CARTA DE DESPEDIDA
DE UNA MADRE A SUS HIJOS,
ANTES DE MORIR
León Mileris
Abril 2005
!!No yora!!, esas fueron las palabras que profirió aquella madre que en su cama del hospital, daba su despedida a su esposo y sus cuatro hijos.
Dos palabras&.esa fue su carta de despedida. Despedida de un fin que veía venir y quien ya no aguantaba todos sus sufrimientos. Imagino que entendió que era la mejor forma de ver por última vez a sus seres queridos y en su idioma tan particular, quería ver a aquellos rostros queridos, sin lágrimas y sin oír sus llantos. Recordarlos como siempre los conoció. Alegres, disfrutando de sus años jóvenes y de un serio y dolorido padre/esposo, que por tantos años la habían acompañado y que veía ese final tan inevitable como angustioso.
Hacia menos de 10 años habíamos venido todos de aquel pueblito de Lituania, Gelván y Montevideo fue el refugio que los separaba de la miseria y ofrecía con él, el cambio: un mundo mejor.
¡Esa fue mi mamá! De ella estoy hablando. Con sólo 42 años y una enfermedad que ningún médico supo diagnosticar con seguridad, la fue llevando a la desesperación y decidió no sufrir más y dejó de comer y beber.
¿Por qué escribo estas líneas? Es un momento de nostalgia. Pasaron tantos años, pero aquella exclamación no se aparta de mi mente.
Me dice su dolor, me habla de ese castellano que nunca pudo dominar. Me recuerda la dura tarea que tuvo. Hijos, almacén, familia lejana y &..cartas que no llegaban de Lituania, que hacían temer por la vida de padres, hermanos, y cuantos más. Año 1940, guerra y nazismo.
Persecución, matanza de los judíos, por nazis, vecinos lituanos y lo mismo pasaba en todas las naciones en que había judíos. Y la mayoría de esa decadente y sanguinaria Europa, se dedicó a matar a parte de su población. Cada uno era más cruel con esos indefensos habitantes, que el mayor daño que hacían, era tratar de ganar el pan para sobrevivir a esa vida de los shtetalaj, que no brillaban por la abundancia, ni por las posibilidades de un buen pasar. Mi hermano Raúl fue el único que nació en el Uruguay. Yo sólo de casi 2 años cuando inmigramos al Uruguay, convertido en poco tiempo, en un uruguayo legítimo. El despojo de las casas y pequeños negocios, fue casi sin ninguna excepción, la tarea que esos cobardes vecinos, que rivalizaban en crueldad con el nazismo que comandaba el sanguinario Hitler.
Y ahora estoy aquí, tratando de darle un generoso recuerdo. Aún te recuerdo haciendo esos latques y todos tus hijos rodeándote. No los voy a llevar al mercado, nos decías en el idish, que era el idioma que en casa se hablaba.
Pasaron los años. Ya tu esposo no está, también tu hija Rebeca nos dejó temprano. Y nosotros, los 3 hijos que quedamos, vamos envejeciendo, recordándote tanto a ti como a papá, con todo el cariño que podemos manifestar.
Te recordamos siempre mamá, nos diste todo tu amor y yo sólo unas líneas para trasmitirte que no nos hemos olvidado de ti.
Gracias mamá. Perdónanos si no te vemos más seguido tras esa baldosa que cubre tu cuerpo. Yo vivo lejos del Uruguay querido, en el soñado Israel de nuestros antepasados.
Yo sé que la vida no es eterna. ¡Pero que joven te has ido! Si vieras cuantos nietos tienes, cuantos bisnietos. Se desparramaron por todo el mundo. Tus nietos no llegaron a conocerte, pero que alegría hubieses tenido. Cuanto amor hubieses podido dar y cuanto recibir. Pero el destino fue distinto.
Descansa en paz. En nombre de todos tus hijos y de toda esa numerosa familia que va aumentando continuamente: