Botnia y los argentinos
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por Mercedes Colombie |
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Si se buscara un símbolo que represente en amplitud la realidad argentina, la pastera Botnia se constituye en un icono de todo aquello que ha condenado a este bendito país al eterno fracaso. Botnia puso en evidencia la corrupción institucionalizada que logró que pasteras y otras empresas decidieran no radicarse en Argentina cuando un gobernador hoy devenido en ecologista las auyentó con codiciosos pedidos de coima.
El conflicto que desató su instalación en Uruguay desnudó la ausencia de una política exterior, la ineptitud de quienes ejercen de diplomáticos y lo que es aún peor, la promoción del delito de sedición por parte de un Presidente de un país carente de Estado de Derecho.
Asambleas, hijas dilectas de esa “democracia alternativa” de dudosa legitimidad y promovida por la izquierda, fueron las responsables que los ciudadanos no pudieran ejercer sus derechos constitucionales de transitar por las rutas y de poder entrar o salir a voluntad del país.
El patoterismo de los asambleístas tuvo como consecuencias directas el que se cerraran fuentes de trabajo, la pérdida de empleos y hasta de vidas, una barbarie que fue aplaudida desde la Casa Rosada.
La suma de fracasos oficiales llevó a una agresión sistemática en contra de un país hermano, posiblemente el mas hermano de todos, un diferendo que debía haber sido arreglado en familia, fue elevado a la Corte Internacional de la Haya con resultados previsibles solo para ganar tiempo y como si esto no fuera suficiente, solo con fines electoralistas se comprometió la intervención de un tercer país para que busque una solución a lo que no se quiere solucionar.
Botnia llegó para quedarse y pronto estará en funcionamiento, su enorme chimenea será un monumento que recordará a los argentinos lo que no debió ser y por lo que deberán luchar para que no vuelva a ocurrir.
Fuente: La Historia Paralela
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