Vetando inversiones * Javier Garcia

La Intendencia de Montevideo, por razones meramente ideológicas, se suma a la Argentina para vetar importantes inversiones en nuestro país.

Argentina pretende vetarnos nuestras inversiones en el litoral por razones ambientales, mientras en Montevideo, insólitamente, la Intendencia veta una importante inversión por razones ideológicas.

La contradicción es manifiesta y nada puede explicar, salvo una arquitectura de razonamiento muy atrasada, que defendamos con calor, como corresponde, la radicación de emprendimientos en el litoral que generarán empleo y oportunidades llegando al límite de tener el peor enfrentamiento diplomático que se recuerde con Argentina por estas obras, y simultáneamente neguemos la posibilidad que inversión genuina se radique en la capital del país.

Zonamérica está en ruta 8 en su continuidad con Camino Maldonado. Desde tiempo atrás su intención es proyectar un complejo que a partir de su extensión signifique una inversión que ronda los 500 millones de dólares (la tercera parte de la inversión de Botnia y Ence juntas). La idea que se conoce es la de construir una zona residencial para 20.000 personas, un hotel, oficinas, campus universitario, salas de convenciones y cines, y otros servicios. Es obvio que este emprendimiento cambia radicalmente la dinámica de la zona Este de Montevideo y agrega a ella un valor que desgraciadamente perdió por cuanto desde su perfil rural y productivo, que tuvo en el pasado, a su realidad actual de amplios campos vacíos y despoblados hay una distancia.

La construcción de este complejo, según informó el periodista Javier Lyonnet en El País, demandará, atiendan la cifra, 1.500.000 jornales directos e indirectos. El emprendimiento finalizado dará lugar de trabajo a una cifra superior a las 6000 personas que se dedicarán a la provisión de servicios para las que allí habiten, y también lo harán en las empresas que se instalarán. Como éstas se vinculan a la informática y a las comunicaciones seguramente la mayoría de los trabajadores serán jóvenes y muchos de ellos estudiantes.

La Intendencia de Montevideo, por intermedio de su Unidad Central de Planificación se niega a este desarrollo debido a la calificación que tienen las tierras donde se radicará, que prevé que ellas sean de uso agrícola. Un asesor municipal dijo que esos predios constituyen lo que se denomina Montevideo rural productivo, y la posibilidad del emprendimiento se encuentra fuera de lo que establece el Plan de Ordenamiento Territorial. Aducen también que la propuesta genera un barrio cerrado, y que no están de acuerdo con ello.

La gran discusión en verdad no es técnica, es ideológica. Las autoridades de la Intendencia de Montevideo no tienen un plan estratégico para generar inversiones en la capital. No se puede sostener con un mínimo de seriedad que los predios deben destinarse exclusivamente a la producción agropecuaria, porque, por más que lo digan las reglamentaciones, la realidad es que nadie va a radicarse allí por que un decreto se lo indique. Es como cuando el régimen húngaro, en épocas del socialismo real, plantaba naranjos a orillas del lago Balatón, a pesar de las heladas del lugar. Por más que lo decretara el gobierno, los naranjos se morían antes de nacer.

Pero además confunden porque es tan productivo plantar cebollas o papas, como generar servicios, dar trabajo a electricistas, plomeros o panaderos, y movilizar una zona tan vasta donde en el área de influencia están Punta de Rieles, Puntas de Manga, Villa García o Villa Don Bosco.

La posición negativa ante este emprendimiento es la misma que tenía el FA, antes de asumir el gobierno, con respecto a la instalación de las plantas de celulosa. Los argumentos de los "ambientalistas" de Gualeguaychú eran aplaudidos en aquel entonces por los dirigentes frentistas. Ahora se han dado cuenta de lo importante de la inversión y cuan falaces eran las críticas.

Muchos puestos de trabajo se generarán en el litoral, a pesar del piquete ambientalista, y muchos más aquí, si lo permite el piquete ideológico.