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Año IV - Nº 246
Uruguay, 10 de agosto del 2007
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Efectos negativos
del vínculo con Chávez

por Joaquín Morales Solá

 
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            El problema de Néstor Kirchner es que Hugo Chávez le hace más mal que bien. ¿No lo sabe? ¿Ignora que una porción importante de la sociedad argentina y gran parte del mundo tienen una opinión muy crítica del líder venezolano? Si fuera así, el presidente argentino habría perdido el termómetro de la sensibilidad social y le resultaría indiferente la opinión externa. El Presidente se está yendo del gobierno. El problema lo heredaría entonces su esposa si en octubre resultara elegida para sucederlo.

            La tradición diplomática argentina indica que el país muy pocas veces tomó distancia de algún gobierno extranjero. Chávez es un ejemplo de ello. Desde Menem hasta Kirchner, todos los presidentes argentinos respaldaron la tesis de que el aislamiento y la agresión eran la peor receta para enfrentar al presidente venezolano. Menem llegó, incluso, a convencer en su momento de esas ideas al entonces presidente norteamericano Bill Clinton, que le abrió a Chávez, por única vez, las puertas de la Casa Blanca.

            La diferencia que plantea Kirchner consiste en que Chávez es la única relación internacional que el presidente argentino cuida, cultiva y frecuenta. Ha tenido tensiones y discrepancias aun con Brasil y con España, países a los que también trata con cierta constancia. Nunca se supo, en cambio, de una diferencia fundamental con el caudillo de Caracas. Chávez tiene un activo imperdible para Kirchner según su forma de construir el poder y de administrar la Nación: dinero y energía.

            Con esas dos cosas, Chávez ha hecho buenos negocios con la Argentina, pero ésa es la única culpa que no se puede tirar sobre sus espaldas. Los gobernantes argentinos deberán explicar, en todo caso, por qué están gastando más de lo que necesitan para pagar sus deudas o por qué no previeron con anticipación los recursos para atender los vencimientos de este año. Deberán aclarar también qué hicieron -o qué no hicieron- para que la Argentina haya tropezado de frente con la crisis energética más anunciada de su historia. Esos problemas no son, en efecto, culpa de Chávez.

            ¿Es la Argentina un país chavezdependiente ? Lo es, en cierto sentido. Kirchner suele decir que su asociación con el venezolano es una relación de intereses mutuos que no pasan por el terreno ideológico. El conflicto aparece cuando el entramado de intereses es tan profundo e imperativo que termina confundiendo los intereses con las ideas.

            El problema no es sólo de la Argentina, aunque aquí se haya puesto el mayor énfasis en borrar las diferencias. Casi todos los países del Mercosur han olvidado rápidamente que, además de los compromisos sobre gravámenes y aranceles, existe en la alianza del sur de América un acta democrática que debe ser cumplida por todos sus países miembros. Chávez no la cumple, salvo en el origen democrático de su poder.


            Hay un concepto muy devaluado de la democracia cuando se supone que ella rige sólo porque el gobernante es elegido popularmente. Sin embargo, ése ha sido el criterio predominante hasta ahora en el Mercosur, que se afianzó en los últimos días con el acuerdo de Brasil y la Argentina para concluir cuanto antes con los trámites para que Venezuela sea socio pleno de la alianza.

            Chávez le ha propinado a la democracia, en los últimos tiempos, dos agresiones muy severas. Una de ellas fue la no renovación de la licencia al canal de televisión RCTV, que existía desde hacía más de cincuenta años. Chávez argumentó que sus propietarios eran feroces opositores a su gobierno y usó la frecuencia para crear Televisora Venezolana Social, un canal a disposición del gobierno. "Monarquía mediática", llamó a eso la organización Reporteros sin Fronteras. La licencia de RCTV se vencía, es cierto, pero Chávez no cumplió ninguno de los requisitos legales para sacársela ni el derecho internacional, protegido por acuerdos de todos los países miembros de la OEA.

            En la Argentina, donde hay un Parlamento menos autónomo, ni siquiera la oposición planteó en el Congreso un repudio a ese zarpazo de Chávez a la libertad de expresión. Pronunciamientos parlamentarios contra la virtual confiscación de RCTV sucedieron en Brasil y Chile. La respuesta de Chávez fue tan descomunal y colorida que provocó semanas de tensión con los gobiernos de Santiago y de Brasilia. La vicepresidenta del gobierno español acaba de subrayar que su gobierno también le recordó a Chávez el valor de la libertad de expresión. Ni gobierno ni parlamentarios dijeron nada nunca en Buenos Aires.

            El otro hecho fue el anuncio de Chávez de que modificaría otra vez la Constitución (que ya parece un menú a la carta en Caracas) para implantar esta vez la reelección indefinida. Ese sistema priva a los países de la necesaria alternancia democrática, sobre todo en una región con tantos pobres como es América latina, y Venezuela en particular. Los subsidios del Estado para enfrentar la pobreza hacen imposible una competencia en igualdad de condiciones entre gobernantes y opositores. La irrupción de Chávez en Venezuela se puede explicar (fue lo que siguió al naufragio de un sistema político en medio de la corrupción y la ineptitud), pero no se puede desconocer que su gobierno tiene un sesgo más militar que civil. ¿Kirchner no ha percibido eso en sus frecuentes viajes a Venezuela?

            La comparación de Chávez con Putin fue un hallazgo de la candidata Cristina Kirchner. Sin embargo, debe decirse que los líderes europeos cometen el mismo error que los latinoamericanos cuando parecen no ver los zafarranchos antidemocráticos que comete el nuevo zar ruso. No hay conveniencia financiera o energética que justifique la hipoteca del futuro democrático, ni en Europa ni en el sur de América.

            Kirchner estuvo la semana última en México y promovió un acercamiento entre Chávez y el presidente mexicano Felipe Calderón, enfrentados en duros términos desde las elecciones de México. Esa gestión también se corresponde con la tradición diplomática argentina. Pero ¿Kirchner cumplía con esa tradición o simplemente estaba compensando con Chávez su reconciliación con México? Las oscilaciones del presidente argentino motivaron que el diario español El País calificara sus gestiones de "diplomacia pendular". Y ese péndulo les hace daño al país y a él cuando se detiene más en una orilla que en la otra.

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