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Año V Nro. 346 - Uruguay, 10 de julio del 2009
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Más poderosa que mil palabras resultó ser la imagen del Directorio del Partido Nacional el domingo a la noche. El gesto rápido y decidido de Larrañaga pone al nacionalismo de cara a la victoria de octubre. Los contrastes no pueden ser más marcados: mientras esto pasa entre los blancos, en el Frente Amplio una rebatiña por los cargos se ha desatado. Las acusaciones del pasado que lanzadas desde la izquierda denunciaban "Urbi et Orbi" que sólo el interés por los cargos motivaba a los partidos históricos, mientras en la izquierda primaban las ideas, choca duramente con la realidad que dice lo contrario. Sólo los cargos, puros y duros, dilatan la decisión de integrar la fórmula frentista. Cuántos para ti y cuántos para mí, cuáles para ti y cuáles para mí, esa es la discusión entre Mujica y Astori. Cuando esto se salde, el Frente Amplio comenzará la campaña. Lo hará con dureza y con la furia de un animal herido. Sería un error pensar que el excelente resultado del domingo que puso al Partido Nacional ganador por más votos, preanuncia un triunfo irreversible. La campaña aún no empezó y el aparato frentista pondrá toda la carne en el asador para evitar una derrota y perpetuarse en el poder. El miedo a perder unirá al oficialismo y será un catalizador de las diferencias, profundas, que hoy existen. El FA se ha transformado en una gran cooperativa electoral que suma sus votos para ganar y repartir poder, perdió el sentido del ideal, pero no el de la supervivencia. Algunos análisis señalan que la magra votación, muy por debajo de la anunciada por las encuestas, se debe a que el Frente no se movilizó. Es extraño que se intente explicar el resultado por la falta de aquellos que eventualmente no fueron a votar, y no desde lo tangible y objetivo que es el voto de quienes sí concurrieron a las urnas. Podría, en vez de afirmarse que faltaron los frentistas, afirmarse que hubo una gran votación nacionalista. Lo objetivo es eso, lo otro es indemostrable. Un error de pronóstico no se subsana con un error de análisis. El domingo fue el primer plebiscito contra el gobierno y lo perdió. Esa es la verdad. Desde el inicio de este mandato es la primera elección donde se prueba el respaldo de cada partido. Hasta ahora nos decían que el presidente y el gobierno tenían un apoyo histórico, "cómo nunca antes", afirmaban con seriedad los analistas. Sin embargo, aunque no tenga valor jurídico pero sí político, el respaldo a cada partido se midió el domingo. Más gente votó al Partido Nacional que al oficialismo. Si el gobierno es tan bueno y tiene tanto sustento, cómo se explica que la gente no apoyó a los candidatos oficialistas. Sería, si es así, la primera vez que la gente demostró su respaldo al oficialismo… votando a la oposición. Paradoja. Las encuestas dicen que el gobierno tiene gran aceptación, pero las elecciones dicen que tiene menos votos. Ya lo explicarán. Apenas ciento veinte días nos separan de octubre. En juego estará la afirmación positiva de valores y un sentido de la unidad nacional que entienda la elección como un episodio trascendente pero puntual, a partir del cual se elige un rumbo sin negar al compatriota que piensa diferente. El abrazo entre Lacalle y Larrañaga es la unidad de un Partido que convoca a integrar a los uruguayos y no a dividirlos por mitades. Es el sentido de Nación. Es el "sillón invisible de Oribe" en el que Flores Mora ubicó a Wilson, el que estaba presente el domingo en el Directorio. © Javier García para Informe Uruguay
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