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Año III - Nº 202
Uruguay, 06 de octubre del 2006
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Tratados de 1870 y 1992

Graciela Vera
Sentimiento Premonitorio
por Graciela Vera
Periodista independiente
 
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1¿Nunca sentisteis ese sentimiento premonitorio de que hemos perdido una batalla que aún no se ha definido?

Yo personalmente siento como que Uruguay perdió el tren. Llegó unos segundos tarde al andén y la máquina ya estaba en marcha. Corrió detrás pero no pudo alcanzarla por más que hayan habido manos extendidas para ayudarle a subir.

Podrían aducir que el tren jugó con malas artes y partió antes de la última campanada de la hora fijada.

No sería excusa, porque nuestro país no había siquiera llegado al andén. No estaba dónde ni cuando debía.

Y nuestro país somos todos.

Son los uruguayos que pujamos por llegar a tiempo y lo son los uruguayos que se ocuparon de pinchar las ruedas del coche que nos llevó hasta la estación y que no contentos con el retrazo conque nos obligaban a  actuar, cuando se dieron cuenta de que si corríamos podíamos lograr subir,  pusieron otras diez zancadillas en nuestro trayecto.

Pecamos de inocentes.

Inocentes porque competimos pensando en la limpieza del juego.

Tuvimos poco tiempo para analizar estrategias que previnieran  los contratiempos  porque confiamos y no tuvimos presente que si  existe algún modo de retrasar una decisión importante, la buena burocracia, pública o privada, lo encontrará. (Leyes de Murphy – Ley de Parkinson) ¡y vaya si lo encontró!.

Nos ganaron la burocracia y la desidia que, si unidas forman un dúo de terror, cuando se aparean con los procedimientos políticos se convierten en una real pesadilla.

El asunto es que el tren partió sin nosotros y lo trágico de todo ésto es que los que tendrían que haber subido primero, ni siquiera se han dado cuenta.

El tren tenía una ruta marcada pero alguien cambió el itinerario y todavía no sabemos que fue lo que nos dieron a cambio.

¿Lo sabe usted, señor Ministro de Relaciones Exteriores del Uruguay? Porque usted debía haber tomado ese tren y no lo hizo.

¡Bueno!, según tengo entendido últimamente está perdiéndose muchos viajes pero éste es el que a mi, y a los uruguayos que vivimos en lo que la Cancillería promociona como ‘la diáspora que conforma el vigésimo departamento del país’, realmente nos interesa: el de nuestros derechos.

En este caso en particular, los legítimos derechos que nos otorga un Tratado de rango internacional ¿sabe a que me refiero? Historia de un Tratado

¡Claro que lo sabe Señor Ministro!, como sabe que somos muchos los uruguayos con derecho a emitir nuestro voto (muchos los que podemos viajar para sufragar personalmente  y muchos más si se instaura el voto por correo) ¡que pena para su Partido que haga usted tan poco por su estrategia política!

2Pero sigamos con lo que realmente nos interesa. Con el viaje de ese tren que, ya no llevándonos de pasajeros, ni siquiera tuvo que detenerse en la siguiente estación.

Ahora sólo lleva viajeros conscientes de su ventaja. Una prerrogativa que usted les dio.

Porque no podemos culpar a sus supeditados; la batuta la lleva usted y la cabeza pensante es la suya.

Supongo que también es suya la autoridad para aceptar o rechazar acuerdos antes de que otros estrechen la mano en su nombre. Usted es el Canciller de la República ¿o estoy confundiendo los cargos?

Ellos, estimado Ministro, los que sí ascendieron al tren, ellos no van a darnos oportunidades.

Ellos saben lo obstinados que somos los uruguayos cuando reclamamos derechos y lo infatigables que podíamos haber resultado en nuestra lucha y ahora que lograron lo que sus antepasados no pudieron hace 490 años *1  no van a negociar con las joyas de la corona cuando han comprobado que nosotros, los uruguayos de hoy o parte de nosotros también nos conformamos con las cuentas de colores.

¿Puede alguien asegurarme que solamente son las cuentas de colores lo que nos hace perder tantos trenes?

Quiero seguir creyendo que no hay espejitos y todo se debe a un problema de faltas: de sagacidad, de talento, de agudeza y de espíritu de lucha.

¡Pobre de nosotros! Ellos conocen de algunas de nuestras debilidades y de eso se aprovecharon.

Saben de la incompetencia de algunos uruguayos. Por suerte no son muchos pero lamentablemente se ubican equivocadamente en sitios trascendentes, jugando a representar los intereses de una nación cuando no tienen categoría para representar los propios.

Dar categoría de incompetente a alguien no implica analizar su moralidad ni su inteligencia sino su incapacidad para ocupar determinados puestos, sean públicos o privados. 

Si esas personas - no quiero generalizar porque el que haya alguien más propenso a cometer errores (u horrores) que otros, no lo dejan solo en la anarquía general que van sembrando-, tienen poder de resolución, entonces sí debemos comenzar a temer.

En toda sociedad jerarquizada, sus miembros tienden a ascender hasta alcanzar su propio nivel de incapacidad. (Leyes Murphy – Ley de Peter). Algo que en materia política ha quedado reiteradamente demostrado.

Ser un buen opositor o un experimentado orador no garantiza la pericia necesaria  para ocupar cargos de mando en la jerarquía de una nación.

Una cartera, por más que lleve el anagrama ministerial, no puede ser un cheque en blanco, en pago del sillón presidencial.

3Pretendemos seguir creyendo que no hubo mala fe, sólo incompetencia.

Lamentablemente los incompetentes no trabajan solos, lo hacen en equipo y esta vez tampoco pudimos salvarnos de otra ley –universal- - que dice que cualquier error de cálculo estará siempre en el sitio donde pueda causar más daño.

¡Y vaya si se han cometido errores de cálculo en las negociaciones con España!

Se dejó que el tiempo, fundamental para la salud de un entendimiento fue manejado diestramente por el contrincante que incluso fijó la hora de partida del tren.

*1   Cuando los europeos llegaron a América tuvieron la suerte de desembarcar en las islas y el istmo que conocemos actualmente como América Central. Fue una suerte porque allí se toparon con tribus indígenas pacíficas que los recibieron como ‘a los dioses blancos predichos  en sus creencias’ , si en el globo terráqueo España hubiera estado ubicada más al sur, posiblemente hubieran topado con habitantes más belicosos, como los indios charrúas o guaraníes que habitaban nuestras tierras.
En 1516, cuando Juan Díaz de Solís desembarcó en la margen norte del que llamó ‘Mar Dulce’ no tuvo tiempo de cambiar espejitos. Él y sus hombres fueron brutalmente masacrados por indígenas de la etnia charrúa.
Hoy podría parecer una barbarie, pero mirándolo bien, fueron los primeros en expulsar inmigrantes no deseados.

*2 -  En Canarias y en pocas semanas en Barcelona las asociaciones de uruguayos presentan recursos en forma casi masiva tratando de que se aplique  el derecho por vía de la repetición de sentencias favorables.

Almería, en el sur del norte, octubre 6 de 2006

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