El mercado no ha fallado
por Roberto Villacreses León
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Al contrario de lo que muchos pudieran creer, el sistema financiero de EE.UU. dista mucho de ser libre, y los resultados nefastos de los ultimas semanas no son más que consecuencia de la alta intervención del Estado en asuntos tan complejos como el manejo de la economía.
Hace pocos días algunos de mis alumnos de la cátedra de Economía Política, conociendo que mí corriente de pensamiento es la escuela austriaca de economía y por lo tanto que soy un defensor de la economía de mercado, al llegar a clases me comenzaron a preguntar ¿Cuál era la lectura que hacia de los últimos sucesos en el sistema financiero de EE.UU.? ¿Por qué el capitalismo había fallado? y si ¿Estamos llegando a su ocaso?.
Escribo estas líneas pensando en ellos y en todas aquellas personas que en mayor o menor grado han sido influenciadas por una campaña calumniosa en contra de los principios de la economía de mercado.
Al contrario de lo que muchos pudieran creer, el sistema financiero de EE.UU. dista mucho de ser esencialmente libre, y los resultados nefastos de los ultimas semanas no son más que consecuencia de la alta intervención del Estado en asuntos tan complejos como el manejo de la economía. Describo a continuación los sucesos previos a la crisis.
A comienzos de esta década, debido a la crisis desatada por la burbuja especulativa de las empresas puntocom, las autoridades monetarias de la Reserva Federal (FED) intervinieron en la economía reduciendo las tasas de interés a niveles históricos del 1%. La propuesta era inyectar “dinero barato” para de esta manera estimular al aparato productivo. Luego observamos una segunda intervención cuando el FED autoriza a las instituciones de crédito a privatizar sus beneficios y a socializar sus pérdidas, es decir si a ellos les iba bien recibirían jugosas ganancias y si las cosas no funcionaban existía un organismo –el FED- que los ayudaría en caso de iliquidez.
Aprovechando esta oportunidad las instituciones financieras tomaron todo el dinero que podían del FED y lo prestaron a tasas cercanas al 5%. Esto provocó una rápida expansión del crédito sobre todo en el sector hipotecario y se inicio así una nueva burbuja especulativa. El negocio era redondo: tomar dinero al 1% y prestarlo al 5%, esto estuvo bien durante unos años. Lamentablemente la felicidad no duró mucho, pues vinieron los años de gran prosperidad económica, de 2003 a 2006, y el FED normalizó las tasas de interés, ubicándolas por encima de 5%.
Esto significó que quienes se endeudaron debían pagar ahora mucho más en intereses que antes. Como consecuencia, muchos no pudieron pagar sus créditos, la morosidad aumentó y a centenares de personas les fueron embargadas sus propiedades, los bancos ya no tenían modo de sacar dinero barato del FED, y las pérdidas alcanzaron a las instituciones financieras.
Al poco tiempo el mercado inmobiliario de Estados Unidos estaba abarrotado de propiedades embargadas, que estaban siendo rematadas por debajo de su precio natural. Lo que significó que quienes lograban vender recibían menos dinero del que pagaron. Además, se tarda mucho en cerrar los tratos, debido a la cantidad de ofertas disponibles. El problema se transformó en crisis.
Analizando estos sucesos se viene a mi mente la lección que nos dejó Henry Hazlitt en su famoso libro Economics in one Lesson: “Existe la persistente tendencia de los hombres a considerar exclusivamente las consecuencias inmediatas de una política o sus efectos sobre un grupo en particular, sin inquirir cuáles producirá a largo plazo no sólo sobre el sector aludido, sino sobre toda la colectividad”.
Seguramente las autoridades del FED de buena fe quisieron intervenir en la economía para generar riqueza y prosperidad, pero pasaron por alto las enseñanzas de Hazlitt. No se puede jugar con algo tan complejo como es el mercado sin esperar consecuencias.
El mercado no ha fallado, el intervencionismo si.
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Fuente: Independent Institute |
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