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El Demente Coronel no quiere que lo insulten
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por José Brechner |
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Con el cierre de RCTV se acaba la libertad en Venezuela y empieza la era del terror. El primer derecho de todo ser humano es al de la libre expresión de sus ideas. Si se acallan las voces, cualquier cosa puede suceder sin que nadie se entere. Se puede matar, torturar, robar, sin que una sola palabra se divulgue. Además de clausurar el canal televisivo, la soberbia laucha gobernante agregó un nuevo artículo a su maloliente lista de leyes absolutistas, prohibiendo hacer comentarios que ofendan o insulten a su repugnante persona y sus lacayos de Miraflores. Lo que automáticamente es una invitación para que internet y todos los medios de comunicación se conviertan en el campo abierto para decirle al descarado mono con corbata, lo que nos dé la gana. El pigmeo intelectual cuyas declaraciones ya le valieron fuertes reprimendas de varios mandatarios, se cree con derecho a decir lo que le viene en gana pero no le gusta escuchar lo que los demás opinan de él. En un acto de solidaridad con los venezolanos libres, creo que es un deber de toda persona decente, escribir, pronunciar y divulgar todos los epítetos que corresponden a ese infame aborto de Fidel Castro.
No hay mal que por bien no venga. Al decretar su última medida totalitaria, el régimen de la bacteria hitleriana perdió su legitimidad. El próximo país que seguirá los pasos del microbio autoritario, será Bolivia, que obedece ciegamente a todo lo que ordena el insecto. La ignorancia de uniforme con ínfulas de grandeza, guía a la ignorancia campesina. Los resultados ya son peligrosamente tangibles. Al Socialismo del Siglo XXI se le terminó de caer la careta democrática. Venezuela entró en su etapa final como nación libre.
La supresión de la libertad de expresión es la estocada final al sistema. No existe democracia donde no se permite decir lo que se piensa. Las reglas del juego están clarísimas. Ante la declarada imposición de la dictadura, todo vale.
Los ojos de todos están viendo lo que sucede en Caracas, y las naciones libres deberían pronunciarse en defensa de los derechos del pueblo venezolano, aislando al megalómano mini Stalin. ¿Qué pasa con las organizaciones defensoras de los derechos humanos que debían haberse manifestado ante las medidas reaccionarias? Toda esa tropa de comunistas no abrió la boca ni lo hará, porque son parte del esquema, como se evidenció en Bolivia donde sus miembros son activos militantes del régimen de Morales.
Los cambios que tendrán que darse en el mundo, obligan a una revisión del papel jugado por esos falsos defensores de la libertad, causantes en gran medida del retroceso político que vive la humanidad. Las organizaciones humanitarias, ONGes, organismos internacionales y otras agrupaciones, que escudándose en una reputación lograda en el pasado por gente de mejor talla,se convirtieron en asociaciones políticas de extrema izquierda, deberán ser juzgadas por su ilegal complicidad en la destrucción de las sociedades libres.
Si se quiere que el déspota caiga por sí solo, se necesita la ayuda norteamericana. Si Estados Unidos --que es el único país con la tecnología para refinar el crudo venezolano-- dejara de comprar su petróleo, el deterioro del régimen totalitario sería veloz. El orangután parlante gasta dos terceras partes de su presupuesto nacional en el exterior, promoviendo candidaturas de individuos afines a su dinero, sustentando gobiernos parasitarios. Invierte apenas una tercera parte en Venezuela. Si se le corta el chorro de dinero, el repulsivo jeque amazónico pierde su poder y se acaba el martirio latinoamericano. Si el Tío Sam no actúa, la única alternativa que le queda al pueblo venezolano es la lucha armada. Fuente: Fundación Atlas 1853
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