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Gracias por no fumar por Raúl Seoane |
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El título de este artículo corresponde a una película que este viernes se estrena en Montevideo y que me dio pie para escribir estas líneas, porque hace mucho tiempo tenía ganas de hacerlo, y diversas razones me lo impedían.
Antes que nada, debo aclarar que soy un gran fumador. Comencé hace de 45 años a largar humo y por más restricciones, prohibiciones y decretos presidenciales, voy a seguir fumando hasta mi muerte, porque para este vicio de casi medio siglo no existen suficientes decretos o prohibiciones fascistoides que obliguen a terminarlo.
Desde este lunes, en la ciudad de Buenos Aires está prohibido fumar en los espacios públicos. Esta ley que lo prohíbe, es altamente resistida por un gran espectro de la población porteña, fumadora y no fumadora, y aprovecho para transcribir parte de un artículo publicado por “Tribuna de Periodistas” y que refleja mi pensamiento.
La peligrosa obsesión "anti-tabaco"
A pesar de su aparente irrelevancia, esta norma abre un fuerte debate sobre los cimientos mismos de la organización de nuestra sociedad y de los valores que la sustentan, especialmente si las mayorías pueden violar la libertade individual reconocida por la Constitución Nacional , en algunos casos de forma directa, en otras, abriendo ventanas para nuevos atropellos a la libertad de elegir.
En consecuencia, consideramos necesario referirnos a los siguientes puntos:
-Las mayorías legislativas pisotean los derechos de propiedad privada: La mencionada norma pasa por encima el derecho a usar y disponer de la propiedad privada protegido por la Constitución Nacional. Basada en una concepción de supuesta "salud pública" atenta contra el fundamento mismo de la libertad individual: el derecho de los propietarios de restaurants, bares y shoppings a elegir qué tipo de servicio desean brindar a sus clientes, sea libre o no libre de humo. De esta forma se "socializa" la propiedad y no permite a los dueños adaptarse a la demanda de sus clientes.
-Las mayorías legislativas nos dicen qué es bueno y qué es malo para nuestra salud: Suponemos que no somos niños ni adolescentes pues podemos votar y elegir a nuestros gobernantes, pero aún en la edad adulta no son nuestros padres sino los legisladores quienes nos indican qué es bueno y qué es malo para nuestra vida.
De esta forma, el sustento implícito de la ley anti-tabaco es que fumar es malo y el 34% de los argentinos que lo hacen, están equivocados o enfermos. Contrariamente, lo que sí es legítimo es la exacción involuntaria de recursos vía impuestos para dedicarlos a generar conciencia sobre los perjuicios de fumar.
Siguiendo este razonamiento, no sería extraño que en no mucho tiempo se impida a los bares y restaurants vender comida que no sea libre de colesterol, cafeína, alcohol, carnes rojas, azúcar o comidas rápidas, o que en otros ámbitos se prohíba el sexo, el juego u otras cuestiones consideradas "malas" para la ciudadanía por las costosas y arrogantes burocracias.
Si se permite a los representantes de las mayorías decidir qué es posible consumir y hacer y en qué condiciones, la libertad se halla seriamente amenazada. El supuesto de la ley es una concepción peligrosamente paternalista que parece saber centralmente qué hace y qué no a la felicidad de cada persona, atacando la raíz filosófica de nuestro derecho a elegir.
-Las mayorías legislativas no perciben la ausencia de "externalidades negativas". Las medidas anti-tabaco ni siquiera son sostenibles desde el argumento técnico de la existencia de externalidades negativas -esto es que el humo generado por un fumador afectará a un tercero o "fumador pasivo". Esto es porque -hasta la vigencia de la nueva ley- cuando alguien entraba a un bar o restaurant lo hacía de forma voluntaria, así como el dueño del establecimiento también determinaba en función de la demanda de sus clientes si este era libre de humo, mixto o lleno de humo.
Al respecto, afirma Lorenzo Bernaldo de Quirós en su artículo "La Ley Seca del Tabaco" que el mercado proporciona los incentivos necesarios para satisfacer las preferencias de todos los consumidores sin que el Estado tenga que intervenir. En consecuencia habrá cines, restaurantes, centros comerciales, líneas aéreas etc. para fumadores y otros para no fumadores y el equilibrio entre unos y otros dependerá de la intensidad de la demanda tanto como de la calidad de la oferta.[1]
En síntesis, la nueva Ley anti-tabaco en vigencia en la Ciudad de Buenos Aires es un ejemplo de cómo la voluntad de la mayoría atenta contra los derechos individuales, imponiendo a los propietarios de negocios la prohibición de fumar y suponiendo de forma arrogante conocer qué hace a la felicidad de los ciudadanos en forma uniforme.
Es necesario que en una sociedad abierta, que tenga a los derechos de los individuos como eje central, cada vida es un proyecto sagrado, una elección permanente, un aprendizaje a través de un proceso de prueba y error en un contexto de toma de riesgo, una selección dinámica y permanente de valores, prioridades y preferencias. Cada ser humano es un fin en sí mismo, único e irrepetible, cuya esencia sagrada no debería ser pisoteada por mayorías legislativas.
Gabriel Gasave y Martín Simonetta (2)
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Es muy común escuchar en los defensores de la Ley Antitabaco de que el fumador pasivo corre más riesgo que la persona que fuma, que le hace más daño. Esta aseveración es una total mentira, porque hasta la fecha no existe un estudio serio que lo compruebe, dicho esto por especialistas en la materia. Sin embargo es más fácil creerlo si se repite cien, mil, diez mil veces, tal como lo decía Goebbels “una mentira repetida mil veces termina siendo verdad”.
El gobierno de Tabaré Vázquez está avanzando sobre nuestros derechos individuales, y avanza también sobre la Constitución Nacional y sobre la libertad empresaria que tanto necesitamos para construir el despegue del “Uruguay productivo” con que se llenan las bocas los adláteres frentistas.
Mucho me extraña la pasividad de los ciudadanos ante estas medidas que lesionan nuestras libertades. Los argentinos ya iniciaron juicios por anticonstitucional a esta Ley, en tanto en nuestro país el decreto fascista (3) continúa sin resistencia.
¿Cual es la razón de que los gobiernos que se llaman progresistas terminan siendo más fascistas [3] y totalitarios que aquellos a quienes combaten?
Y aquí es pertinente destacar el humor uruguayo: “Suerte que tenemos un presidente oncólogo, porque si fuera sexólogo… “
[1] Lorenzo Bernaldo de Quirós, "La "Ley Seca" del tabaco". Cato Institute, Washington DC, EEUU.
[2] Gabriel Gasave es Investigador Asociado y Martín Simonetta, Director Ejecutivo, de la Fundación Atlas1853.
[3] fascista - Sinónimos: autoritario, totalitario, facha. - Diccionario Espasa Calpe
fascista - Excesivamente autoritario - Diccionario de la Real Academia Española
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