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Año V Nro. 272 - Uruguay, 8 de febrero del 2008   
 

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Raúl Seoaneº

¿Accidentes o “accidentes”?
Manual sobre cómo se muere en una carretera
por Luis Tappa

 
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            El mes de enero ha sido tremendo en choques carreteros y en la cantidad de muertos y heridos producidos por los mismos.

            Como habrán observado no digo accidentes, ¿Y por que no digo accidentes?

            No lo digo porque la palabra “accidente” significa algo casual, imprevisto, algo que de cierta forma está fuera de nuestro control y previsión, algo que no está en los cálculos de nadie.

            La gran mayoría de los choques que se producen en las carreteras son frontales, y eso, simplemente, significa imprudencia al conducir.

            Cambiar de senda para adelantar a otros vehículos en repechos o curvas, sin tener una visión clara de la maniobra que se va a realizar, o viajar a 140, 150 y a veces más kilómetros por hora, es un riesgo calculado, es una invitación a la tragedia, también lo es adelantar por el mero hecho de no disminuir la velocidad o no tener la paciencia para esperar unos momentos a que pase el tráfico que corre en sentido contrario.

            Es demasiado común ver este tipo de maniobras arriesgadas que muchas veces obliga a conductores de vehículos que vienen en sentido contrario a correrse a la banquina ante el riesgo inminente de una colisión.

            Entonces no puedo hablar de “accidentes”, porque no lo son, y eso es lo que sucede mayoritariamente en nuestras rutas.

            Dormirse al volante tampoco es un accidente, o chocar conduciendo luego de haber bebido, tenemos la obligación de ser lo suficientemente concientes del riesgo que se corre y la tragedia que se puede causar.

            También en nuestras rutas tenemos a otra “rara avis”, y son los que les gusta hacer alarde de sus poderosos y caros vehículos.

            Otros elementos que circulan por calles y carreteras son la gente que tiene libreta pero en realidad no saben conducir ni que hacer con un coche en un caso de apuro.

            Estamos cansados de ver personas que al comando de su coche ni siquiera saben estacionar. Con 15 Mts. de espacio necesitan de un montón de maniobras para poder arrimar el automóvil, y aún así lo dejan torcido, con la trompa o la cola hacia fuera o a un metro del cordón de la vereda.

            Otro de los riesgos son los que conducen hablando por el celular, o fumando, esto último es sumamente peligroso, un simple movimiento de la mano que sostiene el cigarrillo puede hacer que caiga una braza sobre nuestras piernas, y eso hace que instintivamente nos desacomodemos buscando evitar quemarnos, nosotros o la ropa, el resultado puede ser catastrófico.

            Entre tanta cosa debemos hacer una mención a las salas de audio rodantes en que se han convertido muchos automóviles, es común verlos y oírlos pasar con la música a todo volumen, pues esa gente circula sin oír lo que pasa a su alrededor, no van a escuchar bocinas, sirenas ni a un ferrocarril que se hacerque.

            Entre tanto espécimen raro están los “ases” del volante y los prepotentes que piensan que las calles y carreteras fueron hechas para ellos, y que decir de los “ciegos”, esos que usan tremendas baterías de luces, seis u ocho faros de alta potencia que no se molestan en apagar cuando se cruzan con otros coches.

            Las camionetas asesinas son otro asunto digno de mención, tremendas defensas con hierros como cuchillas gigantes apuntando hacia delante, ¡Pobre del que se lleven por delante!

            Para completar el panorama de inconciencias debemos hablar de los vidrios polarizados. Esto es un problema grave, no solo disminuye la visibilidad del conductor, sino que perjudican el accionar de otros conductores.

            ¿Por qué digo esto? Les explico.

            Un buen conductor, cuando llega a un cruce y se encuentra con otro vehículo, lo que hace es mirar la cara de quien guía el otro coche, de ese modo se da cuenta de lo que va a hacer o si viene distraído, pero con los vidrios ahumados no lo puede ver. ¿Se entiende?

            Es que no hay demasiadas exigencias a la hora de otorgar libretas de conducir, claro, expedir libretas también es un buen negocio para las Intendencias. Después vienen las lamentaciones.

            Tampoco se controla demasiado todos los elementos con que se adornan los vehículos, llámense estos vidrios polarizados, terribles defensas, tremendas baterías de luces o luces antirreglamentaria de cualquier color.

            De ese modo los vemos circular impunemente por las calles.

            Vivimos en un pequeño país donde las extensiones de las rutas no son grandes y están jalonadas de lugares poblados, cruces, ciudades y pueblos.

            Salvo la Interbalnearia y la ruta 1, el resto son angostas cintas de asfalto que serpentean nuestras praderas, entonces, circular a altas velocidades por esos lugares es temerario e imprudente

            Estoy seguro de que si se le hiciera un nuevo examen, exhaustivo y conciente a todos los que hoy circulan por calles y carreteras no quedaría ni el 20 % de los conductores, los otros están de adorno.

            La mayoría son chóferes de academias, se aprende a mover el coche y te enseñan que el que aparece por la derecha tiene preferencia, lo demás corre por cuenta del aprendiz. Te preparan para un sencillo y poco exigente examen práctico y se aprenden de memoria los reglamentos, algo que a los diez minutos de dar el examen ya no se acuerdan más.

            Es así como sale mucha gente sin tener la más mínima noción de lo que es conducir en una carretera, algo mucho más difícil y peligroso que en la ciudad.

            Para conducir un automóvil es prioritario que les guste, sentir placer por manejar,  que no sea el simple modo de usar un vehículo para trasladarse de lugar rápidamente. Sentir amor por lo que se hace, ser conciente y prudente. Comprender que rutas y calles las debemos compartir con los demás usuarios y que todos tienen los mismos derechos, tener cabal conciencia de que muchas vidas dependen de quien conduce.

            ¡Pero hay más!

            A lo anteriormente dicho debemos agregar las malas señalizaciones, y para muestra alcanza un botón, en las fotos que adjunto hay una muestra cabal de que hasta quienes deben encargarse de estos menesteres también se equivocan… ¡Y feo!

            En ese lugar, que es la ruta de acceso a la Barra del Chuy, en la zona denominada “Las Barritas”, a escasos 3 kilómetros de la ruta 9, en épocas de mucho tránsito se producen salidas de la carretera a diario, gente que termina en la banquina con las cuatro ruedas para arriba.

            Ahora me voy a referir a la ruta 9 en especial, ya que la conozco muy bien.

            Esta es una carretera muy transitada, ya que prácticamente es una ruta internacional. A lo largo de su recorrido y cada pocos kilómetros se ven carteles indicadores de velocidad, algunos ridículos, así podemos ver en tramos a veces muy cortos diferentes avisos de 45, 60 o 90 Kmh.

            La verdad es que llega un momento en que no se sabe a que velocidad circular.

            Yendo hacia Montevideo, y a casi 3 kilómetros de la entrada principal a la ciudad de Rocha hay un letrero que indica 45 kilómetros por hora, considero que esa velocidad en una ruta es totalmente ridícula, ya que esa es la velocidad permitida dentro de una ciudad como Montevideo, pero jamás puede ser la velocidad permitida en una carretera, por más que se esté cerca de la entrada a una ciudad.

            Allí, la Policía Caminera se aburre de “meter” multas.

            En fin, son demasiadas cosas como para que se solucione el problema de las muertes en carreteras y calles.

            Se habla de educación vial, ¿Pero como se va a lograr educación vial en un país en el que desobedecer las leyes de tránsito es un deporte?; se consume alcohol en cantidades industriales, reina la ley del más fuerte y el egoísmo y prepotencia es una de las principales características de la mayoría de los conductores.

            Estamos aburridos de escuchar por TV “peroratas” y “consejos” de las autoridades de tránsito, pero todo queda en eso… ¡Solo peroratas!

            Siempre fue muy común que un ciudadano que cometía una infracción grave y le  retiraban la libreta, se vaya al departamento vecino y se venga con otra para seguir circulando lo más campante.

            La guerra de las patentes es otro tema risible, es un gran negocio, de eso no hay duda, y hay demasiados intereses creados, no quieren aceptar que la mejor solución es un impuesto en los combustibles como forma de patente, ahí nadie se escapa de pagar. Ni tampoco nadie se va a ir a un departamento vecino a surtirse de combustible. Cada cual lo va a poner en el lugar donde vive o se encuentra circulando.

            Es evidente que uno no paga patente por circular, como se supone, sino que paga por el mero hecho de ser propietario de un vehículo, aunque no lo use y lo tenga permanentemente metido en un garaje, algo parecido a que si pagáramos patente por tener un televisor.

            Pues no señor, que pague el que usa las calles, carreteras y caminos, que para eso fue inventada la patente.

            Resulta que paga lo mismo el que hace 50.000 Kmts. por mes como el que da dos vueltas de manzana y lo guarda, con este sistema se pierde la finalidad del tributo y solo se convierte en un elemento más de recaudar, y si no fíjense como se pelean los intendentes y los gobiernos departamentales por el cobro de patentes.

            Otro bonito “curro” es el famoso “computest”; usted mi amigo, que tiene que pasar por él, por supuesto que en ese momento le hace los arreglitos necesarios como para que se lo aprueben y le den el permiso de circulación por tres añitos más.

            Ahora bien, yo pregunto, ¿Alguien puede saber como se encontrará ese vehículo dentro de un año? ¿Todavía tendrá los frenos y las cubiertas en buenas condiciones? ¿No tendrá algún amortiguador en mal estado, la dirección desalineada y las ruedas desbalanceadas, o algunas “nanas” más?

            Sin embargo se permite la circulación de coches y camiones con más de 50 o 60 años de antigüedad, y también los vehículos de tracción a sangre, que son la causa de enormes problemas y “accidentes” casi a diario.

            Evidentemente nos olvidamos de lo pequeño que es nuestro territorio, y también que esta dividido solamente en DEPARTAMENTOS, ni estados ni provincias. Pues a pesar de ello vivimos metidos en este berrodo del cual será muy difícil salir, y cada Intendencia, como si fuera un Estado, hace lo que se le antoja.

            Después piden orden y prudencia en el tránsito cuando no la tienen ni las intendencias ni el gobierno, este o cualquier otro.

            Entonces... ¿De que estamos hablando cuando nos quejamos de tantos “Accidentes”?, así, entre comillas.

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