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Un discurso que no evita la debilidad política
por Rosendo Fraga
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El discurso de la Presidente ante la asamblea legislativa ratificó la ideología, la línea política y el estilo del oficialismo. No se registraron cambios sustanciales respecto al que dijera un año atrás. Insistió en que el Estado debe tener un rol creciente en la economía, sumando ahora el argumento de las políticas que está generando en el mundo la crisis global. Políticamente estuvo más dirigido a mantener el apoyo de los propios partidarios que a ganar o sumar adhesiones. La movilización oficialista en las calles -realizada por intendentes del conurbano, sindicatos peronistas y piqueteros kirchneristas- fue un hecho elocuente al respecto. En cuanto al estilo, buscó más la confrontación que el acuerdo o consenso. Hizo críticas a Reutemann y Binner al hablar de Santa Fe; también fue crítica de Macri y atacó al gobernador de Catamarca (Brizuela del Moral), que apoya a Cobos. Abundó en cifras, como lo hiciera un año atrás para defender la gestión de su predecesor y ahora para hacer lo mismo con la propia. Pero la ratificación del estilo y la ideología kirchnerista que implicó el discurso se da en un país distinto. Un año atrás, la aprobación de su gestión estaba entre 50 y 60%, y ahora no llega al 30%. Entonces la economía crecía; en cambio ahora ha entrado en recesión y los indicadores sociales se están deteriorando, en gran medida a consecuencia de la crisis global. El país ha cambiado y el kirchnerismo como movimiento político no lo hace.
El debilitamiento de la coalición kirchnerista se sigue profundizando, anticipando la pérdida de poder del oficialismo. Durante la semana pasada, tres diputados justicialistas de Santa Fe -incluido el ex gobernador Obeid, quien suele tener posiciones de izquierda- abandonaron el bloque del Frente para la Victoria (FpV). Al día siguiente, diez diputados provinciales bonaerenses del peronismo hicieron lo mismo, constituyendo el bloque disidente en apoyo del acuerdo presentado en el ámbito bonaerense por Solá, Narváez y Macri. A ello se suma que en 53 de las 130 comunas de la provincia ya se ha organizado esta fuerza, y que en el resto varios intendentes están buscando ellos mismos organizar el peronismo disidente. Buscan así contar con más concejales, sumando a los del peronismo oficial los del disidente, a costa de dividir el voto para diputados nacionales y perjudicando así al kirchnerismo en el ámbito nacional. El conflicto con el campo -que vive una tregua con más posibilidades de romperse que de transformarse en un acuerdo- y el malestar que genera en el interior y en la zona rural de la provincia de Buenos Aires, es un factor que precipita el resquebrajamiento de la coalición oficialista. Pero la percepción de que no habrá Kirchner 2011 y que incluso el oficialismo puede perder las elecciones de 2009 es la situación política que la explica.
La elección de Catamarca que tiene lugar el próximo domingo adquiere significación nacional por dos razones. La primera es que se trata de la primera elección del año, en la cual tendrán lugar las legislativas nacionales que se realizarán en todo el país el último domingo de octubre. La mayoría de las provincias realizan también comicios legislativos y comunales (algunas de ellas anticipadamente). En el caso de Catamarca, es la constitución provincial la que dispone la fecha. Pero además es la primera competencia electoral abierta entre el matrimonio Kirchner y el Vicepresidente. Tanto el ex presidente como Cobos asisten esta semana a los respectivos cierres de campaña. El primero en apoyo del justicialismo, que en el caso catamarqueño es una alianza de Luis Barrionuevo, Ramón Saadi y el kirchnerismo; el segundo en apoyo a la coalición que apoya al gobernador Brizuela del Moral, un ex radical K que ahora apoya al Vicepresidente. El tercer partido en intención de voto es la Coalición Cívica de Elisa Carrió, cuyos votos se restan de esta coalición y no del peronismo. La elección catamarqueña muestra por un lado el típico pragmatismo peronista, y por otro el problema del no peronismo para unificarse electoralmente. El resultado es incierto y tanto Cobos como Kirchner parecen dispuestos a apostar con su presencia.
Pero es la situación social en sus diversas manifestaciones lo que cambia aceleradamente. Mientras la eventual estatización del comercio de granos afecta a los productores grandes y medianos, los pequeños van radicalizando su protesta, como lo puso en evidencia la actitud de Alfredo de Angeli al tomar un banco en Entre Ríos -propiedad de un empresario ligado al kirchnerismo- para evitar ser desbordado por sus bases. Los sindicatos buscan realizar un equilibrio, manteniendo el apoyo político al Gobierno pero sin impedir que los gremios avancen hacia el reclamo salarial. El conflicto docente, que al alcanzar a la provincia de Buenos Aires, Capital y Córdoba hace que tres cada cuatro alumnos de la escuela pública no la empiecen en fecha, aumenta tensión en los sectores medios por la reacción de los padres. La creciente inseguridad es un factor que deteriora al Gobierno por su inacción, y las espontáneas declaraciones iniciales de Susana Gimenez son la expresión de un estado de opinión más generalizado. El reclamo para políticas más activas en materia de lucha contra la droga también está insatisfecho. En cuanto al aumento de la indigencia o pobreza extrema, la Red Solidaria informa que hasta octubre se sumaban entre 5 y 6 comedores nuevos populares o comunitarios, mientras que en enero lo han hecho 100. Pero todavía la oposición no demuestra demasiada eficacia para capitalizar a su favor el deterioro de la situación social.
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