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Año III - Nº 160 - Uruguay, 09 de diciembre del 2005

 

No sólo aguas turbias
Javier Garcia
 

Por razones estrictamente políticas se le ha negado a la gente una información vital, que hace a su seguridad personal, a la preservación de su salud.

Hubo gobernantes que la semana pasada ocultaron informaciones lesionando nuestros derechos. Los directores de OSE confesaron que estando en conocimiento que el agua que estaban brindando no era potable, les pareció oportuno no informar de ello a la población de Montevideo. Lo que se podría haber supuesto hasta el jueves pasado en el sentido de que se podía estar frente a negligencia o impericia pero exentas de voluntad, ahora sabemos que es todo junto. Es incapacidad, pero también ocultamiento.

¿Quién le puede otorgar el derecho de decidir sobre la salud de uno mismo a estos señores? ¿Qué derechos tienen a resolver por sí y ante sí que hay cosas que mejor no se sepan aunque ellos puedan tomar precauciones personales pero se las impidan tomar a todo el resto de la población?

El Directorio de OSE ha cometido una barbaridad que no le permite ser creíble en el resto de la gestión.

No sólo dejó sin agua a buena parte del departamento de Montevideo, sino que a los demás se la da tan turbia como sus actuaciones son. Además han roto una rica tradición de mantenimiento de la calidad de un insumo básico, de un bien público esencial como el agua.

Seguramente no se recordará aquí ninguna herencia tan nefasta como esta que dejaran en su momento estos jerarcas para el futuro.

Ocultaron, sabemos ahora, una información que se tenía y no se brindó. Cuando esta semana los jerarcas de OSE comparecieron junto al ministro Arana en el Parlamento, les recordamos que sus informaciones eran tan turbias como el agua que salía por las cañerías. Que estaban restando información a la gente que preocupada -con razón- por la calidad perdida del agua se interrogaba sobre la salubridad de ésta. Dijeron que se había encontrado hierro y óxido de manganeso, pero no dijeron en qué cantidad. Las guías internacionales y las nacionales son muy precisas en las cantidades que se admiten de estos metales y también la bibliografía es abundante en señalar las consecuencias que puede haber por el consumo prolongado del segundo. Nos dijeron que se había encontrado esto pero no cuánto, y además se enojaron hasta el rubor por la aparición pública de un informe privado que reveló Canal 4 y que demostraba la existencia de niveles de hierro 800 veces superior a lo admitido por las normas. De nuevo la prensa tiene la culpa, y en este caso por informar algo que debiera haber informado el propio ente.

Nadie sabe hoy a ciencia cierta cual es la característica del agua que circula. Un jerarca llegó a decir que la misma había perdido una de sus características pero que igual era buena. Es como afirmar que un día el Estado se queda sin Poder Judicial, y alguien llegara a afirmar que igual todavía quedan dos poderes.

Nadie está garantizando hoy, ya que el Ministerio de Salud Pública no interviene y se esconde sin ejercer su deber de ser la policía sanitaria, que el agua que circula es inocua.

Por razones estrictamente políticas se le ha negado a la gente una información vital, que hace a su seguridad personal, a la preservación de su salud y a la posibilidad de tomar medidas alternativas para evitar un perjuicio. Y todo esto para no pagar el costo político de un error. Para este directorio fue mejor esto que garantizar la salud de la población.

Pocas informaciones en la vida de una nación, muy pocas, pertenecen a aquellas en las cuales un gobernante puede reservarse el derecho de no informarlas a su población, y estas siempre están vinculadas a la seguridad del Estado. Se hace así justamente para evitarle daños a la población.

Este ocultamiento no pertenece a ese tipo circunstancias, y haberlo hecho desacredita definitivamente a sus autores.