Año III - Nº 112 - Uruguay, 7 de enero del 2005

 

 

 

 

El otro Maldonado
Por Helena Arce

Leemos en los periódicos, vemos en televisión, escuchamos en la radio, las repercusiones de las fiestas en Punta del Este y aledaños. El Conrad, el Mantra, los famosos, los boliches, el mundanal ruido, los espectáculos, los "fashion", etc., etc.

Yo recuerdo mis propias impresiones cuando no era este mi sitio de trabajo, y todo esto era para mi, con mi idiosincrasia tan uruguaya, y orgullosa de serlo, escuchaba todo eso, con un poco de desprecio. Yo me iba a San Luis, el mítico balneario de Canelones, de la playa más hermosa, donde disfruté al mango mi adolescencia, donde el que bajaba a la playa parecía la "Reina del Carnaval" saludando a todos. Allí tenía mi "barra" de amigos, crecimos juntos, y compartíamos: la playa, los bailes, los fogones nocturnos, la pesca a la encandilada, las reuniones para jugar a las cartas, el inolvidable "Carioca" en el que impartíamos horas alrededor de una mesa, mientras el mate pasaba de mano en mano, las partidas de truco, la lotería de cartones hoy devenida en bingo, la generala. Punta del Este era únicamente en esas épocas, el paseo familiar de un día del verano, con preferencia a Piriápolis, a pescar a Punta Fría, luego comprar mejillones que se comerían en la cena y posiblemente una pequeña recorrida por Punta del Este a visitar Casa Pueblo, la Ballena y el puerto.

Pero por esos avatares de la vida, el destino me trajo aquí a vivir, y descubrí el otro Maldonado, el de la gente que trabaja y entendí.

El otro día en Montevideo conversando con la dueña de un quiosco, le explicaba: "Tenemos que verlo como un producto que vendemos, y por ello está armado de acuerdo al gusto del que lo va a comprar, acá en tu quiosco posiblemente tengas mercadería que no te gusta, pero hay gente que la compra, por ello la vendes, pues te deja ganancia que te permite vivir, eso es Punta del Este para el Uruguay" y ella me dijo: "Sí, tenés razón, nunca se me había ocurrido mirarlo desde ese punto de vista:"

En Maldonado, cuando vuelve el turismo, la gente revive, estos años de terrible recesión, la cara de los lugareños estaba crispada.

Estos días donde hay turismo, uno cuando se encuentra en la calle con la gente del lugar siempre es corriendo, un breve saludo con la mano, una sonrisa rápida y un "nos vemos y hablamos después, ojalá que sea en abril". Los horarios son largos y cansadores, mientras el resto del Uruguay merecidamente descansa, en el departamento de Maldonado la gente esta en plena zafra. Atendiendo al turismo a la hora que este lo necesite, buscando el nicho de mercado, el servicio diferente que le de la oportunidad a merecer la elección de los exigentes turistas.

Aquellos que son empleados dependientes, esforzándose para cumplir el trabajo encomendado que le permita recibir la paga que haga la diferencia y le permita subsistir sin importar como se presente el invierno. Si bien ya pasaron aquellas épocas en donde se podía trabajar como locos en verano y con ello sobrevivir sin más, ahora aquí también la gente debe trabajar todo el año, pero los sueldos cambian sustancialmente al finalizar la temporada, y la diferencia obtenida en el verano permite tener una vida pareja en cuanto a los gastos que hay que solventar. Esta situación no deja de ser saludable, la vida se ha vuelto más normal en la medida que la gente trabaja todo el año, pues en aquellos años donde había trabajo solo en el verano y con ello se vivía, no resultaba saludable para la forma de encarar la vida.

No es raro ver en estos pagos a adolescentes casi púberes trabajando, muchos de ellos la paga que reciben se la dan sus propios padres al empresario que los "contrata", pues en realidad la idea no es en sí el trabajo, sino mantenerlos ocupados, que no se confundan, ellos no son turistas y el que estén ociosos ha dejado tristes experiencias. Muy posiblemente el próximo verano el mismo empresario, u otro ya los contrate y les pague él mismo, pero al principio el dueño del comercio, normalmente amigo de los padres del "joven empleado", oficia como una especie de "improvisada niñera" que lo mantiene ocupado en tareas suaves, pero si sanas y les enseña a trabajar, la disciplina, la responsabilidad, saberse útiles, aprender a recibir una remuneración a través de su propio esfuerzo y por sobre todo cumple el pedido de los padres de mantenerlo alejado de peligrosas tentaciones. Padres que están como el "patrón" del "trabajador" a full y que posiblemente cumplen la misma función con los hijos de éste o de otros habitantes de Maldonado.

Los dueños de los comercios también cumpliendo horarios interminables junto a sus empleados, nerviosísimos esperando que las fuertes inversiones en las que hay que incurrir para darle la imagen al comercio que el turista de la zona requiere, se recuperen, inversiones muy importantes para dos o tres meses. Gastos fijos altos a recuperar en poco tiempo, y ganancia que no solo debe darle para mantener el comercio abierto todo el año, muchas veces con escaso margen o sin él, pero que lo ayuda a mantener las fuentes de trabajo que terminan beneficiando a todos, sino también mantener a su familia y solventar las inversiones que habrá que realizar para el próximo año, pues la imagen deberá verse renovada para el turista de forma de volverlo a atraer cuando vuelva. La competencia es feroz en esta zona de nuestro maravilloso país, y eso es bueno pues aquel que más se esfuerza verá su recompensa, pero la lucha es permanente y muy grande.

También existe el "peligro" de la llegada de los inspectores, aun para aquellos que intentan cumplir en la medida de lo posible al máximo sus obligaciones tributarias, pues sabido es que los impuestos de este país son muy altos, pero además muchas veces los Inspectores que llegan vienen con estadísticas de renta de los comercios que no contemplan las fuertes inversiones a recuperar en pocos meses, inversiones en las que se deberá incurrir nuevamente pues la imagen debe ser renovada. Y todos aquellos, inclusive los que llevan sus cuentas de forma prolija y cumplen sus obligaciones estrictamente, tiemblan cuando ven aparecer por su comercio a estos personajes munidos de carpetas. Debo quebrar una lanza por los Inspectores, la inmensa mayoría, ha aprendido por la experiencia a bajar a la realidad las expectativas recaudatorias, y en mis 14 años de trabajo en esta zona, jamás me topé con alguno que tuviera prácticas indecorosas.

Hoy quiero hablar especialmente de los empleados públicos, sobre todo en estos años donde tanto palo se les ha dado con justificación en varios casos, pero haciendo pagar justos por pecadores, en la generalización.

Ocupémonos de los empleados públicos de Maldonado, pues aquí en estas épocas ellos también viven su zafra, y de nada valen los procedimientos que ponen plazos a los trámites. Siempre ocurre que se forma un nudo, un cuello de botella, pues las inversiones son altas y hay que pensarlas y repensarlas, pues nunca son seguros los retornos. Por ello los trámites siempre van quedando para lo último, y los plazos fijados para que estos se cumplan en la realidad desaparecen, pues la fecha de largada de la temporada coincide con la llegada de los turistas, y no se puede dejar a estos sin servicio, ni trancar la apertura de los comercios que inhiba el retorno de la inversión, y dejar sin trabajo a todos aquellos que cuentan con la apertura de ese comercio para prestar sus servicios en él. Pero todo esto hay que lograrlo cumpliendo al mismo tiempo con las normas de seguridad establecidas, normas que nos dan garantías a todos.

Este año atomicé a los empleados de UTE, y cumplieron. El Jefe Técnico de Punta del Este, el Sr. Dupré, Graciela, la empleada que atiende la oficina comercial, pusieron todo de sí para que cumpliendo con las normas, las cosas salieran a tiempo. Y con buena disposición, entendiendo los problemas, y aportando soluciones, siempre dentro de sus posibilidades, cumpliendo con las pautas de la dirección de la empresa.

¿Que decir de la Jefatura de Policía de Maldonado? Esa que solo sale en los diarios cuando hay algún hecho oscuro, sin embargo todos sus integrantes desde los funcionarios administrativos de las distintas reparticiones, Investigaciones, Coordinación, Secretaría, Servicio Civil (222), hasta los agentes que cumplen el servicio, sin obviar un trámite de los exigidos para cumplir todos los requisitos legales que a todos nos salvaguardan, con buenos modos, con consideración, esforzándose al máximo dieron todo de si, y las cosas salieron, en tiempo y a punto.

Y quiero remarcarlo, con alegría y orgullo de ellos por ser uruguayos, ninguno pidió nada a cambio, simplemente cumplieron su trabajo a sabiendas que la única recompensa sería el sueldo que los organismos donde trabajan les pagarán como lo hacen habitualmente. Es más cuando agradecida por haber logrado obtener los permisos correspondientes a tiempo, permisos que igual se iban a obtener por haber hecho las cosas correctamente, pero que podían llegar tarde por el tema de la burocracia, y que por la eficiencia y la eficacia, la gentileza y la dedicación de los funcionarios involucrados en ambos organismos, llegaron a tiempo y en fecha, les envíe unas masitas, no querían aceptarlas, se sintieron violentos. Debí suplicarles que lo hicieran y entendieran que era simplemente mi forma de festejar con ellos, la alegría del trabajo cumplido. No una recompensa a su esfuerzo personal.

Hoy quise compartir con ustedes esta parte de la historia, pues a pesar de los pesares, aun no tenemos claro todos los uruguayos, lo que representa para todos nosotros, independientemente del punto del país donde vivamos, y a la profesión que nos dediquemos. Normalmente las noticias que nos llegan hablan del disfrute, pero omiten el esfuerzo, el sudor que hay atrás de tanto brillo. Y ese trabajo significa una diferencia importante para nuestro país, el turismo es una exportación directa del trabajo de nuestra gente, ingresan al país divisas frescas que ayudan a las cuentas públicas, divisas que, además, ingresan de forma directa al bolsillo de la gente por el pago de sus salarios, por la ganancia de sus inversiones, convirtiéndose en una fuente que se autodistribuye en forma inmediata. Ello va luego al consumo interno, esos dineros son gastados el resto del año dentro del país, por los lugareños, mucho más de cien mil personas residentes, quienes deben educar niños, darles de comer, vestirlos, pagar su salud, y mantenerse a si mismos, también disfrutar de las merecidas vacaciones luego de su trabajo. Existen también, en temporada las famosas "guarderías" donde los más pequeños son atendidos y recreados por personas especializadas, mientras sus padres trabajan de sol a sol.

Esos dineros también van a los bolsillos, además, de miles de personas que llegan de todo el país a trabajar aquí en temporada. Esas personas vienen y con los dineros ganados en Punta del Este, La Barra, José Ignacio, Piriápolis, el mismo Maldonado, San Carlos ayudan a mantener a sus familias, aliviando las economías de los lugares donde residen. Y están los estudiantes, futuros médicos, abogados, licenciados en ciencias, profesores, electricistas, mecánicos, maestros, ellos "bancan" sus estudios con lo que recaudan trabajando aquí en temporada.

Por ello hoy quise invitarlos a dar conmigo un vistazo al "otro Maldonado".