La otra cara de la frontera
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En notas anteriores hemos destacado la notable afluencia de turistas que visitan en esta temporada el norte rochense y fundamentalmente esta ciudad para realizar sus compras en los “free-shops” y comercios del área.
En el balance general quedará un saldo positivo y la recuperación de la actividad comercial que soportaba una acentuada crisis desde el 2002.
Como sucede con la mayoría de los medios locales (nos incluimos) tenemos la eterna costumbre de buscar y destacar los hechos que se registran en la zona céntrica donde no existen mayores dificultades y resulta muy reconfortante realizar entrevistas a quienes son figuras representativas y hasta reiteradas en los respectivos informativos.
Sin embargo existe otro mundo donde los grabadores y las cámaras no llegan y donde hay otra realidad lejos de las luces de neón que suelen encandilar y donde la vida es totalmente distinta.
Es cierto que el progreso con sus cambios ha llegado para quedarse dando nuevas oportunidades a los habitantes de la frontera.
En la actualidad muchas cosas se han invertido y nos parece bien que se logren cosas, que sin embargo no deben estar condicionadas a la calidad de vida ni a las dificultades que puedan generar en el núcleo familiar.
En el siglo pasado y de esto no hace mucho, el trabajo era más estable y por lo tanto había menos desempleo. Sin embargo con la llegada del progreso y aunque parezca una incoherencia el desempleo aumento, como también aumento el desespero de las personas y el sufrimiento por las dificultades familiares.
El periodista brasileño Paulo Santana señalaba en su columna de Zero Hora que no sabía “si la vida de hoy en mejor que antiguamente. En la actualidad hay miedo de enfermarse, de no tener lugar en las filas de consulta o en las camas de los hospitales. Antiguamente existían crímenes y violencia pero ellos eran la excepción de lo cotidiano. Hoy los crímenes son rutinarios. Hay miedo de salir a la calle, hay miedo en las personas que viven solas o en lugares modestos ante la eventualidad de que en cualquier momento les rompan la puerta durante el descanso nocturno”.
Esta realidad aún con distintos matices y protagonistas se viene reiterando desde el principio de los tiempos con el compromiso reiterado de los gobernantes de turno de encontrarle una solución.
Los cambios también se han reiterado con diferentes rótulos para que todo siga igual. Somos los vecinos del fondo integrando el Club de los países pobres que abarcan más de la mitad de la población mundial.
Por otro lado nos miran “sin mirar” los 7 grandes responsables que derivan hacia nuestros pueblos marginales todas las crisis financieras que nos atan al mástil.
Si el mundo está dividido como pensar que no puede estar dividido esta aldea fronteriza con berretines de gran ciudad, que sufre como todo pueblo chico del interior los efectos de la mortalidad infantil, la desnutrición, las enfermedades evitables, epidemias y analfabetismo.
En algunas oportunidades las instituciones del medio, llámense clubes de servicios, las ONGs o simplemente los vecinos arriman un plato de comida de la misma manera que los países ricos ponen en practica los “planes de ayuda” que se transforman en un excelente negocio al aumentar considerablemente el endeudamiento crónico de nuestras economías.
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