Ricardo recibió un loro por su cumpleaños; ya era un loro adulto, con una muy mala actitud y vocabulario. Cada palabra que decía estaba adornada por alguna palabrota, así como siempre, de muy mal genio.
Ricardo trató, desde el primer día, de corregir la actitud del loro, diciéndole palabras bondadosas y con mucha educación, le ponía música suave y siempre lo trataba con mucho cariño.
Llego un día en que Ricardo perdió la paciencia y gritó al loro, el cual se puso más grosero aún, hasta que en un momento de desesperación, Ricardo puso al loro en el congelador.
Por un par de minutos aún pudo escuchar los gritos del loro y el revuelo que causaba en el compartimiento, hasta que de pronto, todo fue silencio.
Luego de un rato, Ricardo arrepentido y temeroso de haber matado al loro, rápidamente abrió la puerta del congelador.
El loro salió y con mucha calma dio un paso al hombro de Ricardo y dijo:
- Siento mucho haberte ofendido con mi lenguaje y actitud, te pido me disculpes y te prometo que en el futuro vigilaré mucho mi comportamiento".
Ricardo estaba muy sorprendido del tremendo cambio en la actitud del loro y estaba a punto de preguntarle qué es lo que lo había hecho cambiar de esa manera, cuando el loro continuó:
- ¿te puedo preguntar una cosa?...
- Si.. como no!!, contesto Ricardo
- ¿Qué fue lo que hizo el pollo?

Había un hombre que trabajaba en la oficina de correos, cuyo trabajo era procesar las cartas que traían la dirección ilegible. Un día, llegó a sus manos una carta que traía escritura temblorosa y que iba dirigida a Dios, pero no tenía dirección alguna.
Como esa carta no iba a ir a ningún lado, decidió abrirla para ver de qué se trataba:
"Querido Dios: Soy una viuda de 84 años, que vive de una pequeña pensión. Ayer, alguien robó mi bolsa que tenía 500,00 euros, era lo que me quedaba de la quincena y ahora voy a tener que esperar hasta mi próximo cheque, no sé que hacer. El próximo domingo es Navidad y había invitado dos amigas mías a cenar, pero sin dinero, no tendré qué freírles, no tengo ni siquiera comida para mí, no tengo familia y eres todo lo que tengo, mi única esperanza. ¿Me podrías ayudar?
Por Favor. Sinceramente Maria."
Fue tal el impacto que la carta causó al empleado postal, que este decidió mostrarla a sus compañeros de trabajo, todos quedaron sorprendidos y comenzaron a buscar en sus bolsillos y carteras, al final de la tarde habían hecho una colecta de 440.00 euros, los cuales guardaron en un sobre y se lo mandaron a la dirección del remitente de María.
Esa tarde, todos los empleados que cooperaron, sintieron un rico calorcito en el ambiente y una sensación de satisfacción que tal vez no experimentaban hace mucho tiempo, al saber lo que habían hecho por Maria y sus amigas.
Llegó la Navidad y se fue. Algunos días después de la Navidad, llegó a la oficina de correos otra carta de María,la cual reconocieron inmediatamente por la escritura y porque iba dirigida a Dios. La abrieron y todos con curiosidad escucharon lo que decía:
"Querido Dios: Con lágrimas en mis ojos y con todo el agradecimiento de mi corazón te escribo estas líneas para decirte que hemos pasado, mis amigas y yo, una de las mejores Navidades de nuestra vida, y todo por tu maravilloso regalo, debes saber que siempre hemos sido fieles a tu mandato y hemos seguido todos tus mandamientos, tal vez esa sea la razón de tu benevolencia con nosotras y en especial conmigo, Gracias Dios, por cierto, faltaban 60 euros, nada importante, seguramente los afanaron esos hijos de puta de Correos..."

Un hombre cuyo padre fue ahorcado por homicidio, debía rellenar el impreso para suscribir un seguro de vida. Cuando llegó a la pregunta: ¿De qué murió su padre?, meditó unos minutos y seguidamente escribió: Tomando parte en una ceremonia pública, la plataforma sobre la que se encontraba se vino abajo.
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