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Año V Nro. 346 - Uruguay, 10 de julio del 2009
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Al final el ex presidente hondureño, Manuel Zelaya no pudo regresar a su país para retomar el cargo como era su pretensión y la de varios presidentes progresistas latinoamericanos. Miles de simpatizantes de Mel Zelaya rodearon el aeropuerto a la espera de su irresponsable líder. Y hubo represión con dos muertos. ¿Quién es el culpable?, por supuesto que el capitalismo imperialista, burgués y golpista confabulado con el ejército asesino, según Kristina Kirchner, Rafael Correa, Fernando Lugo, Daniel Ortega y Hugo Chávez. Esto es lo que quería evitar el episcopado hondureño, un derrame de sangre, pero Zelaya, probablemente acicateado por los irresponsables presidentes latinoamericanos que lo acompañaban, Fernández de Kirchner, Rafael Correa y Fernando Lugo, desoyó todos los consejos, incluyendo los de su entorno y de autoridades norteamericanas, y partió para Honduras. Entonces, al único culpable de los enfrentamientos y de estas muertes es Manuel Zelaya, pero muy probablemente, en su irresponsabilidad, no lo considere así y piense que fueron los mártires de su país. Por supuesto, que estos dos ciudadanos hondureños serán también los primeros mártires del socialismo del siglo XXI, y también la presidente argentina y los presidentes de Ecuador, Paraguay, Nicaragua y Bolivia son culpables. ¿Es que el poder da impunidad?, SÍ, afirmaba un analista político argentino de renombre internacional, y esta impunidad es la que tienen los presidentes bolivarianos Kirchner, Correa, Lugo, Ortega, Chávez y Zelaya, porque no van a ser juzgados nunca por el crimen de estos dos hondureños. Papelones a granel Es cierto que un golpe de estado es eso, un golpe de estado, ya sea civil o militar. El repudio a este tipo de hechos me parece loable, pero como en todo siempre existe un por qué y esto no fue tomado en cuenta cuando el presidente norteamericano Barak Obama se inclinó por Manuel Zelaya casi inmediatamente después de haberse conocido el suceso. A la vista de los últimos acontecimientos, Obama busca sacar los pies del plato en el que él mismo se subió, aunque Hilary Clinton sigue insistiendo en recibir a Zelaya y no a la delegación hondureña que viajó a Estados Unidos para exponer las razones de su accionar. La reacción del presidente norteamericano es confusa e incoherente, ya que el apoyo al depuesto presidente hondureño es la tácita aceptación a la doctrina bolivariana de intervencionismo. Si se hubiera mantenido imparcial, el perjudicado sería Hugo Chávez. Otro papelonazo lo protagonizó la presidente argentina Kristina Kirchner, viajando expresamente para acompañar a Zelaya en su insensato regreso a Honduras mientras su país padece una brutal epidemia de gripe H1N1. En lugar de quedarse en su puesto de mando dirigiendo la lucha y buscando una solución a la pandemia, la presidente priorizó su ideología bolivariana y su soberbia le hizo pavonearse frente a todo el mundo civilizado como una mandataria irresponsable. La decisión del actual gobierno hondureño de prohibir el ingreso del Tango 01, avión oficial del gobierno argentino, al aeropuerto Toncontín, puso a la primer mandataria argentina en el ridículo internacional y nacional. En Argentina se repudió la concurrencia de la presidente al arriesgar su investidura detrás de un proceso ideológico, en lugar de ocuparse de los grandes problemas que tiene en su país. El mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, otro de los que quisieron acompañar a Zelaya tampoco eludió el ridículo, mientras su hermano carnal está siendo acusado en Ecuador de corrupción. Otro tanto le sucede a otro de los acompañantes, el paraguayo Fernando Lugo, acosado por la aparición de hijos ilegítimos cuando todavía era obispo. Si hilamos fino, nuestro país tampoco escapa al bochorno. Primero por la decisión de repudiar al golpe de estado en forma radical, sin pensar, al igual que Barack Obama en las implicancias y los por qué de lo sucedido. Pero indirectamente, también nuestro progresista gobierno está implicado porque el máximo órgano de difusión del gobierno bolivariano, Telesur, emitió en forma directa y tergiversada lo sucedido en Honduras, señal que tomaron muchos países para publicitar los beneficios del Socialismo Siglo XXI, y Uruguay, recientemente, resolvió asociarse al canal propagandístico chavista por lo que también tiene su cuota de culpabilidad en los sucesos pasados, recientes y futuros. Joaquín Morales Solá iniciaba su editorial del fin de semana diciendo que “La estropeada democracia de Honduras no necesita de Cristina Kirchner. La comunidad internacional (las Naciones Unidas, la OEA y la Unión Europea, entre otros) está trabajando para encontrar una solución en la increíble Tegucigalpa. Ningún otro golpe de Estado, salvo los frecuentes en Africa, provocó semejante reacción internacional en las últimas tres décadas.”. La diferencia más importante con otros golpes de estado es que ahora está involucrado el bolivariano Hugo Chávez, y la difusión del golpe, tal como nos referimos en el párrafo anterior, fue realizada por el canal oficial del Socialismo Siglo XXI, Telesur. La analista norteamericana, especializada en política norteamericana, Mary Anastasia O’Grady, en un artículo publicado en The Washington Street Journal dice que "... Los hondureños tuvieron el coraje de hacerle retroceder (a Chávez). Ahora los agitadores de Chávez tratan de atizar la violencia... Este es el momento en que EE.UU. debería estar de lado de la ley, algo que el tribunal de Honduras y el Congreso confirmaron. Si Washington no invierte el curso, será un acto más de apaciguamiento hacia un dictador cada vez más ambicioso y peligroso", por lo que el problema no sólo se encierra en el repudio o la aceptación de un golpe de estado, sino que debemos preguntarnos si dejamos avanzar a Chávez en el intervencionismo en otros países y, como dicen los franceses, laissez faire, >laissezpasser (déjalo hacer, déjalo pasar) o repudiamos su intervención en Honduras, Ecuador, Bolivia, Argentina, Nicaragua, etc. Este es el verdadero dilema que los progresistas latinoamericanos y europeos, como así también el presidente norteamericano deben resolver. © Raúl Seoane para Informe Uruguay
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