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La reforma inconsulta
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| por Jaime Mario Trobo |
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La izquierda a lo largo de la historia repitió hasta el hartazgo la muletilla de promover “una gran discusión nacional” sobre cualquier tema que se tratara. Todo debía ser sometido al consenso, y cuando esto a su juicio no ocurrió, descargó la práctica de referéndums y otras prácticas, que detuvieron o impidieron reformas fundamentales. Resulta paradójico pero la izquierda se opuso aún a reformas relacionadas con áreas que hoy en el gobierno presenta como grandes logros, como es el ejemplo del sistema portuario.
Hoy, en estas horas, sin admitir discusión, se propone dar por cerrado el trámite parlamentario de una Ley que afectará gravemente la atención en salud de la población del país. Los parlamentarios del gobierno han eludido el debate en la Comisión de Diputados que estudia el tema, no han analizado los artículos del proyecto sino que los han votado en “bloque”, un procedimiento parlamentario alejado de la necesaria transparencia que un tema de tal importancia tiene. No será posible en la historia legislativa de la ley conocer la razón de muchas de sus disposiciones, estará todo en penumbras cuando no en oscuridad.
No sólo no han querido analizar los artículos y sus contenidos, sino que han votado en contra de la totalidad de propuestas que ha hecho el Partido Nacional para mejorar algunos aspectos de una muy mala ley. Han llegado al extremo de apropiarse ante la opinión pública de una propuesta que nosotros realizamos para mitigar el fuerte impacto económico de las familias cuando los hijos sin empleo cumplen 18 años
El proceso sumario al que sometieron la tradicional presencia de personas y grupos interesados en los contenidos de la ley, les impidió reflexionar sobre sus demandas, advertencias y propuestas, al punto que de la totalidad de delegaciones recibidas mas del 95 % se expresaron disconformes, contrariados, en algunos casos alarmados sobre los contenidos del proyecto, las consecuencias de su aplicación y la difícil reversibilidad de los daños que causará en los derechos y calidad de prestaciones en salud de personas, colectivos, empresas, mutualistas, gremiales, en fin interesados en el mejoramiento de la calidad de la salud en general. La constante de los visitantes fue, “no fuimos consultados, tenidos en cuenta”, “no pudimos aportar nuestra experiencia y conocimientos”, no pudimos reclamar nuestros derechos”. Basta leer las actas de la Comisión de Hacienda integrada con Salud de Diputados para concluir en que la izquierda ha violado su prédica histórica a favor del debate y el consenso.
Claro, esta reforma de la salud, que dirige el sistema hacia una centralización política inédita, hacia una burocracia directora de cada milímetro de la actividad de los prestadores y los usuarios, que conculca derechos constitucionales como el ejercicio de libertades y de propiedad, que arremete contra la descentralización y que introduce el poder del estado en cada espacio del sector, es el gran botín político de la izquierda y especialmente de algunos sectores de ella. Y para que este se pueda alcanzar, es necesario opacidad y nocturnidad en los procedimientos para que los ciudadanos estén alejados de percibir los daños al futuro de su salud.
La semana entrante procuraremos en la discusión en el plenario de la Cámara, dar muestra clara de las inconsistencias del proyecto, sus graves consecuencias en el sector salud y del irremediable y grosero proceso de exacción a los trabajadores que contiene en el aumento del impuesto a los ingresos que crea, que se suma al IRPF, otro nuevo agravio a la economía de las familias trabajadoras y emprendedoras.
La reforma de la salud es inconsulta, opaca, autoritaria, burocrática, decadente, centralista y disminuirá notoriamente el nivel de atención a toda la población. Por ello nuestra tarea no termina aquí, ni mucho menos. Nuestro Partido deberá sistematizar un seguimiento paso a paso del despropósito que pondrá la izquierda en práctica para denunciarlo y en su momento revertirlo.
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