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La lírica guitarra |
* Fernando Quiroga |
Ésta semana he pensado en ustedes, primero porque no pude mandar la paginita semanal que desde octubre vengo escribiendo para éste boletín.
Después porque me tocó hacer un concierto con obras de autores de los que he escrito hace poco en ésta página.
El amigo Raúl encontró los retratos de Carulli, Giuliani y Sor para ilustrar mis escritos, y precisamente de estos autores tuve que acompañar algunas canciones.
Carulli por ejemplo, escribió los acompañamiento de obras de Rossini que son muy conocidas de todos, "Amene Selve" o "Conserva-ti fidele" son temas que todos ustedes recordarían fácilmente.
Las señoras de la sociedad parisina que debían cantar acompañadas por él, se debían sentir como Pavarotti amplificado acompañadas por una humilde guitarra, en lugar de la portentosa orquesta rossiniana.
Si hubieran cantado en condiciones normales no las oiría ni la camisa que llevaban puesta, mientras que con una guitarra la cosa cambia bastante.
Las obras de Moretti, por ejemplo, con sus letras picaronas que recuerdan las zarzuelas del Madrid en que vivió, hacían interpretarlas conteniendo la risa a los cantantes, la sensualidad, el guiño de "La insinuación" o "El descuido" en las voces de los cantantes del departamento del conservatorio en que yo trabajo, eran siempre presentes.
Sutil, delicado, eterno ángel de la guitarra española, la música de Sor en "Mis descuidados ojos", la melodía que desciende ceremoniosamente hasta encontrarse con el acompañamiento, es todo un referente en la obra del genial compositor catalán.
Giuliani con obras como "Confuso smarrito" donde plantea un diálogo entre la voz y el instrumento que sólo lo puede hacer un músico de su envergadura, conocedor profundo de las tesituras y del contrapunto, don Mauro para siempre en el recuerdo.
Fueron 22 canciones interpretadas por 11 cantantes distintos, la humilde guitarra dejando siempre su voz en la voz de todos, en el auditorio del Museo de Historia de ciudad donde yo trabajo.
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