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Año V Nro. 359 - Uruguay, 09 de octubre del 2009
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En la segunda mitad de la década del cuarenta, una pareja, la del General Perón y Evita, manejaron la nación a su antojo por casi nueve años. Con aciertos y exageraciones, con importantes conquistas sociales pero también con desmesuras, como hermosas escuelas, hospitales, plazas, parajes, provincias, monumentos, colegios y cuanto quiera uno imaginar llevando sus nombres en vida, al mejor estilo fascista. Pero antes de finalizar su segundo mandato, un sector de la sociedad, golpeando nuevamente las puertas de los cuarteles, no tardó en derrocar al General, quien había osado traicionar las viejas convicciones conservadoras. Y despotricando indignada con los desaciertos del régimen y el "inmoral culto personalista" implementado por su mentor, se alzaron con el poder, aunque al poco tiempo, se mostraron haciendo más barbaridades que ellos después que los echaron, prohibiendo, proscribiendo, derrumbando estatuas y otras acciones que, aunque aparecían como necesarias, solo sirvieron para dividir aun más a la sociedad ya dividida entre peronistas y anti peronistas. Después de la llamada “Revolución Libertadora”, a partir del '55, el General, ya sin su fallecida esposa, siguió manejando desde Europa el país casi a su antojo, aunque ahora con la compañía de una ex bailarina de cabaret devenida en "estadista" y heredera, y un misterioso y oportunista “brujo”, antiguo camarero policial, transformado luego, por esos secretos vericuetos de la vida política Argentina y nuestra rara idiosincrasia, en Comisario General. Allá, desde su cómodo y pudiente retiro en Puerta de Hierro, le devolvió gentilezas a la “Revolución Libertadora”, lo desafió a Lanuse cuantas veces quiso y preparó el terreno para el regreso mientras, alegremente, enviaba gente a morir y a matar. Con absoluta naturalidad, el viejo General, aplaudía entusiasmado cada vez que caía un policía, un militar, un empresario o un sindicalista enemigo, y justificaba esas muertes como “un mal necesario para alcanzar la revolución” y diciendo que “a veces a mis muchachos se les va un poco la mano” Vuelto al poder, por esas cosas típicas de nuestro país, cuando el General ya se había transformado en “león herbívoro” percibe que no puede pararlos y que engendró un monstruo sin amo y sin control. Se enoja con quienes antes le fueron funcionales y los hecha de la plaza, indignado porque le matan sus mejores hombres, acrecentándose así el baño de sangre más inmenso que conocería la historia de la Nación. Luego, mientras toda Latinoamérica se incendia en los fuegos de la guerrilla marxista y el país se desangra en la peor guerra civil de su historia, envuelto en las intrigas del brujo y su sacerdotisa, se muere y nos deja. Como su última picardía absurda, heredamos al personaje esotérico y a la nueva “Estadista”, compitiendo a ver quién de los dos entierra mas a la Nación, mientras la gente muere como moscas, entre traiciones de alcoba, espurios arreglos entre guerrilleros y almirantes en París y posteriores entregas vergonzosas. Todo ello ante la impávida mirada y la pretendida impotencia de los viejos políticos que quieren cualquier cosa menos agarrar la brasa caliente entre los dedos. Como consecuencia, llega el “Proceso de Reorganización Nacional”, y después de seis años, en lugar de dejar un país en paz y pujante, tienen que irse prácticamente de apuro, después de la derrota de Malvinas. Con el advenimiento de la democracia, aparece Raúl Alfonsín, y también tiene que irse antes, abrumado por el desgobierno, producto de cierta incapacidad para resolver los problemas centrales y con la ayuda de una oposición destructiva del Justicialismo, en complicidad con Saúl Ubaldini y la CGT, y el lobby perpetrado por Domingo Cavallo y Carlos Menem en el exterior, que desemboca en una hiperinflación jamás vista en nuestro país. Y le deja el camino a Menem, y la Argentina crece como nunca en su historia, aunque vendemos y/o entregamos hasta los últimos recursos de la Nación. Y todo se descontrola tanto como crece el país, y vendemos los trenes para no seguir con los millonarios gastos que nos producen porque son inoperantes, y la gente viaja como ganado pero les pagamos la misma cantidad en subsidios a los que los compraron y los administran peor que el estado, y seguimos viajando mal, pero un poco mas a horario. Todos gozamos el veranillo mientras duró. Record de viajes a Europa, record de heladeras, de coches nuevos, de televisores, de propiedades, de todo. Y un día se acabó. Y llega la Alianza, un híbrido mezcla de radicales, pseudo progresistas y ex peronistas resentidos, debiendo huir en helicóptero al no poder aguantar la combinación de desgobierno y la salvaje presión de Eduardo Duhalde. Ahora, unas cuantas décadas después, se repite la historia. ¿Típicamente tanguera y argentina? Otra vez estamos en las manos de una monárquica pareja despótica y soberbia que todo lo sabe y todo lo hará, solo ellos dos, y alternadamente, a lo largo de varios períodos. Porque ellos son los únicos capaces de sacarnos del lodazal en el que todos, todos menos ellos, nos metieron. Aunque eso sí, ahora nos dicen que todo su “sacrificio” es en favor del pueblo y que gracias a sus desvelos “estamos saliendo del infierno”. Y el mundo absorto, nos mira y no entiende como puede ser que seamos tan recurrentemente autodestructivos. Y la pregunta es: ¿Por qué los argentinos son tan distintos? ¿Por qué son tan baratos? ¿Por qué se valorizan tan poco como nación aunque son tan soberbios individualmente? ¿Porqué son tan antidemocráticos? ¿Por qué se defecan en las instituciones y la Constitución? ¿Por qué siendo la Constitución Nacional Argentina una de las más ejemplares en el mundo, los propios argentinos la "bastardean" repetidamente? ¿Por qué cuando en el mundo se imponen las ideas y los proyectos, en contra de los personalismos, aquí en cambio estamos políticamente más subdesarrollados que nunca y admiramos a Chávez, a Morales y a Castro y sus regímenes autoritarios, demagógicos y prepotentes? ¿Somos masoquistas? ¿Habrá sido influencia del tango? ¿Será culpa de Discépolo? ¿Será que el mate tiene alguna droga desconocida? ¿Estamos locos que despreciamos el renunciamiento de San Martín pero importamos el hegemonismo, el personalismo y la ambición de poder de Bolívar, dejándonos convencer por ese gran simulador y neo fascista de Chávez? ¿La mezcla de sangre española e italiana nos habrá dejado un gen incomprensible que nos hace así? ¿No será que deberíamos contratar unos mil o tres mil sociólogos y antropólogos de renombre internacional para que estudien las causas verdaderas de por qué los argentinos tenemos esta facilidad para endiosar buhoneros de barricada, falsos charlatanes de encendida verba pero hipócrita realidad que pretenden y consiguen vendernos elixires y pócimas mágicas? ¿Por qué creemos que el secreto de la consolidación de una nueva Argentina, reside en otra familia todopoderosa e infalible y no en las instituciones? ¿Por qué ese berretín de comprar presidente junto con la esposa de ocasión? ¿Por qué basta que una mujer hable mas o menos bien, nombre algún filósofo conocido, y despotrique con el puño en alto imitando la voz de Evita, para que ya la endiosemos como si hablara la Madre Teresa de Calcuta y creamos que va a salvarnos? ¿Salvarnos de que? ¿Y de ellos quién nos salva? ¿Por qué nos convencen de que nuestra única salida debe provenir de la mano protectora de un irascible orador de barricada que, como si no le bastara estar peleado con el mundo entero afuera, ahora se pelea con las fuerzas del campo, que son quienes contribuyeron con su trabajo a que el pueda hoy cantar victoria? ¿Qué los hace mejores, si acompañaron, aplaudieron, usufructuaron y propiciaron aquellas políticas que hoy defenestran y a las que culpan de nuestra situación actual? ¿Por qué en esta administración los funcionarios tienen actitudes más típicas de "nenitos" enojados que de empleados que cobran muy bien para hacer las cosas y que casi nunca las hacen bien? ¿Cómo un secretario de estado puede aceptar hacer el ridículo ante miles de personas retirándose de un acto importante sin saludar y con cara de “hacer puchero” porque no le gustó al presidente lo que dijeron del gobierno y le ordenaron irse así? ¿Adónde hemos llegado? ¿Comprenden realmente lo que está en juego o creen que esto es como jugar al estanciero? ¿Cómo puede ser que países que nos rodean y no tienen ni la décima parte del potencial de Argentina, estén creciendo económica y socialmente como nunca, mientras nosotros todavía estamos queriendo descubrir de quien fue la culpa? ¿Cómo puede ser que exporte más carne Uruguay que Argentina? ¿Cómo puede ser que por su inoperancia y desinterés estemos peleados e incomunicados con el Uruguay, nada menos? ¿Qué pueden pensar de nosotros en países como España, México, EEUU, y muchos otros, cuando ven en los noticiarios del mundo lo que paso en San Vicente, lo que pasa en nuestras canchas de fútbol, en nuestras rutas, en la ciudad y conurbano con los delincuentes, barra bravas y asesinos que dominan las calles, con el desmadre de los piqueteros, los cartoneros que pululan cada día más, cada vez más gente viviendo y durmiendo a la intemperie, etc.? Eso sí, sin contar los indígenas del Chaco que mueren ante la mirada indiferente del Gobernador, del Presidente, de la Primera Dama, el Ministro de Interior y todos los demás funcionarios que no deberían poder dormir ante esta realidad. Mientras tanto, se regodean diciendo que las arcas del BCRA rebosan de dólares y pagan fortunas que alcanzarían para alimentar un año a toda una comunidad aborigen por solo una hora de helicóptero para hacer campaña. ¿No habría que responsabilizarlos por esas muertes y por nuestra inseguridad? ¿Cómo tienen la desfachatez de hablar de los logros de su gobierno cuando los contrastan con esa gente que muere por que le faltan miserables trescientos pesos por mes para comer o porque nadie les fumiga sus vergonzosas chozas? ¿Cómo puede hablar ese ministro, ex prófugo de la justicia, de “resabios de la derecha insolente” y de “exclusión social” ante cualquier crítica al gobierno cuando se le muere gente por desnutrición todos los días? Cuando en lo que va del año mueren diez aborígenes de hambre y enfermedades que hasta en el Amazonas ya están casi desaparecidas. ¿Cómo podemos, los argentinos seguir soportando en silencio a esos portadores de apellidos que deshonran, ilustrando al “pueblo” con sus lecciones de moral que no se corresponden ni con sus historias ni con sus trayectorias. Soportamos que pretendan marcarnos el “rumbo a seguir”, mientras hoy sostienen lo contrario a lo que decían hace seis años, y "prepotean" a periodistas y entrevistadores serios e independientes que les formulan preguntas incomodas mientras se explayan y reciben adulaciones de los indignos vendidos del dial y de la pantalla? ¿Cómo es posible que en el país de Borges, de Favaloro, de Housay, De Milstein, de Frondizi, de Balbín, de Palacios, de De La Torre, de Saavedra Lamas, de Roca, de Mitre, de Belgrano, de Sarmiento y tantos otros, sigamos soportando estos “neo progresistas” que hablan sintiéndose dueños de la verdad, cuando en cambio son autoritarios aprendices de dictadorzuelos, con voces destempladas y prepotentes. ¿Cómo es posible que nunca, ni Dios ni la Patria se los demande? ¿Será que en el fondo los argentinos seguimos añorando la figura de los virreyes y necesitamos esas personalidades tutelares? ¿No sentimos vergüenza de tener estos dirigentes? No, realmente no. Y a modo de solución a todas estas preguntas y a la vergüenza que nos dan, encontramos una fórmula facilista, un axioma que reza: “tenemos los gobernantes que nos merecemos”. Así como tuvimos los políticos que nos merecíamos, también lo fueron, son y serán los Presidentes, las Primeras Damas, los Ministros, los Militares, los Cancilleres, la Policía, los Embajadores, los maestros, los Jueces, en fin, la sociedad misma. Será entonces que, en definitiva, eso es todo lo que nos merecemos, para incomprensión y asombro del mundo y solaz esparcimiento y motivo de burla de los países limítrofes y competidores que crecen sostenidamente, incluso en lo moral y como Nación, y que en el fondo, les conviene que nosotros permanezcamos en esta eterna mediocridad. Y en esta maravillosa y generosa parte del planeta estamos nosotros, peleados con el mundo, abrazados en un montón de contradicciones junto con los Kirchner, los Chávez, los Morales y los Castro, mientras, en segunda y tercera fila les hacen coro obsecuente los Bonasso, los Borocotó, los Fernández, los Kunkel , los Bielsa, los Verbitsky, los Garré, Los Micelli, los D’Elia, los radicales K, los socialistas K y otros especímenes oportunistas. Es decir, los descastados de la política. Los que borran con el codo lo que firman con las manos, los socios de la mediocridad y la incultura, los que se niegan a entrevistarse con intelectuales y empresarios, pero casi duermen con los “neo Bolivarianos” y con cuanto otro personaje descartable del mundo anda por allí. Los que fraguan los datos del INDEC, insultando a nuestra inteligencia. Los que se regalan terrenos públicos en el Calafate delante de nuestras narices. Los que se manifiestan y asumen Bolivarianos y reniegan de su orgullosa herencia Sanmartiniana. Pero igual los seguimos soportando, por eso al axioma que dice “tenemos a los gobernantes que nos merecemos”...habría que agregarle: “y que además, nos parecemos”. © Pablo Docimo
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