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El manoseado MERCOSUR
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por Danilo Arbilla |
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El MERCOSUR fue un recurso al que hace poco menos de 20 años apeló Brasil para mejorar su posicionamiento internacional y comercial, tras repetidas metidas de pata de una ministra de Hacienda muy arrogante y el fracaso de su plan para ''copar'' Africa. Fue entonces que recordó que Latinoamérica también existe y logró que Argentina se le asociara en el intento. Se sumaron luego Paraguay y Uruguay, los que no tenían muchas alternativas y eso permitió delinear el cono sur y mejorar el sello. En realidad muy poco se han beneficiado los dos pequeños países con esta asociación comercial: la ''ampliación'' del territorio, para captar inversiones en la práctica y con cierta lógica, ha favorecido especialmente a los grandes y el aumento del comercio intrarregional es más producto del desvío que de un cremiento real. Paralelamente se les han atado las manos para negociar acuerdos bilaterales. En este aspecto no pueden negociar individualmente --lo que, como los hechos lo han demostrado, rige para los dos chicos, pero no para los grandes-- y las posibilides de acuerdo a nivel de bloques, por ejemplo con la Unión Europea, han estado condicionadas a lo que a Brasil o Argentina les convenga.
Pero de cualquier forma la institución mantenía cierta imagen, que comenzó a deteriorarse aceleradamente con la aparición de Kirchner y Lula, a los que se sumó Chávez. Estos han usado y manoseado tanto al MERCOSUR, que ha perdido la poca credibilidad que aún conservaba.
El que empezó fue el presidente argentino, que arrimó al venezolano al que, al tiempo que le vendía bonos, lo metía en el grupo para neutralizar a Brasil, que en ese entonces hacía y deshacía a su gusto y gana. Chávez tomó la posta y por un tiempo habló en nombre y como propietario del MERCOSUR --al igual que lo hacían Lula y Kirchner-- cuantas veces se le ocurrió e incluso hasta lo puso bajo el mando espiritual de Fidel. Mientras tanto, Lula trataba de superar los escándalos seriales que han ido afectando a su partido y a su gobierno, y Kirchner, contento, se mantenía atento hasta que surgiera la oportunidad para promover un nuevo ingreso que le permitiera redondear su discurso, molestar a Brasil y frenarlo un poquito al venezolano.
Como era previsible, el entusiamo con el bolivariano se enfrió y han surgido roces con el comandante. La realidad es que no se ha cumplido hasta ahora con nada de lo previsto en el protocolo para el ingreso de Venezuela, país además que, al igual que Brasil y Paraguay, ni ha ratificado dicho protocolo. En las reuniones técnicas, que son las que valen, no se avanza, y en ese plano, por ejemplo, se considera casi una utopía la aceptación por parte de Venezuela del ingreso libre de productos brasileños y argentinos.
Kirchner, que no se queda quieto, y mientras Lula en Portugal habla por sí y ante sí como dueño del MERCOSUR, él, en visita a México, habla del ingreso mexicano a la asociación.
Pura ficción y demagogia.
Si hablamos de un eventual ingreso de México al MERCOSUR, sería bueno que antes de seguir adelante se aclarara qué pasará con los acuerdos comerciales --unos cuarenta y entre ellos el NAFTA-- que los mexicanos han firmado por el mundo. ¿Renunciarán a ello? ¿Sus beneficios alcanzarán a todos los restantes miembros de la Asociación? Los estatutos pueden ser algo ''elásticos'' y permitir como en el caso de Venezuela esquivar la exigencia de la ''cláusula democrática'', pero en materia de comercio no hay lugar a elasticidades. El asunto ya es más serio y requiere seriedad; sobre todo por parte de los presidentes.
Es cierto que el MERCOSUR está medio muerto, pero deberían, por lo menos, respetar su memoria. Fuente: Miami Herald
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