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No preguntes lo que tu país te puede dar, sino lo que tú puedes darle a él.
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Año V Nro. 389 - Uruguay, 07 de mayo del 2010 |
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La verdad que no. Hoy tuve un día complicado, confundí el horario y el día de una reunión, salí corriendo y la tenía mal anotada en la agenda. Me fui a trabajar, y en medio de ello tuve que llamar a un “hijo”, no mío por suerte, para pedirle por favor, y con la mejor cordialidad que fui capaz, que fuese a ver a su madre, a la que hace más de dos meses que no ve, estando ella muy enferma y con periodos de pérdida de memoria. Me mordí el decirle, “por favor ve a verla, antes que llegue el día en que vayas y no te conozca”, y algún concepto más que se me venía a la mente, pero evité, pues mi interés no era pelearlo, si no simplemente lograr que por las buenas vaya a verla.
Ella ha dicho en algún momento de lucidez, que tiene ganas de verlo, pero ante la pregunta de por cual motivo no se lo dice, su contestación es: “Me da vergüenza”, lo cuento ahora, porque no sería capaz de comunicárselo en su funeral, donde imagino que por más duro que sea, tal vez, le duela el quedarse irremediadamente huérfano, lo que puedo asegurar, es un camino sin vuelta, del que uno no se imagina lo que duele hasta que lo pasa. Ahora un aviso, querido amigo de toda tu vida, esta es la última vez que te lo pido, la próxima vez con el dolor más grande que sé soy capaz de sentir, me comunicaré con alguno de tus jefes, en tu trabajo, a los efectos de pedirle su ayuda para convencerte que es tu obligación moral, ya que no te surge del corazón, el ser capaz de ir a ver a la mujer que parió tu vida, y fruto de su esfuerzo y trabajo, logró que llegases estar en posibilidades de ganarte la vida con la preparación que obtuviste, con su inmenso sacrificio. Nadie ya pide que se haga cargo de ella, otro ser más noble lo está haciendo, ayudado por seres que lo respetan y los quieren, a los tres a la madre, al ser más noble y al otro, por más que pese. Porque por más dolor que alguien nos cause, por más desilusión que su actitud nos provoque, por más desprecio que su forma de actuar no haga sentir, es imposible dejar de querer a quien se ha querido tanto, toda la vida. Termino este tema, pero quería dejar el mensaje, porque se que de alguna manera le llegará.
Bueno, luego de eso, seguí trabajando, y se me hizo tarde para llegar a una reunión que tenía marcada, y a la cual me era imprescindible asistir, pero llamé y estaba por terminar, por lo que decidí volver a mi casa y enclaustrarme aquí. Aquí me encuentro, descubriendo al fin, el ocaso de uno de esos días donde uno dice: “Hoy no debí haberme levantado” Sin ganas de escribir, de mis cosas, por el dolor que me causa la falta de humanidad hacia la mujer que le dio la vida, de alguien a quien mucho quiero. Cansada, y enojada con las decisiones de mi Presidente, quien desoyó el pedido, la suplica casi, de todos los uruguayos, aquellos quienes lo votaron y quienes no lo hicieron, dándole el voto al ex presidente, del país que tanto daño nos ha hecho en estos tiempos, y quien alentó expresamente a quienes nos atacaron. ¿De que quieren que escriba? ¿De quienes quieran alegar la falta de denuncia de los padres, ante una cuidadora que fue filmada, mientras le pegaba a un bebé? ¿De unas lamentables elecciones municipales, donde me toca votar en un departamento donde es posible que salga reelecto, de acuerdo a las encuestas, alguien de quien sentí a todo el pueblo de Maldonado, arrepentirse durante todo este tiempo de haberlo votado? He decidido irme a dormir, mañana será otro día, y como dice en un versículo el hermoso Salmo 46: “Dios nos ayudará al clarear la mañana”. Y cuando digo Dios, digo Dios, sin intermediarios. Compartir este artículo en Facebook © Helena Arce para Informe Uruguay
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