Socialistas alborotados
por Carlos Ball
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El mensaje más repetido que se oye en el año nuevo es que “el capitalismo ha fracasado”. Algunos lo gritan con fervor, mientras otros lo susurran con una sonrisa reprimida. Pero la realidad es diferente. El lamentable fracaso del gobierno de George W. Bush no fue por defender los principios de responsabilidad individual, bajos impuestos, libre competencia y apertura de mercados que ofreció en sus campañas electorales. Por el contrario, al lograr las riendas del poder, Bush dio la espalda al gobierno limitado y multiplicó el gasto gubernamental a montos nunca antes alcanzados, con el fin de convertirse en policía y líder espiritual del mundo, mientras la Reserva Federal imprimía más billetes para pagar por mayores gastos y subsidios gubernamentales.
El colapso de la banca hipotecaria y, seguidamente, de buena parte del sector financiero se debió principalmente a la irresponsabilidad sin precedentes de Freddie Mac y Fannie Mae (las dos gigantescas financiadoras de hipotecas para viviendas, patrocinadas por el gobierno federal) que insistían se prestara dinero a largo plazo a todo el mundo que quisiera adquirir una casa o apartamento, tuviese o no ingresos para pagar la deuda incurrida. Eso provocó la explosión de la burbuja inmobiliaria que derrumbó a varias firmas financieras que por décadas habían sido consideradas como verdaderas fortalezas de Wall Street.
Al ofrecer el rescate financiero de 700 mil millones de dólares, Bush dijo: “la intervención gubernamental no solamente es deseable sino necesaria”. El excesivo gasto gubernamental y el desastre ocasionado por la desenfrenada promoción de viviendas para todos condujeron a la burbuja hipotecaria, a la actual crisis económica y desconfianza, al desempleo y a la caída tanto de las ventas como de nuevas inversiones.
Bush también ha demostrado incompetencia en siete años de conducción de guerras en Afganistán e Irak, logrando unir cada día más al mundo árabe en contra de Estados Unidos. Nadie pone en duda la obligación de Washington de defender al país de ataques terroristas, persiguiendo y eliminando amenazas, pero otra cosa muy diferente es el fracasado intento acabar con el narcotráfico en Afganistán y tratar de imponer por la fuerza la democracia en Irak, donde la mayoría de la gente ni comprende ni le interesa la democracia.
En este nuevo siglo, Washington hubiera logrado mucho más en beneficio propio y del resto del mundo promoviendo la competencia y el libre intercambio de bienes y servicios, en lugar de tratar de imponer principios democráticos por medio de las armas en el Medio Oriente.
Noventa y ocho por ciento de los historiadores piensan que el gobierno de Bush ha sido un fracaso. Su mayor logro fue la campaña de “ningún niño dejado atrás”, una reglamentación federal de 670 páginas en un país donde la educación pública es responsabilidad del gobierno local.
¿Cuánto durará y qué daño hará la actual recesión? Eso en gran parte dependerá del nuevo gobierno. Los nombramientos a cargos ministeriales y demás puestos importantes anunciados por Barack Obama parecen equilibrados. Y a Obama le atrae más la paz que la guerra.
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