|
Tres artículos sobre una inquietante realidad por Fernando Pintos |
|
|
En esta ocasión quiero hacer referencia de tres excelentes artículos de opinión que fueron publicados por «Informe Uruguay», en su edición del pasado viernes 24 de noviembre de 2006. En los tres artículos mencionados, pertenecientes a los periodistas Raúl Seoane («El Banco Mundial y su decisión o lamento bolivariano, con letra y música de Néstor Kirchner»); Álvaro Kröger («Cómo destruir un país en cinco lecciones») y Ariel L. Rivas («¿Dónde terminará la soberanía argentina? ¿Acaso será en el planeta Júpiter?»), existe un denominador común: la molestia y la frustración que existen, en la República Oriental del Uruguay, frente a la estúpida prepotencia, no por cierto ni de la República Argentina ni de sus muy respetables ciudadanos, sino por parte del Gobierno argentino, encabezado hoy día por ese peligroso demagogo y declarado enemigo de la democracia que es el señor Néstor Kirchner.
Demasiados lazos unen a Uruguay con Argentina, como para que ambos países se involucren en una puja que es a todas luces innecesaria y que ha sido muy malévolamente azuzada y politizada por parte del mencionado Kirchner y su corte de viles aduladores y corifeos. En primer término, ambos países fueron parte, desde 1776, del Virreinato del Río de la Plata. A partir de aproximadamente 1811 (Grito de Asensio) integraron las Provincias unidas del Río de la Plata. Y recién en 1830 Uruguay se hizo independiente, mas no por propia y expresa voluntad, sino por las perversas maquinaciones perpetradas por la Junta oligárquica que gobernaba entonces Buenos Aires, unidas con las respectivas del entonces Imperio del Brasil y de la diplomacia de la rubia Albion, es decir, Inglaterra, Gran Bretaña o como prefiera llamársele. En realidad, a los uruguayos nos expulsaron intempestiva y extemporáneamente de las Provincias Unidas del Rìo de la Plata y los promotores de ese despido no fueron ni Argentina ni los argentinos, sino y más que nada la partida de crápulas que gobernaba entonces Buenos Aires.
¿Por qué nos echaron tan inesperadamente de las Provincias Unidas? En primer término, porque a Buenos Aires le hubiera sido imposible imponer su hegemonía sobre el resto de las provincias estando Uruguay —la entonces Banda Oriental—, incluida en la federación y como abanderada de los peligrosos y “subversivos” ideales federalistas de su prócer, el general José Gervasio Artigas (quien fue, durante los siglos XIX y XX ferozmente difamado por los historiadores oficiales argentinos).. En segundo lugar: porque los dos únicos grandes puertos marítimos de las Provincias Unidas del Río de la Plata eran por entonces —¡casualmente!—, las ciudades eternamente rivales de Buenos Aires y Montevideo… Con Montevideo en la Federación, todas las provincias podían esquivar los intentos del tenebroso Directorio porteño para imponer su detestable hegemonía unitaria y centralista, pues les hubiera sido posible realizar todo su comercio de exportación e importación a través del puerto uruguayo… Con Montevideo fuera de la discusión, el único puerto de las Provincias Unidas era por fuerza e imposición Buenos Aires y, más que una salida al mar, éste se convertía —para el resto de las provincias argentinas—, en una especie de insoslayables horcas caudinas. Y en tercer lugar: porque a los siempre perversos imperialistas ingleses harto les convenía tener un Estado tapón entre las Provincias Unidas y el Imperio del Brasil (por esa misma época estaban haciendo exactamente lo mismo en Europa con la promoción de Bélgica como país autónomo). Añadamos un cuarto punto: la tradicional viveza de la diplomacia brasileña y la también tradicional arrogancia/estupidez, no de los argentinos ni de los porteños, mas sí de la oligarquía bonaerense.
Sin embargo y a pesar de aquella abrupta e indeseada separación política, Argentina/Uruguay, Uruguay /Argentina, transitaron sus respectivas vidas institucionales en muy estrecha unión. Y no sólo por el parentesco ya mencionado, ni tampoco por la cercanía geográfica… Quiso el destino que siendo, ambos, países de aluvión migratorio europeo, inmigrantes de similares procedencias (principalmente españoles e italianos, con el agregado de franceses, alemanes, eslavos, irlandeses, etcétera) llegaron para habitar en ellos y para hacer, de esa manera, mucho mayor la similitud y afinidad que desde tanto tiempo atrás les unía. Ya en las últimas dos décadas del siglo XX, después de la guerra de las Malvinas (que geográficamente serán todo lo argentinas que se quiera, pero, cuando menos legalmente pertenecerían a Uruguay, puesto que la administración del archipiélago dependía de la flota española del Atlántico Sur, cuya base estaba en Montevideo y no Buenos Aires), con el retorno de la democracia a ambos países, la apertura de ese detestable elefante blanco que han llamado MERCOSUR y el avance cada vez más acelerado de la Globalización, hubiérase dicho que los lazos entre Argentina y Uruguay habrían tenido que ser mucho más estrechos que nunca. Y esa suposición se vio reforzada por el hecho de que, últimamente, en los dos países asumieron el poder sendos gobiernos de izquierda: la timorata de Tabaré Vázquez, en Uruguay, y la tan neurótica como neurotizante de Kirchner, en Argentina…
Pero he ahí que todas las suposiciones han ido por los suelos. Y ha sido así por una razón muy sencilla, que acaba de ser revelada por una publicación reciente de la revista inglesa «The Economist»: un índice sobre el estado de las democracias en el mundo y más que nada, donde a nosotros nos interesa: en América Latina. Para elaborar ese trabajo fueron tomados en cuenta 192 países de todo el mundo y tan sólo 28 de ellos obtuvieron el calificativo de «democracias plenas». Y entre los 28 mencionados, tan sólo figuran dos de América Latina: Costa Rica y Uruguay.
A la República Argentina, gracias a los diligentes oficios de Kirchner y su régimen neuroticoide —también harto corrupto y escandalosamente clientelista y demagógico— le correspondió figurar en el grupo de las denominadas «democracias defectuosas». ¿Que los dos países tienen regímenes de izquierda? Eso importa un rábano, cuando menos para Kirchner y compañía, y es por ello que han politizado hasta extremos insoportables el tan debatido, hasta el momento, tema de las papeleras que se instalarán en Uruguay, para mejorar su economía y dar trabajo a mucha gente que allí lo necesita. En cuanto al gobierno de Kirchner y sus mefistofélicas maniobras —es digno heredero y continuador e la parte más tenebrosa, demagógica y corrupta del peronismo—, vale la pena releer palabras recientemente escritas por Danilo Arbilla: «…En Argentina, por ejemplo, se ha acusado al gobierno de Kirchner de haber distribuido una torta publicitaria inmensa sólo entre la prensa amiga o no independiente, en el período previo a las últimas elecciones legislativas. Se entiende que eso ayudó mucho al triunfo oficialista, y complementó muy bien el esfuerzo del partido de gobierno que, en muchas zonas de Buenos Aires, distribuyó aparatos electrónicos para el hogar, pagado con dineros públicos. ¿Este tipo de conducta no hace ninguna mella? ¿Se puede seguir hablando de elecciones libres?…». («Prensa Libre», Guatemala, miércoles 29-11-2006).
En todo caso, Kirchner y compañía han llevado la situación hasta tales extremos que, en estos últimos días, el Presidente de la República Oriental del Uruguay, Tabaré Vázquez, tuvo que dar órdenes al ejército para proteger instalaciones de la empresa papelera Botnia, en previsión de ataques o actos terroristas de piqueteros enloquecidos —los ecohistéricos y las «viudas de la URSS», tan exactamente iguales entre sí, ya sea en regiones tan distantes como pueden ser la República Argentina, la República de Guatemala o el Polo Norte—, obviamente alentados por el Gobierno del señor Kirchner, ese tan defectuoso demócrata (según dictamen la revista especializada «The Economist»).
|