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El Padre Mateo... Otra víctima...
por Jaime Mario Trobo
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No hace mucho, en ocasión de la decisión de ofrecer al Padre Mateo Méndez y a la experiencia que ha recogido a lo largo de su apostolado por los jóvenes, nos alegramos que desde el estado se reconociera una fortaleza y superior capacidad en los privados. La decisión de proponer al mencionado compatriota una tarea tan trascendente como hacerse cargo de la contención y rehabilitación de menores infractores, era un expreso reconocimiento a una gestión exitosa.
Pero, luego de conocer en estas horas, las razones de la renuncia de Méndez y su equipo a su encargo, nos lamentamos que el mismo haya sido una víctima de un sistema insensible, dominado por la burocracia y la politiquería. A Mateo Méndez y su proyecto lo pusieron a prueba contra la más perfecta máquina de impedir, el estado uruguayo y sus miserias.
Esta renuncia es simbólica, emblemática; nos reclama a todos quienes tenemos algún poder de decisión y también a la opinión pública gritándonos que el sistema tocó fondo y es necesario transformarlo en toda su dimensión. Mateo Méndez y su equipo fueron y son exitosos en lo privado, no pueden serlo en lo público, sencillamente porque este último sector ha perdido la sensibilidad necesaria para acometer una gran tarea que sólo puede motivar el patriotismo, la fe o un compromiso ético superior.
El cambio radical que el ambiente en el cual los menores infractores o en conflicto con la ley deben estar contenidos y rehabilitarse, tiene que ver con el lugar, el ambiente, las condiciones y el compromiso ético con sus problemas y con los de la sociedad que deben expresar quienes los traten. Por ello hay que echar por tierra con los viejos mitos que ponen al estado como gestor directo y arriesgar comprometer a la sociedad civil para que se haga cargo de tan magnifica expresa. El financiamiento es obligación del gobierno, pero la gestión es obligación de la sociedad y si el sector privado esta dispuesto y puede hacerlo, pues que lo haga.
Sólo con medidas en profundidad, que no sean cataplasmas sino intervenciones importantes y removedoras pude encaminarse un tema que nos acosa y que se agrava día a día.
En aquel artículo que hacía referencia a la iniciativa al principio de este lamentable fin, bajo el título, “Lo del Padre Mateo. Una buena idea”, decíamos
“…Muchos años después, que como consecuencia de las vergonzosas realidades ocurridas en hogares del entonces INAME denunciadas por el recordado Martín Sturla, aquel lúcido político reclamara que en los temas de la minoridad debía caberle un rol preponderante al sector privado, un gobierno con visión estatista, reconoce la impotencia de sus instrumentos y ofrece a los privados un rol preponderante.
El ofrecimiento al Padre Mateo para que se haga cargo del capítulo de los menores infractores, es una muy buena noticia. No sólo porque expresa un reconocimiento a la experiencia y los buenos resultados obtenidos en una tarea paciente, solidaria, asumida voluntariamente por quienes desde su credo entregan mas de lo que reciben, si no porque constituye un hito en épocas en las que se sublima al sector público y se desconfía del ánimo de los privados.”
Hoy, a la luz de esta triste noticia advertimos la necesidad de ir más a fondo en la idea de comprometer a la sociedad civil en serio en este tema, y evitar las medias tintas, cuyo resultado está a la vista. Si al Padre Mateo y a su experiente equipo se le hubiesen dado más armas y concedido más confianza, lejos de someterlo a la burocracia insensible le hubiésemos ayudado a un éxito que toda la sociedad merece admirar.
No hay que bajar los brazos. Que Mateo no sea otra víctima, sino que lo sea el sistema.
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