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Una por la libertad
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por Luis Alberto Lacalle Herrera |
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Casi desapercibida en medio de la ola informativa que da cuenta de paros, huelgas y reclamos presupuestales, se ubicó una noticia de enorme trascendencia política, económica y aun filosófica. Fue la clara y rotunda afirmación del Ministro Astori señalando que en nuestro país los monopolios van a ir desapareciendo, al tiempo que reconoció que habían sido derogados por la ley que ratificó el Tratado de Asunción. Como se comprenderá fácilmente, estamos ante una novedad de gran importancia por el titular de la afirmación y por su posicionamiento político y gubernativo. Es desde el corazón del gobierno frentista que nace esta definición y en labios de uno de sus principales dirigentes y posible futuro candidato.
Hace ya tiempo que hemos luchado por informar a la población en ese sentido, explicando que cuando la referida norma habla de que el Mercosur implica "la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países" está derribando entre otros, el monopolio de importación de los combustibles, que es el que motiva estas manifestaciones. A este acto jurídico de claridad y rotundidad indiscutible, hay que agregar la opinión sólida y tajante del Dr. Durán Martínez, quien enseña que similar efecto sobre los monopolios vigentes en nuestro país, tuvo la ley 17.243, art. 13, que estableció que "las empresas que desarrollen actividades económicas, cualquiera fuere su naturaleza jurídica, están sujetas a las reglas de la competencia, sin perjuicio de las limitaciones que se establezcan por ley por razones de interés general, (arts. 7 y 36 de la Constitución de la República) o que resulten del carácter de servicio público de la actividad que se trate" ("Vivir es Combatir", Augusto Durán Martínez págs. 295 y ss). Hoy parte de los labios ministeriales, la afirmación que corrobora las opiniones que hemos vertido tantas veces.
El pronunciamiento del ministro debería tener importantes consecuencias. En lo político representa un verdadero mojón en la opinión pública. Que un actor político tan importante, se afilie a una tesis tan combatida por los frentistas, no es sólo una novedad, sino que representa un potencial enfrentamiento entre las fracciones que desde hace tiempo opinan de manera distinta, en cuanto al rol del Estado y sus monopolios. Además, aporta un aliado importante para quienes queremos librar a nuestros compatriotas de las "mareas de papel" que traban el desarrollo e impiden la prosperidad de todos.
No es demasiado aventurado prever una linda batalla de opinión pública, sobre este tema.
En el aspecto jurídico nunca hubo dudas, acerca de la claridad de los efectos de las normas mencionadas. La del Tratado de Asunción termina con el monopolio de importación indefectiblemente. La ley, al establecer la libre competencia también es muy clara. Se trata del concepto exactamente contrario al monopolio, por lo tanto, ya no existen los mismos entre nosotros.
De una forma que pasó casi desapercibida por los comentaristas, se puso fin a toda una época de la historia de nuestro país.
En lo económico, las consecuencias aún son potenciales, pero la opinión del principal jerarca de la economía nacional, seguramente que pondrá en marcha acciones concretas de los agentes privados para munirse de combustibles refinados, importados por el usuario que así lo decida porque le conviene. Pensemos nada más, en el rubro del transporte. Está abierto el camino para que algún gran consumidor de gas oil, proceda a buscar precios convenientes en los países vecinos y adquiera el que necesite, beneficiándose de un menor costo en su accionar comercial. Lo mismo vale para los consumidores del mencionado insumo, en la actividad agrícola. Unos pesos de menos en los laboreos, cosecha y transporte, cuando se trabajan grandes extensiones, representa una mejora en la ecuación productiva de gran peso. Claro está, que será preciso en todos los casos, sortear los obstáculos burocráticos, la tramitación de los permisos de importación, pero realizados a partir de una inequívoca posición de certidumbre, en lo que tiene que ver con la posición del Ministerio de Economía en la materia.
Nos parece que el que comentamos es un episodio de mucha trascendencia. En nuestro país no se tiene una cabal consciencia de que la libertad es una e indivisible, que abarca campos mucho más amplios que aquellos que surgen a la mente cuando se menciona ese principalísimo derecho de los individuos. Estamos acostumbrados a centrar en los aspectos políticos de nuestro actuar individual y colectivo, el alcance del mismo. Abarca otros ámbitos, ingresa en otros niveles de la vida. Uno de ellos es el económico y es justamente en éste, que retumba el episodio que comentamos.
Algunas batallas cercanas y victoriosas contra las actividades monopólicas del Estado, (ley de puertos), ya han mostrado los beneficios que la recuperación de la libertad acarrea en lo cotidiano. Nos referimos a la derogación del monopolio de la contratación de seguros de automóvil que no sólo mejoró -mediante una mayor oferta- la posición del consumidor de ese servicio, sino que llevó a que cambiaran positivamente los que ofrecía el Banco de Seguros del Estado, obligado a ello por la competencia. El automovilista pasó de ser súbdito a ser consumidor, con todos los derechos que esta nueva calidad le ofrece… y que ejerce.
Bienvenida esta victoria en la lucha por la libertad.
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