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Año III - Nº 202
Uruguay, 06 de octubre del 2006
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Fernando Pintos Dos hijos defendiendo
a sus padres 30 años después

por Helena Arce

 
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Creo que toda la audiencia, los que son sus seguidores, y aquellos que solo los vemos por casualidad, quedamos  paralizados ante la emisión emitida hoy por canal 10, del programa Zona Urbana.

Hoy el Dr. Pedro Bordaberry, concurrió al programa a presentar evidencias para defender a su padre.

En lo personal, lamento no poder decir que esas evidencias me demuestren la inocencia de Juan María Bordaberry. Un hombre que traicionó su juramento de honor,  realizado al asumir como Presidente constitucional elegido por la ciudadanía,  democráticamente en nuestro país.

En lo que a la acusación de violación a la Constitución se refiere, por lo menos.

Tampoco me quedó claro si es o no posible, que él supiera que iban a matar en Buenos Aires a nuestros dos legisladores  allí exiliados, y no olvidemos que Wilson iba a correr la misma suerte, y se salvó de casualidad.

Sin duda nos demostró, el amor infinito que un hijo  tiene hacia su padre. Pues cuestionando su accionar, confesándose demócrata, intenta defenderlo aun en esto, por lo menos intentando buscar en el contexto histórico, justificaciones al accionar de su padre.

Hoy tal vez, el Dr. Pedro Bordaberry haya sepultado definitivamente su promisoria carrera política, tal vez no, eso lo sabremos, únicamente cuando la historia haya transcurrido. Pero como el mismo dijo, a veces hay prioridades, y hoy la suya es defender a su padre, intentando encontrar la verdad, y buscando se haga justicia.

Quedó en evidencia sin duda, el doble discurso del Senador de la República Rafael Michelini, quien en lo privado le manifiesta que él tiene la “convicción” que Bordaberry no tuvo nada que ver en el asesinato de Zelmar Michelini, mientras en el juzgado declara que Bordaberry es el culpable de su muerte.

Si estuvo bien Bordaberry hijo,  en grabar las conversaciones  sin avisar que lo estaba haciendo, o no, no me atrevo a juzgarlo. No se que hubiese sido capaz de hacer yo, por defender a mi padre. Sería muy fácil para mí opinar, pero tuve y tengo la enorme suerte de no haber tenido nunca que defender a mi padre, su figura siempre fue mi  orgullo, y el que haya sido su hija siempre me ha proporcionado elogios,  de quienes lo conocieron.

Creo que más que nada, la defensa de este hijo a su padre, hecha desde el corazón, como se traslucía en sus palabras, busca  que no lo acusen de homicidios que él cree,  no cometió.

No puedo saber si Juan María Bordaberry estaba al tanto o no, de que iban a asesinar a Michelini, a Gutiérrez Ruiz y a Wilson, creo que será difícil saberlo a ciencia cierta, cuesta creer que desde su cargo no lo supiera, es probable que aunque lo supiera no pudiera impedirlo.

Quienes no éramos en esa época tan pequeños, como si lo eran estos dos hijos, hoy enfrentados por sus padres, sabemos que en aquellas épocas quienes dirigían el ejército, eran como  caballos desbocados, dispuestos a liquidar todo lo que se interpusiera a su paso.

De lo que yo acuso a nuestro último presidente constitucional, previo al inicio de los oscuros años que asolaron a nuestro país, es el haber aceptado el golpe de estado,  no haber defendido la democracia, al pueblo que lo había elegido para un cargo que nunca debió ocupar. Deshonrando su juramento. Si ello fue porque creyó que podía ser menos grave lo que ocurriría si el seguía allí, que si no, para mi no le hace a la cosa. Un Presidente de un país demócrata, ante semejante circunstancia debe defender con su vida si es preciso, el juramento que hizo. Y si no, como dijo su hijo, irse para su casa.

No quiero ahondar en la figura de este prescindible personaje para los uruguayos, que mucho mejor nos hubiera hecho si  hubiese seguido dedicado a su campo, en vez de entrometerse en la política.

Pero sí de la valentía de su hijo, quien es capaz de jugarse sus posibilidades políticas futuras, por el amor a su padre. Un hombre que demostró sus talentos, siendo en un terrible gobierno, un excelente Ministro de Turismo.

Tampoco quiero cargar las tintas sobre Rafael Michelini, un hombre sin duda marcado por lo que sufrió su familia, quien sin duda no da con la talla del personaje que fue su padre. Pero es entendible su necesidad de saber la verdad, de descubrir quien lo dejó huérfano siendo un niño y desmembró su familia.

Debo reconocer que es algo que necesitamos todos los uruguayos, saber quien o quienes fueron los que terminaron con la vida de Gutiérrez Ruiz y Michelini, dos hombres que honraban su investidura y hubiesen podido hacer mucho por nuestro país. Ambos pertenecían, junto a Wilson  y a Seregni,  a esa raza hoy, casi en extinción, habían elegido la política para servir a su pueblo, no para vivir a expensas de él.

Pero más allá, de todo ello, la impresión que sentí, fue la inmensa pena de dos hombres jóvenes, enfrentados por hechos que ocurrieron hace tantos años.  Dos familias cuyas tragedias deberían dejarnos una lección inmensa a todos los seres humanos.

Una familia, que sufre porque llegó el momento en que un hombre, ya anciano,  debe rendir cuentas de su accionar, de sus equivocaciones, de sus horrores;  sin embargo no deja de ser el padre al que aman y quieren defender. Aun cuando como bien dijo, el Dr. Pedro Bordaberry, él no comparte sus teorías antidemocráticas, intenta justificarlo en que los hechos lo dejaron en medio de una situación que no supo enfrentar. Sin embargo no puede aceptar que se tilde a su padre de asesino, y busca poder demostrar su inocencia.

Y otra familia, marcada por la tragedia, de un padre cuya vida fue truncada cobardemente, y sus hijos apresados, secuestrados y exiliados.

Ahora bien, como bien dijo el Dr. Pedro Bordaberry, el hecho de la muerte de Zelmar Michelini, una pérdida irreparable para su  familia, y el Uruguay entero, pues así lo fue, como la de Gutiérrez Ruiz, no se arregla con meter preso a Bordaberry por ello,  si él no fue  responsable.

Cuando los delirios triunfan, cuando aparecen seres convencidos de  haber sido tocados por la varita mágica,  sabiendo  lo mejor para todos y creyéndose  habilitados a imponérnoslo a los demás por la fuerza, es que todo termina  en hechos como estos.

Nosotros sufrimos en aquellas épocas, de las intransigencias de varios iluminados, que entendieron tener la solución, menospreciando a los demás que no éramos capaces de darnos cuenta que lo que ellos pensaban era lo correcto, por lo tanto debían salvarnos por la fuerza. Primero los guerrilleros, luego algunos militares que lograron hacerse con el comando del Ejército Nacional.

Así hoy, 30 años después, todos seguimos sufriendo las secuelas de esos desatinos.

En este enfrentamiento público, de dos hombres luchando por defender a sus padres, por hechos que ocurrieron cuando ellos eran solo niños, se reflejan las tragedias de miles de uruguayos que pasaron por situaciones similares, pero que no son tan conocidas.

Y hoy que vemos el mundo ir dividiéndose, jineteando caballos desbocados por fanatismos de toda índole, debemos estar atentos. Enfrentarlos con las armas de la razón,  buscando la paz, recordando que todos los hombres somos hermanos, aunque pensemos diferente.

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