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Año IV - Nº 224
Uruguay, 09 demarzo del 2007
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Martín Krauze
"La ideología está partiendo a la región en dos, y constituye una amenaza a la prosperidad"
por Martín Krauze
 
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            Con la extinción de dinosaurios políticos como Pinochet y Castro y una democracia relativamente a salvo luego de un maratón electoral de 18 meses, muchos ya hablan del fin de las ideologías en la América Latina del siglo XXI. Sin embargo, la ideología está partiendo a la región en dos, y constituye una amenaza a la prosperidad, la base fundamental de la democracia.

            Desde las sierras colombianas hasta los volcanes de la Patagonia, una cortina de hierro andina separa a los países del Oeste con intenciones de liberar sus economías de aquellos en el Este que confían en los altos precios de las materias primas y las políticas populistas. Los tratados comerciales con Estados Unidos están ayudando a las economías más libres a comprometerse con el crecimiento y el intercambio, y a que en el largo plazo dicho crecimiento pueda convertirse en un ejemplo para aquellos al otro lado de la cortina andina, aunque los populistas siempre podrán discutir los éxitos de otros.

            Latinoamérica, al igual que la mayor parte del planeta, está disfrutando de un período de crecimiento económico excepcionalmente alto. El promedio regional es casi del 5%, mientras que países como Argentina y Panamá están alcanzando el 9% anual. Desdichadamente, la mayor parte de este crecimiento proviene de un aumento reciente en los precios de muchas materias primas, especialmente generado por el apetito por recursos naturales de China. Brasil es el último país en firmar un acuerdo con el gigante asiático para brindarle gas, minerales y hierro.

            No obstante, los precios de las materias primas son muy volátiles. Muchos recordarán los años setenta, cuando los precios de las materias primas como el petróleo estaban por las nubes, y la mayoría de los países latinoamericanos incurrieron en una vorágine de gasto que generó una década de un fantástico crecimiento económico casi ininterrumpido. En cierto momento, Venezuela fue el principal importador de whisky en el mundo. Desafortunadamente, existe una gran diferencia entre gasto e inversión. Y cada gran fiesta viene seguida de una fuerte resaca—la "década perdida" de los ochenta.

            Luego no se podían pagar las enormes deudas contraídas, ya que los precios de las materias primas habían colapsado de vuelta a la realidad. El ingreso aún no generado sobre el cual la gente tenía expectativas desapareció. La gente se empobreció viviendo en economías donde la riqueza era distribuida en lugar de creada. Bolivia experimentó tal nivel de hiperinflación que en 1986 el segundo producto más importado luego del petróleo era sus propios billetes, los cuales eran impresos en el exterior.

            Pero hubo algunas excepciones. Luego de un traumático período cuando Salvador Allende fue derrocado y la inflación reinaba en Chile, el mandato autoritario de Pinochet eventualmente incluyó reformas económicas que liberaron el mercado y lo abrieron al comercio. También se benefició de los altos precios del cobre en los setenta y sufrió el golpe inevitable de la crisis de la deuda a inicios de los ochenta, pero desde entonces la economía ha crecido hasta convertirse en la más fuerte de América Latina. Siendo ahora una democracia estable, la presidenta socialista Michelle Bachelet se apega al libre mercado.

            Esta lección de Chile se ha difundido a Colombia y Perú, países que están planeando acuerdos comerciales con Estados Unidos y posiblemente la Unión Europea, junto con las naciones de América Central, donde las reformas de mercado, los derechos de propiedad y el comercio internacional se abren paso. Mientras tanto, algunos como Argentina, Brasil y Venezuela, con su carismático líder Hugo Chávez, parecen destinados a repetir viejos errores, renegando contra el mismo libre comercio que ha hecho más prósperos a sus vecinos.

            Néstor Kirchner continúa hipotecando el futuro de mi país de acuerdo a su calendario electoral (se espera que se postule nuevamente en el 2007). El alto precio del petróleo y el gas, junto con el de algunos productos agrícolas, producirá crecimiento económico hasta la próxima caída en el precio de las materias primas. En Venezuela, en promedio eran más ricos en términos absolutos en 1950 que ahora. En cuanto a Brasil, hace tan solo doce años tenía una economía del mismo tamaño que la de China. Hoy, Brasil exporta materias primas a esa nación. Y luego está Cuba, la cual está tan fosilizada en el tiempo que cuando estuve ahí recientemente el periódico oficial Granma destacaba un discurso que Fidel había dado hace 45 años.

            La muerte inminente de Castro promete cambio en Cuba, mientras que Pinochet había abdicado su poder desde hace mucho tiempo, pero aún no estamos libres de la ideología. La lección es clara: los latinoamericanos debemos adoptar las políticas de libre mercado que han probado funcionar en la práctica y rechazar a aquellos políticos que prefieren la retórica.

Martín Krause es profesor de economía y política pública en la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas de Buenos Aires.

Fuente: CISLE (México)

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