Uruguay como ejemplo político
por El Litoral - Santa Fe/Argentina
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Uruguay es un país con muchos menos recursos que la Argentina. Nos referimos a los recursos naturales, porque desde el punto de vista político el “paisito”, como se le dice con afecto, exhibe un sistema político vigoroso y democrático.
Las recientes elecciones internas así lo han demostrado. Los tres grandes partidos cumplieron con este básico requisito político con absoluta normalidad. El Frente Amplio, el Partido Colorado y el Blanco eligieron sus candidatos con vistas a las elecciones previstas para fin de año. El debate político interno fue intenso, los dirigentes se preocuparon muy bien por marcar las diferencias, pero al mismo tiempo todo se desarrolló en un clima de respeto y tolerancia que a los observadores argentinos les resulta asombroso.
Algunos ejemplos merecen mencionarse. En el Frente Amplio, uno de los precandidatos, Danilo Astori, debió guardar cama en las últimas semanas debido a una complicación con su salud. Su rival interno, José Mujica, lo fue a visitar al sanatorio donde estaba internado y ambos hicieron declaraciones públicas a favor de su fuerza política y se comprometieron a trabajar juntos después de las internas. Lo interesante, en este caso, no es sólo lo que dicen sino lo que, además, hacen.
Algo parecido puede decirse de la relación política entre Lacalle y Larrañaga en el Partido Blanco. Sus diferencias siempre estuvieron claras, pero también su identificación con el partido en el que militan. El mismo criterio vale para los dirigentes del Partido Colorado, cuyo candidato, Pedro Bordaberry, convocó luego del triunfo interno a los dirigentes históricos a una gran reunión para definir los rumbos de la campaña general.
Pero no sólo la calidad de los dirigentes políticos uruguayos es digna de destacar. También se debe hacer una mención especial a la salud de las estructuras partidarias, a las relaciones internas del propio sistema político y a la articulación del sistema político con el conjunto de instituciones civiles del país.
En Uruguay, como en Chile, por ejemplo, el sistema político es de una alta calidad. Sus consecuencias repercuten en el conjunto de la sociedad. Una democracia representativa que merezca ese nombre necesita contar con partidos políticos fuertes por su arraigo en la ciudadanía. Es allí donde se capacitan y seleccionan los dirigentes, y son los partidos los que de alguna manera ponen al día la agenda de temas sociales, económicos y políticos que la sociedad debe abordar y resolver.
Se sabe que cuando esto no ocurre, el orden democrático en su conjunto se debilita, y con frecuencia se degrada. Tanto en Chile como en Uruguay, las grandes tradiciones políticas son las que han contribuido a crear este clima republicano. Alguna vez los argentinos deberíamos interrogarnos para saber qué hicimos mal o qué dejamos de hacer para que en nuestro país el deterioro del sistema político sea tan evidente.
Fuente: Editorial del Diario El Litoral
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