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Año V Nro. 337 - Uruguay, 08 de mayo del 2009
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Al expresar, siendo conscientes de ello, lo que en nosotros es cierto, concedemos espacio para el principio de un flujo de nuevos mundos a desarrollar. Nuestra idea de aquello que representamos, trae consigo un cuanto de información a la cual se somete nuestro pensamiento, quizás sin abstraerse de lo que consigo lleva como Verdad. ¿Seremos apariencia, quimera de nosotros mismos? ¿O una realidad en si misma que se descubre, y en la totalidad de lo que somos se realiza hacia una búsqueda de lo que es y significa? Quizás porque poseemos un deseo de ser, realizamos sacrificio de nuestra existencia para dar lugar a la representación de lo que aspiramos para nosotros mismos… ¿Cuál es el camino desde nuestra consciencia para iluminarnos? Y, ¿Si tornamos la mirada hacia el centro mismo, sabiendo que todo lo demás es exterior y de allí proyectarnos? o sea, replantear nuestra dirección sabiendo que nuestros pasos han de seguir un camino propio… En nosotros ocurre un esquema íntimo de lo que es real, donde lo que formulamos parece plantearse en un resultado cierto, y llevarnos a un destino ya trazado. Pero, puede de sorprendernos un accidente del cual no estábamos informados y así nuestra idea del mundo puede cambiar en tan sólo un instante. Así, entonces se habrá de levantar la mirada e innovar en cálculos a solas con el horizonte, posar en nuestro mosaico las herramientas que nos ayuden a concebir un camino, siendo símbolos que nos ayudan a construir en nosotros mismos un mejor destino. Algo nos busca, y pretende encontrarnos, pero escapamos sin ser consientes de ello… Pues tantas veces nos golpea y tantas veces seguiremos preguntándonos el por qué las heridas… En tal condición, quizás, es como amanecemos y anochecemos a lo largo de nuestra existencia, reencarnando en nuestras propias acciones tantas veces que las olvidamos por completo, como si nuestra boca fuese la desembocadura del Lete, y nos quedamos atónitos cuando nos sorprende una nueva sombra en los muros de nuestra caverna. De misma manera, parece engañar el amanecer nuestros sentidos… Cuando el astro aparenta un camino recto hacia el lado septentrional del plano, más es su propio cenit el que se nos representará, cuando descubramos el mediodía… Y así develar de lo aparente, lo cierto, y de esto lo que es apariencia, y así en más… ¿Será entonces dejar que llegue a nosotros, descubrir la ventana que nos abrirá paso hacia la constante búsqueda de lo que nos proponemos y de aquello que no? Desde nuestro propio centro, cesando nuestras reencarnaciones para dar lugar a la evolución y trascender.
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