Las fuerzas armadas del ALBA
por Orlando Ochoa Terán
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¿Impondrá EE UU la “estabilidad” bajo el formato que teme el presidente Chávez?
En seguimiento de principios doctrinarios la política exterior de EE UU promueve “valores democráticos” y la “estabilidad política” que garanticen una fuente segura de sus materias primas y el libre comercio. Cuando estos valores colisionan los gringos siempre han optado por la estabilidad. Este parece ser el caso con la Venezuela bolivariana.
Hace algunos años el presidente Chávez propuso la unión de todas las fuerzas armadas de América del Sur para formar una “mini-versión” de la OTAN y enfrentar la demorada invasión gringa. El pasado fin de semana redujo el apresto operacional y postuló la unión de las fuerzas armadas del ALBA (Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia).
Cuando el Presidente, en medio de un jolgorio, se refiere a temas que involucran a la Fuerza Armada de Venezuela, es difícil imaginar que sus miembros lo tomen en serio. Lo más probable es que los incomode o los avergüence. Cualquier cadete con una calculadora en la mano sabe que la suma del presupuesto de defensa de los países del ALBA es de .057 millones. El de EE UU es de 0.000 millones.
No parece pues tener límite la agitación del Presidente cuando se trata de distraer la opinión pública del colapso de la economía de un país petrolero en el período de mayores ingresos, sin contar la curiosa política (el hazmerreír del mundo corporativo y diplomático de la región) de unir las fuerzas armadas del ALBA para enfrentar al mismo imperialismo que la petrolera Pdvsa le compra verduras, leche, cereales y leguminosas en centenares de millones de dólares.
El juego de Uribe
La convicción de esta nueva invasión proviene de informes de “inteligencia” de Venezuela y de “otros países”, aparte de las visitas a Bogotá del almirante Michael Mullen, jefe de estado mayor de las FFAAde EE UU y el zar de la droga, John Walters, quienes señalaron a Chávez como “facilitador” del trafico de drogas. Condoleezza Rice no se molestó en mencionar a Chávez pero igual es también parte del “complot”.
Sin embargo, el presidente Chávez tiene razón en creer que las visitas y las declaraciones no fueron casuales. Son parte de una estrategia conjunta de Uribe y del Pentágono (más que del Departamento de Estado), destinadas a exacerbar a un Chávez absolutamente predecible en sus reacciones.
Si bien el fin último de esta estrategia colombo-americana sólo se presume, los medios que utilizan lucen más claros. El Pentágono, con la ayuda de Colombia, ha puesto en acción el principio procesal que en EE UU se conoce como “making a case” al cual ya hemos aludido otras veces en esta columna.
La insistencia de EE UU, especialmente el Pentágono, en asociar a Chávez al terrorismo y al tráfico de drogas sigue un principio penal aplicable en sus instituciones políticas que en la práctica se traduce en reunir un cúmulo de evidencias “mas allá de una duda razonable” que valide probablemente un juicio extraterritorial. Con muchas razones el gobierno bolivariano ha recordado el caso de Manuel Noriega, lo cual no necesariamente implica que se repetirá una invasión y en medio de circunstancias que hoy resultarían inaceptables.
La estabilidad
Detrás de esta ofensiva se encuentran algunos principios de la política exterior de EE UU que se expresan en la promoción de valores democráticos y estabilidad. La “estabilidad” no sólo es política sino que se refiere a la seguridad de sus fuentes de materias primas e intercambio comercial.
Cuando la retórica de los “valores democráticos” colisiona con la “estabilidad”, destaca el profesor de Derechos Humanos de Harvard, Michael Ignatieff, EE UU siempre ha optado por la “estabilidad”. En 1953, ante el gobierno democrático, pero inestable de Mossadehg en Irán, EE UU optó por la “estabilidad” petrolera que ofrecía el Shah. En aras de la “estabilidad”, el presidente electo de Guatemala, Jacobo Arbenz, fue derrocado. El concepto de “estabilidad” prevaleció también sobre el “valor democrático” en la decisión de derrocar a Allende.
Por supuesto, la aplicación de la “estabilidad” por vías de hecho no siempre tuvo éxito y ha hecho que cambie la mentalidad de la burocracia del Departamento de Estado que no siempre coincide con el Pentágono o la Casa Blanca en el método para buscar esa estabilidad. Estas discrepancias se puede advertir contrastando las declaraciones del jefe militar de EE UU y del zar de la droga con las de Thomas Shannon del Departamento de Estado.
El caso es que en Venezuela el gobierno bolivariano ha bloqueado todos los intentos de EE UU y otros países para promover valores democráticos en Venezuela. En consecuencia, la creciente hostilidad de Chávez y su amenaza regional, cuyo corolario es su propuesta de beligerancia a las FARC, han hecho que los “valores democráticos” colisionen definitivamente con la ansiada “estabilidad”.
¿Impondrá EE UU la “estabilidad” bajo el formato que teme el presidente Chávez? En nuestra opinión la respuesta es negativa. La forma dependerá del resultado final de estas discrepancias.
En cualquier caso las actuales circunstancias geopolíticas demandan más imaginación, sutileza y creatividad.
Esto contribuirá a una mayor incertidumbre y exaltación emocional del presidente Chávez. No es para menos, si además, participa en el juego el “cizañero” de Uribe.
Fuente: Diario de América |
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