Concurso de Personalidades
Criterios de decisión de voto
por Eduardo García Gaspar
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Una variable no basta. Hay varias y en cada persona tienen un peso diferente. Ya que muy pocos electores hacen análisis de las propuestas electorales de los candidatos a elección en una democracia, tienen que recurrir a otros criterios para tomar decisiones de votos.
La siguiente es una lista tentativa, sin orden de importancia, de variables de decisión de voto.
Primero, irrelevancia. Es la fuerza que llama a no votar, razonando que no vale la pena hacer el esfuerzo. Es el caso de una no-decisión que es en realidad una decisión. El voto nulo intencional es una modalidad de esta variable.
Segundo, tradición personal. Funciona como una costumbre general que tiende a seleccionar al mismo partido, sin importar candidato. Una especie de inercia más o menos justificada en su percepción acerca del partido. Puede estar basada en mera justificación utilitaria como el conservar un puesto o recibir un premio, o bien estar basada en creencias y principios políticos.
Tercero, personalidad percibida. Es la imagen del candidato, ajena a toda consideración de propuestas. Es el cómo se ve y cómo se oye, su edad, vestimenta, estilo visual, estilo verbal. Es una selección basada en expectativa de conducta del gobernante que se cree puede tener a partir de la imagen que proyecta en los medios. En mucho es el producto de la televisión y el dominio de las imágenes sobre las palabras.
Cuarto, herencia política. Es la asociación que en candidato tiene con un gobierno actual de su mismo partido. Si es buena, le favorece y viceversa. Todo en la medida que esté asociado con ese gobierno real, el que puede favorecerlo o no durante la campaña. De aquí que lo que hagan y digan los gobernantes en funciones alterará a los candidatos.
Quinto, promesas de campaña. Es el conjunto de compromisos que asume el candidato y la relevancia personal que ellas tengan en cada elector. A más tangibles y de corto plazo, mejor. Gana más votos prometer una reducción de precios del gas, que una promesa de entrenar mejor a la policía. Es una lucha entre lo concreto y lo abstracto; y entre lo de corto y largo plazo.
Sexto, el medio ambiente. Es el estado de la sociedad en los momentos de la elección, básicamente entre situaciones económicas. Una buena situación económica tenderá a mantener a los mismos partidos en el poder y viceversa. De aquí que por buena que sea una situación, los partidos que no están en el poder tiendan a señalar lo malo de ella.
Séptimo, errores en campaña. Es el terreno de las consecuencias que pueden tener las equivocaciones cometidas por el candidato durante su campaña y que serán aprovechadas por sus enemigos.
Octavo, conocimiento masivo. Es el saber el nombre del candidato, tenerlo siempre en primer lugar de recordación. Necesita una estrategia de presencia continua y fuerte en los medios. Si no se es conocido, no se ganan elecciones.
Noveno, influencia social. Es la opinión general de las personas que rodean al votante: familiares, amigos y las conversaciones que con ellos sostenga. También debe incluirse a difusores de opinión, implícitas y explícitas.
De las nueve variables, la que es racionalmente vital es la quinta, la que examina las promesas de campaña. La tercera, los factores emocionales de imagen personal, es la menos confiable y muy sujeta a vaivenes sin sentido… y quizá la que más peso tenga. El resto juegan papeles de influencia, aunque no creo que sea principal entre quienes votan.
El punto, que creo que bien vale una segunda opinión, es contrastar dos bases de decisión, la de criterios sustentados en promesas y la de criterios basados en percepción de personalidad. Es más importante el análisis de promesas, pero es el que menos se considera. No es malo considerar a la personalidad, pero sólo ese aspecto resultaría en una decisión débil.
La cosa empeora, cuando a las promesas electorales se les toma al pie de la letra sin juzgar sus consecuencias. Es un problema de ingenuidad en el elector que le hace ver, por ejemplo, a una promesa de bajar los precios del gas, como realizable y sin consecuencias (tendría que tomar recursos de otras cosas para subsidiar el gas).
Pero, por indeseable que pueda ser lo anterior, resulta en una posibilidad notable, la de poder cambiar a los gobernantes sin violencia. Esto es el corazón: la real causa de la defensa de la democracia y lo que quiere retirarse en países, como Honduras y se ha retirado en países como Venezuela.
Con autorización de © Contrapeso.Info
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