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No preguntes lo que tu país te puede dar, sino lo que tú puedes darle a él.
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Año V Nro. 389 - Uruguay, 07 de mayo del 2010 |
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Mamay Hnun, ciudadana saharaui de 37 años de edad, madre de tres hijos pequeños, residente en El Aaiún, calle Haygosran 14, fue brutalmente agredida en su domicilio por la súbdita marroquí “Lapifa”, esposa del comisario de Policía marroquí Mustafá Hanfi. Se trata de una agresión más de las que se vienen produciendo desde hace algún tiempo como nuevo método del majzén marroquí para aterrorizar a la población civil saharaui residente en los territorios ocupados del Sáhara Occidental (algunas de ellas pueden leerse en las direcciones web que se citan al final de esta noticia). La agresión a Mamay tuvo lugar el pasado viernes, 30 de mayo, hacia las ocho de la mañana, en su propio domicilio, aprovechando la ausencia del marido, Alia Ahmed, de 40 años, que había salido media hora antes a hacer unos recados. Llamaron a la puerta del domicilio y Mamay abrió sin preguntar (una costumbre saharaui, muestra de cortesía, confianza y amabilidad hacia el visitante). Ello pudo costarle la vida a Mamay. Sin mediar palabra, Lapifa, la mujer del comisario, se abalanzó sobre ella, golpeándole repetidamente la cabeza, introduciéndole un objeto punzante en un ojo y en la nariz y propinándole golpes por todo el cuerpo, hasta que la agredida perdió el conocimiento y cayó al suelo, donde continuó siendo golpeada por la agresora, que le partió el brazo por encima del codo (las primeras noticias, aún sin confirmar, decían “rotura del brazo por tres sitios diferentes”) y le arrancó varios dientes de cuajo. La bestial paliza fue presenciada, entre gritos y llantos de pavor, por los tres hijos pequeños de Mamay (de cuatro años, dos y medio y seis meses, respectivamente), que alertaron a los vecinos y éstos, a su vez, al marido de la agredida, Alia Ahmed, quien regresó a toda prisa al domicilio y avisó a la Policía. Cuando los agentes marroquíes llegaron al lugar del suceso, Alia, temeroso de lo que pudiera suceder en las dependencias policiales, se negó a que se llevaran el cuerpo inconsciente de su mujer “hasta que venga Protección Civil”. Cuando ésta llegó, trasladaron a la mujer al Hospital Civil de Dahjla, donde un médico atendió a Mamay haciéndole las primeras curas y varias radiografías, e hizo saber al marido que la situación de su mujer era “muy grave” y que debía acudir al Hospital Militar de la ciudad. En el Hospital Militar les negaron toda atención médica, alegando que el médico estaba ocupado y no podía atenderles. En vista de ello, el marido volvió a llevar a su mujer al Hospital Civil, en donde el médico anterior entregó a Alia un certificado médico oficial y le advirtió que, dada la gravedad de la mujer, debería llevarla urgentemente al Hospital Hassan II de El Aaiún (distante unos 400 kilómetros de Dahjla). No les facilitaron ambulancia ni ningún otro medio de locomoción. Alia, con su propio dinero, tuvo que alquilar una ambulancia en la que transportar a su mujer y a la niña más pequeña, de sólo seis meses (los otros dos hijos menores quedaron al cuidado de familiares en Dahjla). A las 23:30 horas de la noche, la ambulancia circulaba camino de El Aaiún, la capital del Sáhara Occidental, a la que todavía tardarían varias horas en llegar. Una vez allí, el marido tendría que alquilar algún habitáculo para alojarse con su pequeña de seis meses. Tan pronto como le fuera posible, intentaría poner una denuncia ante el Procurador del Rey. Alia confesaba estar indignado y agotado. Como muchos otros saharauis residentes en los Territorios Ocupados, viven permanentemente con el corazón en un puño. Están aterrorizados. Es lo que quiere el majzén. Paro Alia no se calló y les dijo cuatro cosas a todos los policías presentes en Dahjla, e incluso “al propio Director General de la Policía”. Se da la circunstancia de que la agresora, la tal Lapifa, además de estar casada con un comisario de la policía marroquí, es hija de un coronel del Ejército alauita destinado en Agadir. Al parecer, según narra Alia, la tarde anterior a la agresión, agresora y agredida se cruzaron en un comercio de Dahjla. La marroquí Lapifa le espetó prepotentemente a Mamay algo así como “¡Vete de aquí, cochina polisaria!” Mamay no se mordió los labios, y le habría contestado algo así como “¡Vete tú, sucia marroquí!”
El Aaiún (Sáhara Occidental ocupado), viernes 30 de mayo de 2010. Compartir este artículo en Facebook © Luis Portillo Pasqual del Riquelme para Informe Uruguay
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