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Año III - Nº 202
Uruguay, 06 de octubre del 2006
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Ser ambientalista en Entre Ríos tiene sus ventajas. Si a eso se le suma una posición ultramediática, demostrando públicamente su oposición a las plantas de celulosa uruguayas (en lo posible, rasgando las vestiduras e insultando al pueblo uruguayo), es seguro que se llega lejos. Lejos, en argentino lenguaje, significa lisa y llanamente obtener un buen cargo público.

Uno de los primeros en gustar las mieles de la política fue Horacio Melo, uno de los referentes de la Asamblea Ciudadana de Gualeguaychú. Este asambleísta logró llegar a la Comisión Administradora del Río Uruguay gracias a su participación en la cruzada entrerriana contra cualquier emprendimiento industrial que ose instalarse fuera del territorio argentino. Como buen político que es ahora, Horacio Melo no tuvo problemas en visitar la residencia del embajador uruguayo para conmemorar una fecha patria oriental y, de paso, compartir unos brindis.

El mejor puesto, sin lugar a dudas, fue obtenido por Romina Picolotti, la peculiar ambientalista que dirigió - gracias a las inversiones de la multinacional Ford, el gobierno provincial entrerriano y la embajada británica - hasta hace unos meses el CEDHA. Convengamos que el sinnúmero de acciones, declaraciones, discursos y comunicados de prensa que realizó Romina Picolotti en contra del gobierno uruguayo, el pueblo uruguayo y las industrias que desean instalarse en territorio uruguayo sólo podían ser premiadas con un cargo importante. Ser secretaria de Medio Ambiente en Argentina es, sin lugar a dudas, un excelente cargo: las prebendas y las coimas de los industriales permiten alcanzar un excelente estándar de vida ( María Julia Alsogaray es el referente principal), no es necesario enfrentarse a lobbies industriales ya que en Argentina la contaminación no se persigue, no se pena y no se multa y, por sobre todas las cosas, la tarea más ardua y pesada consiste en firmar en tiempo récord (y sin ningún Estudio de Impacto Ambiental) permisos de relocalización de industrias contaminantes, para que sigan afectando el medio ambiente, pero, eso sí, lejos de las cámaras de televisión que van a filmar la miseria del Riachuelo.

Estos íconos del progreso político, del 'este cargo lo obtuve gracias a mi gloriosa lucha ecologista y lo usaré para combatir la contaminación que se produzca en cualquier punto externo al territorio argentino ', son emulados día tras día por decenas de ambientalistas, políticos de medio pelo, candidatos a intendencias, concejales y casi cualquier otro especimen perteneciente a la corrupta clase política argentina.

Por supuesto, todos ellos cuentan con un aliciente. El que no asume una defensa a ultranza del patoterismo gualeguaychense es defenestrado, insultado y, en la mayoría de las ocasiones, destituido sin ningún miramiento.

Varios delegados argentinos ante la CARU ya corrieron, hace algunos meses, esa suerte. Se atrevieron a sugerir que la responsabilidad del conflicto por las plantas de celulosa correspondía a la Cancillería Argentina, que había aceptado oficialmente la instalación de – por lo menos – una de ellas.

Hace unos días le tocó el turno a Fernando Stockli, el director de Medio Ambiente de la Municipalidad de Gualeguaychú. Según fuentes del propio municipio, la separación de Stockli "era esperada en el gabinete, no sólo por su gris actuación en materia de lucha por el NO a las papeleras, sino fundamentalmente porque los tiempos ya se habían agotado".

La realidad es que a Fernando Stockli no sólo le bajó el pulgar la Asamblea Ciudadana de Gualeguaychú, sino que además se atrevió a cuestionar la producción agrícola de la zona. Como es bien conocido por todos, muchos de los dirigentes ambientalistas de esa ciudad son importantes productores sojeros que utilizan agrotóxicos sin ningún control.

Una noticia publicada en un medio de prensa gualeguaychense, y que tenía como cometido final mencionar las 'maravillas' de la planta de tratamiento de efluentes de esa ciudad, terminó desnudando la contaminación que aún hoy se sigue generando en la zona de Gualeguaychú (así como en el resto de la provincia de Entre Ríos). Fernando Stockli, comentando sobre el funcionamiento de esa planta, explicó que "tenemos muchos cultivos agrícolas en la zona y eso nos ha traído que hoy en el río encontremos algunos valores de plaguicidas que nos preocupan ".

Para que no quedaran dudas del origen de esa contaminación, Fernando Stockli dijo que "vemos que los productos que se utilizan para fumigar en los campos terminan en el río, a través de los arroyos ".

Y, por si hacía falta responsabilizar directamente a algún sector en particular, Fernando Stockli detalló que la contaminación se debe "al incremento de la producción de soja y por consiguiente al aumento de la utilización de agroquímicos ".

Lamentablemente, Fernando Stockli confundió los tantos, pensó que debía ser "ecologista" y denunciar TODOS los actos de contaminación, cuando la realidad muestra que, en Argentina, sólo alcanza con oponerse a emprendimientos industriales que se instalen en países vecinos (y si es un país pacífico, tolerante y pequeño, mejor).

El cargo de Fernando Stockli es ocupado actualmente, y como no podía ser de otra manera, por uno de los referentes más conocidos de los ambientalistas: Javier Villanueva . Este dirigente ganó varios puntos dando una particular versión del fallo del Tribunal Ad hoc del Mercosur, anunciando que el mismo "significa acompañar la postura de Gualeguaychú". Contradiciendo su propia frase, días después dijo que " más allá de lo que plantee el Tribunal del Mercosur, es definición de la Asamblea, que es soberana, que recurrirá a los cortes de ruta cuando no queden más alternativas. El corte es una herramienta para ser usada ".

Incoherencia + Falta de respeto a las leyes del Mercosur + Postura mediática = mantener el cargo actual y cosechar mejores puestos públicos.

Estas anécdotas, que pintan de cuerpo entero la 'agenda ambiental' de Néstor Kirchner, nos alientan a ofrecer, desinteresadamente, un consejo a los dirigentes políticos y sociales argentinos: sean ambientalistas, sean ecologistas, sean defensores del medio ambiente… pero de mentiritas. Están en Argentina, que no se les olvide.

Publicado en Bustismos

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