El Progreso Asusta por Pablo Montaldo |
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La mula es un animal que resulta del cruce de un asno macho y una yegua. Es un animal muy valorado desde tiempos antiguos, pues ha sido utilizado en todo el mundo como bestia de carga. A nadie llama la atención una mula. Pues bien, la mula es un híbrido, un organismo genéticamente modificado (OGM), al igual que el burdégano (cruce de asna y caballo) o el tritical (cruce de trigo y centeno), descubierto en el siglo XIX.
Los OGMs (también llamados “transgénicos”) son parte ineludible de la vida moderna, a pesar de lo cual no cesan de tener detractores. Por diversas razones, grupos ecologistas, religiosos o, simplemente, miedosos, se oponen a la adopción de los transgénicos. Algo similar sucedió con la congelación de los alimentos, perfeccionada en 1842, pero que sólo medio siglo después pudo ponerse en práctica debido a las resistencias sociales.
Escudado en el “principio de la precaución” en materia ambiental y en la “necesidad de definir una propuesta respecto a la posibilidad de utilización de OGMs”, el gobierno acaba de dictar una moratoria de 18 meses en la autorización de nuevas variedades vegetales genéticamente modificadas. El gerente de la Cámara Uruguaya de Semillas, Daniel Bayce, criticó la decisión por considerar que lo que hace es agregar 18 meses a una moratoria de hecho que ya está vigente desde marzo de 2005 y que aleja a Uruguay de los avances tecnológicos que ya están disponibles en la región.
Detrás de la actitud del gobierno se encuentra un recelo por lo nuevo, un miedo al progreso, que no es patrimonio exclusivo de este gobierno ni de la sociedad uruguaya. Es una desconfianza arraigada en muchos pueblos y fomentada por esos grupos encargados de retrasar la aplicación de los avances científicos.
Desde hace varios años se sabe que ningún OGM ha causado jamás la más mínima enfermedad, ni siquiera un dolor de cabeza. Los OGMs tampoco han dañado la biodiversidad. En cambio, las nuevas variedades han permitido que la oferta de alimentos creciera a la par de la demanda. Sin los OGMs la seguridad alimentaria del planeta, que parece adquirida y no lo está, se vería amenazada.
Los miedos a las biotecnologías lo único que logran es atrasar el desarrollo. Actualmente Uruguay tiene un 50% del área de maíz con eventos transgénicos, mientras que Argentina tiene el 70%. En Argentina, China o Estados Unidos no se elude el progreso científico; se cree en él y se lo aprecia. El Estado debería promover ese aprecio en lugar de fomentar la desconfianza.
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