Crónica de una tragedia anunciada
por Michael S. Castleton-Bridger
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La mayoría de los uruguayos seguimos horrorizados ante las imágenes de una vieja camioneta, irreconocible como tal, destrozada, en la ruta cinco cerca de Florida.
Ahora saldrán todos los expertos a opinar de tal o cual manera sobre esta tragedia que costara ocho vidas e hiriera profundamente a una pequeña localidad canaria.
Lo cierto del asunto, la realidad del tema dejando de lado lo puntual de los hechos es que esta tragedia y muchas más que seguramente le seguirán se gestó en el gobierno de José Batlle y Ordóñez.
Parecerá increíble pero es así. Cuidado, nadie puede culpar razonablemente a Don Pepe por estas muertes. Sin embargo sus políticas fueron indirectamente los causantes de este episodio.
Cuando Batlle en su afán de obligar, a mi juicio correctamente, a las empresas inglesas de ferrocarriles a bajar sus extorsivas tarifas y empieza la construcción de carreteras, paralelas a las vías explotadas por los británicos, se sembró la semilla de la situación actual de nuestro sistema de transporte.
El resultado de esa mala decisión no fue otra que la paulatina destrucción del modo ferroviario en nuestro país. Una decisión cara y muy mala que le ha costado fortunas incalculables a nuestra sociedad. Por la sencilla razón de que de esa forma se impidió la organización eficiente de un sistema nacional de transporte. Se sustituyó un modo altamente eficiente y barato por otro que para determinadas cargas no es ni eficiente ni barato y es en definitiva exponencialmente más dañino para el medio ambiente.
Con la política de fomento a la forestación que se estableciera en el país se lograron metas sobresalientes desde el punto de vista productivo y de inversiones, de esto no puede haber duda alguna.
Faltó un detalle en la ecuación. El transporte de la producción. Por definición una producción de bajo valor unitario y alto volumen requiere fundamentalmente un flete barato.
En los grandes países madereros como Canadá o los Estados Unidos el transporte de la madera se hace primordialmente por vía fluvial. La otra opción viable pero un poco más cara es sin duda la ferroviaria. El camión y la carretera se evitan en lo posible por su alto costo y peligrosidad.
Acá en el Uruguay en cambio tenemos, debido a las equivocadas macro políticas de transporte y los ‘lobbys’ de siempre que depender primordialmente del transporte carretero.
Transportar rolos por tierra en camiones es mal negocio. Es mal negocio para el país y es muy mal negocio para el transportista. Cuando de transportar materias primas de bajo valor se habla; se está hablando en definitiva de un negocio de fletes. La fábrica no tiene otra alternativa que reducir al mínimo los fletes si ha de mantener un margen razonable de ganancia operativa.
El resultado directo de esto es que circulen por nuestras carreteras viejos camiones cargados y sobrecargados en mal estado, con chóferes poco idóneos porque son baratos, y fundamentalmente, con chóferes que no descansan lo suficiente. Esta es la única manera de sacarle un rédito razonable a lo que es un negocio absolutamente marginal.
En lo personal este tema lo comenté, lo avisé y traté por todos los medios que se tomara en cuenta en los planes de inversión de infraestructura de nuestro país. Lamentablemente sin demasiado éxito. A la uruguaya, las cosas se hacen siempre después de los hechos.
Es de esperarse que estas ocho vidas no se hayan perdido en vano y que sirvan para que de una buena vez se tomen las medidas estructurales y de fondo que son impostergables para el modo ferroviario en el Uruguay.
Sin las inversiones necesarias, por desgracia e inevitablemente, se van a perder muchas vidas más y nuestra red vial que ya es bastante precaria entrará en una crisis que costará muchísimo más corregir que las inversiones que se deben hacer ya en materia de infraestructura ferroviaria.
Este es un tema que no se puede demorar más y es una lástima que el actual gobierno no aproveche la actual coyuntura favorable para hacer estas inversiones que sin duda beneficiarían al país durante generaciones.
Así vamos y así estamos, por ahora con ocho uruguayos más que no volverán. No sabemos cuantos más en el futuro.
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