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Año V Nro. 359 - Uruguay, 09 de octubre del 2009
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El desfile con motivo de la conmemoración de los 60 años de la fundación de la República Popular China, fue impresionante. Una de esas desmesuradas superproducciones que acostumbran hacer los chinos, en las que participaron decenas de miles de personas elaborando complicadas coreografías con una perfección inusitada. La ceremonia que se desarrolló en la emblemática Plaza de Tiananmen contó con un derroche de grandes cantidades de fuegos artificiales, toneladas de himnos patrióticos y mucha acrobacia. Pero lo más impresionante y esperado fue el desfile militar donde se puco constatar el desarrollo bélico de un país que aspira a ser la próxima potencia global. Los gastos de defensa chinos, siguen siendo irrisorios comparados con los de Estados Unidos, si se tiene en cuenta el tamaño de su población y la extensión de su territorio. La falta de transparencia que caracteriza al régimen de Beijing, impera también en lo militar y si es poco lo que se sabe acerca del armamento que está comprando y desarrollando, más nebulosa aún es la noción de: ¿por qué lo tiene? y ¿cómo piensa usarlo? Si la influencia creciente del gigante asiático ha llevado a que se diga que “el siglo XXI será el siglo de China”, es legítimo preguntarse que clase de mundo tienen los dirigentes chinos en mente. En su informe de Defensa al Congreso, este año sobre la capacidad militar China, el Pentágono dijo que las tecnologías y las armas que el país está perfeccionando sirven no sólo para intimidar y atacar Taiwán, su enemigo natural, sino también para disputar la superioridad de las fuerzas aéreas y navales estadounidenses. Estados Unidos sostiene que China está en un acelerado proceso de transformación de su ejército que de ser una fuerza masiva diseñada para pelear largas guerras dentro de su territorio, se está convirtiendo en una fuerza capaz de ganar conflictos cortos y de alta intensidad con adversarios tecnológicamente sofisticados, precisamente como la unión americana. Uno de los ejemplos más claros a analizar de ese cambio de estrategia es la velocidad a la que China está construyendo submarinos. Se cree que ya tiene más sumergibles que Rusia y es posible que antes de que termine esta década haya superado también a los Estados Unidos. ¿Cuál es el propósito de esa carrera armamentista tan desenfrenada? El argumento de Beijing es que, comparado con el de otras potencias, su gasto militar es muy bajo y su objetivo es desarrollar un ejército que sea proporcional a su fuerza económica y a su estatus internacional. Volviendo al desfile, en el mismo se presentaron ante el pueblo chino y el mundo medio centenar de armas de nueva última generación, entre ellas misiles de alcance intercontinental. También es posible que el gobierno Chino quiera desarrollar una política de disuasión a través de su rearme. Para ello quizás tomó como guía el libro “El Arte de la Guerra” de Sun Tzu, escrito hace 2500 años y en el que una de sus máximas sostiene: “La mejor victoria es vencer sin combatir” ¡Hasta el próximo encuentro…! © Lic. Washington Daniel Gorosito Pérez para Informe Uruguay
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