la pena alcanzar ya que son elementos que cambian la calidad de vida de la gente, acercándolas a un estado mucho más parecido al resto, terminando con esa sensación de marginalidad inamovible y decretada por la realidad que  separa, discrimina, genera resentimientos y evita el funcionamiento conjunto de la sociedad.

         El vecino debe ser parte solidaria del cambio, empujando por su rancho y por él de al lado, tendiendo la mano, entendiendo que su vida en su entorno y no termina en las paredes de su casa.

         La sociedad debe despertar conociendo y reconociendo que hay situaciones ajenas que nos afectan a todos, apoyar la transformación, demoler el muro de separación, reconstruir el ámbito de contención social y transmisión de valores comunes que el país supo tener y hoy perdió.

         Es mucho trabajo el que queda por hacer en esta materia, pero se nos ocurre que no hay otra prioridad más importante que esta, hay que terminar con las carencias acumuladas, redirigiendo las prestaciones sociales del Estado, exigiendo contraprestaciones del beneficiario que apunten a la formación de su cultura social, abandonando estructuras perimidas y que se han demostrado ineficaces, acercando la salud, la educación y el trabajo a la gente. El Estado debe salir de las oficinas adonde la gente no llega y estar en la calle.

         Promoviendo, cuidando, incentivando y también castigando y premiando que en definitiva no hay mejor incentivo  que el premio y castigo.

         Sin volver atrás, por que esto es hacia delante, con los problemas de hoy y las soluciones de mañana debemos volver a generar en estos tiempos, aquel Uruguay de humildes con educación en el sentido amplio, generar nuevas bases para una estructura social que permita que desde cualquier lado cualquiera pueda pegar el salto y no como hoy que se hundan día a día viendo crecer la mancha de humedad en la pared sin más solución que observarla.

         El Uruguay es su gente; y ella, debe ser nuestra prioridad o no seremos nada.

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© Rodrigo Blas para Informe Uruguay
 
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