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Año V Nro. 346 - Uruguay, 10 de julio del 2009
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Se nota bastante el nerviosismo existente en las huestes del FA, quienes parecen comenzar a dudar de una fácil victoria en octubre. Indudablemente, aunque pusieron una heladera como candidato, tal cual adelantó el presidente de Ancap, Raúl (el prohibidor (1)) Sendic, ellos presienten una posible derrota. Por qué ganó el FA Hay muchas realidades que no tienen en cuenta los progresistas en el momento de analizar la forma en que ganaron las elecciones del 2004 y que es importante analizar. Como lo apuntáramos en varios artículos, el gobierno de Jorge Batlle tuvo que bailar con la más fea cuando el gobierno argentino de Eduardo Duhalde realizó una devaluación de más del 300 %, y a su vez decretaron una pesificación sangrienta de los depósitos en dólares lo que redundó en corridas bancarias que repercutieron fatalmente en nuestro país. Hay que reconocer que el presidente Batlle salió airoso de la batalla que le tocó librar y nuestro país pudo acomodar su economía rápidamente. Sin embargo, la caída del poder adquisitivo en nuestro país y los palos en la rueda que puso el Frente Amplio a la mayoría de las medidas implementadas por el gobierno colorado, predispuso a la ciudadanía en contra de los partidos tradicionales, lo que permitió que por primera vez en la historia uruguaya, la izquierda triunfara. La figura de Tabaré Vázquez, un progresista procedente de la izquierda moderada del Partido Socialista Uruguayo, coadyuvó a este triunfo y el Frente Amplio ganó en primera vuelta por escaso margen. Hoy la situación se comporta totalmente diferente de la ocurrida en el 2004, ya que nuevamente la clase media y media baja tiene dificultades económicas serias gracias al actual candidato a la vicepresidencia, Danilo Astori, quien contra viento y marea y desoyendo el consejo de los otros partidos políticos impuso el IRPF que diezmó los ingresos de la clase media, principal punto de apoyo de la izquierda uruguaya en el 2004. No es ninguna novedad el que la situación económica individual de las masas tiene una indubitable repercusión a la hora de decidir el voto. En el 2004 debido a causas exógenas, los problemas económicos argentinos, y en el 2009 por culpa del propio partido gobernante al imponer el IRPF. A su vez, si analizamos fríamente los resultados electorales de los últimos años vamos a comprobar que el crecimiento del Frente Amplio está fuertemente vinculado a la pérdida de simpatizantes de los partidos tradicionales, lo cual resulta totalmente lógico. Los votos prestados En las últimas elecciones el Frente Amplio se nutrió principalmente de los votos del Partido Colorado quien perdió un 67.18 % de su caudal electoral comparándolo con el de 1999. El Partido Nacional, en el mismo lapso, tuvo el mayor crecimiento de votantes registrado desde el regreso a la democracia con un porcentaje del 59.66 %, y todo hace prever, de acuerdo a los resultados de las elecciones internas, de que ese porcentaje se incrementará en octubre. No se puede descartar el que los votos con los que triunfó el Frente Amplio en el 2004 “le fueron prestados” por los simpatizantes del Partico Colorado desilusionados –y embaucados por la propaganda progresista acerca un mal gobierno de Jorge Batlle- por la caída de los ingresos individuales. Estos votos prestados fueron atraídos principalmente por la personalidad del actual mandatario, Tabaré Vázquez, pero de ninguna manera por el proceder de la “colcha de retazos”, la cual demuestra ser piantavotos. La fuerte personalidad de Vázquez es la que lo llevó a navegar entre las aguas agitadas de su propio partido y llegar al final de un gobierno con algunos logros interesantes, pero muy influenciado por la ola internacional, y sobre todo por los desmanejos del gobierno argentino que beneficiaron económicamente a nuestro país. Pero esos votos prestados votaron por un cambio que no se dio. Un cambio por un gobierno más cristalino, por terminar con el “más de lo mismo”, por el fin de la corrupción, el acomodamiento de parientes y amigos y sobre todo por la promesa de una mejor distribución del ingreso. Luego de casi cinco años de mandato nada de ese cambio prometido se cumplió. Continuamos con más de lo mismo, la corrupción persiste y hasta pudo haber sido aumentada, (Bengoa, Nin, Alur, petróleo venezolano, seguro petrolero contratado por Ancap, De los Santos, etc.), el acomodamiento de parientes y amigos explotó con el cargo que le regaló Marina Arismendi del Partido Comunista Uruguayo a su futuro yerno y la tan prometida distribución del ingreso generó una brecha mayor entre ricos y pobres y le metió la mano en el bolsillo a la clase media con el IRPF. Es totalmente lógico que Mujica, Michelini, Astori y compañía estén nerviosos porque ese voto prestado vuelva al redil del que salió, ya que ese voto fue prestado por una esperanza que no se cumplió y a un presidente de la izquierda moderada y racional. Hoy el Frente Amplio está manejado por los extremistas tupamaros y la minoría del Partido Comunista Uruguayo, ideologías con las que el prestatario no está totalmente de acuerdo. Otro dato importante que tampoco tiene en cuenta el FA, es que la gente joven se ha volcado masivamente hacia los partidos tradicionales, y en especial al Partido Nacional. Desde 1970 hasta el 2004 la población uruguaya creció un 16.59 % y esa puede ser una de las diferencias con las que los blancos pueden generar una victoria. Es cierto que faltan casi cuatro meses para que los uruguayos vayan a las urnas, pero lo que suceda de ahora en más en el entorno político de los partidos puede ser decisivo a la hora del recuento final. No obstante, las tendencias de las elecciones internas, donde los blancos obtuvieron la mayor cantidad de votos y la caída de votantes frentistas en Montevideo, bastión indiscutible del último triunfo oficialista y cuna de la clase media uruguaya, son datos muy importantes a tener en cuenta cuando “los que saben” hagan las proyecciones correspondientes.
© Raúl Seoane para Informe Uruguay
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