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La fina línea que separa la cárcel de la libertad para delinquir y asesinar
por Luis Tappa
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Tenemos el tema de la seguridad ciudadana nuevamente en el tapete, tema gastado y viejo, si los hay.
Nadie está seguro, el ciudadano común está en manos de la delincuencia sin que la justicia haga nada por evitarlo, este tema recuerdo haberlo tratado, pero nunca alcanza, evidentemente.
Es así como andan sueltos montones de asesinos, muchas veces me pregunto cómo es posible que anden por las calles estos elementos, muchos de ellos con varias muertes en su haber, sin embargo pasaron por una cárcel y al poco tiempo están afuera porque se portan bien adentro, ¡Qué maravilla!
Lo mismo sucede con rapiñeros y violadores.
El ciudadano está absolutamente indefenso, no se puede defender, mientras ellos entran y salen de los centros de reclusión como Perico de su casa.
Es muy barata una vida hoy en día, se paga con muy poco, solo el dinero tiene valor, y ahí anda la policía y guardias de seguridad, por montones, armados a guerra para cuidar los pesitos de los bancos, y por ellos se mueven, y por ellos se mata si es necesario. Y con esto no quiero decir que no haya que custodiar ciertos valores, quiero decir que hay que custodiar todos los valores, y la vida de los ciudadanos es uno de los más sagrados y preciados valores de que dispone un país y que se tienen que custodiar.
¿Pero quien cuida al pobre comerciante, a un simple quiosquero, al almacenero del barrio, al taxista, al omnibusero, una casa de familia o un simple peatón? que los matan a mansalva para sacarles unos flacos pesitos.
¡Sí… la vida no vale nada! Está muy barata últimamente.
Si alguien llega a esgrimir un arma para defenderse y evitar un atraco y su segura muerte, y si por esas casualidades se mata a un delincuente en el acto supremo de defenderse, un ciudadano común va preso.
O cambiamos el código penal y hacemos que un asesino, de esos que matan para robar, vayan presos para toda la vida o permitimos que el pueblo se arme y se defienda, sin tanta vuelta ni trabas para tener un arma y poder usarla si es necesario.
Porque esto ya es una guerra mis amigos, y como en todas las guerras, si un bando está armado el otro debe de estarlo también.
Estoy harto de tanta perorata científica y conciliadora, estoy harto de tantos derechos humanos para algunos mientras que otros terminan buscando sus derechos dos metros bajo tierra.
Se tiene que terminar con las salidas, las penas leves y la libertad a media condena, un rapiñero asesino, un violador o un copador de viviendas, no tiene arreglo, son delincuentes terminales, que como el cáncer, asolan la sociedad.
Esto no tiene nada que ver con la pobreza, ya lo he dicho, se puede ser muy pobre, pero eso no significa que se sea un asesino o un ladrón; porque con ese criterio andaría medio país robando y matando gente.
Basta, ha llegado la hora de tomar medidas serias para proteger al ciudadano, no es con paños tibios que se va a lograr, porque se habla mucho de los derechos humanos de un delincuente, de un asesino, de un violador, pero nadie habla de los derechos humanos de las víctimas de tanta insania y tanta maldad.
Hay que radiarlos definitivamente de la sociedad, no pueden convivir en un medio civilizado ni tienen capacidad para hacerlo.
Si no alcanzan las cárceles que hagan más, pero que los saquen de circulación de una vez y para siempre.
Es la vida que eligieron, porque es más fácil robar y matar que trabajar, ¡Que les caiga todo el peso de la ley!...
… si es que la hay.
¿De qué sirve arrestarlos si al poco tiempo andan sueltos de nuevo? Para algunos de esos delitos, sus autores, no merecen compasión.
¿Buena conducta de los presidiarios? ¡Bueno! Eso es lo menos que se espera, pero la buena conducta no tiene porque ser causal de libertad para los autores de aberrantes delitos.
Vemos todos los días en las noticias policiales que: -Un delincuente con profusos antecedentes hizo tal o cual cosa-, ¿Eso qué significa? significa que han delinquido hasta aburrirse y que han salido y entrado de la cárcel infinidad de veces.
Así que vuelvo a repetirlo, no se trata solo de arrestarlos y tenerlos presos, se trata de que no salgan más a delinquir, principalmente gente que son “gambusas perdidos”. Distinto es un delincuente ocasional, que por una circunstancia determinada cayó en la cárcel. Pero el reincidente tiene que estar adentro, porque de lo contrario es reírse de la justicia y de la gente.
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