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Cumbre Borrascosa...
o un Ministerio a la deriva por Germán Queirolo Tarino |
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Los países miembros del Mercosur, excepto Paraguay han dado su tácito veredicto.
Si Uruguay quiere recomponer sus realmente maltrechas relaciones con países que eran supuestamente hermanos, deberá renunciar a Botnia y reubicarla más o menos en la Antártida.
Que nadie se engañe: la ausencia de Lula y Chávez a la Cumbre es un mensaje muy claro. "Ustedes están solos".
Ahora ¿Qué nos queda?
- Un TLC al que llegaríamos corridos a los ponchazos por nuestros vecinos
- Una rendición incondicional con pedido de disculpas a lo vecinos de Gualeguaychú por haberlos puesto nerviosos.
Uruguay gastó una importante cantidad de dinero y recursos en organizar la Cumbre Iberoamericana, garantizar su seguridad, etc.
El tema protagónico de la Cumbre, la inmigración, es y con justicia, de especial interés para los uruguayos todos, los que se fueron y los que nos quedamos.
Sin embargo en el marco de esta cumbre, hemos sido los receptores de un increíble desplante por parte de nuestros socios, sin comillas, del Mercosur. Un desplante de tal magnitud que amerita reexaminar toda nuestra política exterior, ver donde estamos parados y a quien beneficia el juego de intereses y poderes que se da en el marco del acuerdo regional.
La primera conclusión, la más obvia que podemos extraer sin haber visto aún siquiera los resultados posibles de la Cumbre, es que hemos cosechado la más increíble derrota posible en política internacional. Un maracanazo a la inversa, una inconmensurable derrota de locatarios a manos Argentina.
La política exterior del canciller Taiana y los intereses político económicos de la Gran Alianza del Mercosur, el bilateralismo Argentino-brasileño, han logrado un triunfo poco concebible en política internacional: aislar a un país en su propio territorio.
Lula y Chávez, en quien nuestro gobierno pareció depositar sus últimas esperanzas, han dado un clarísimo mensaje: Uruguay debe abandonar toda pretensión de mantener tal cual su política forestal y sacar las plantas de celulosa de la margen oriental del Río Uruguay.
Si bien el mensaje más doloroso fue tal vez la ausencia de Lula, ya que en él depositaba el gobierno sus esperanzas de llegar a un acuerdo negociado con Argentina, o de que al menos, ésta respetara las resoluciones de La Haya y el Tribunal del Mercosur, el desaire más violento fue el de Chávez, quien aparentemente ni siquiera se tomó la molestia de avisar que estaría ausente por "razones electorales". La excusa es tan grosera que más diplomático hubiera sido que alegara una fuerte diarrea o que sólo quedaban pasajes para venir en la Gol y le daba miedo terminar siendo devorado por caníbales en la Amazonia.
Chávez siente tanta necesidad de hacer campaña electoral como Bush de peregrinar a La Meca, cargado como está de triunfalismo y compitiendo contra nadie.
El Parlamento votó a toda velocidad el ingreso de Venezuela al Mercosur a riesgo de enrarecer aún más el debilitado frente interno que no hemos sabido mantener coherente, como para hacer al mandatario venezolano un presente de bienvenida. Y quedamos en un ridículo tan absoluto que hasta el propio Menem, experto en ridículos de toda naturaleza, nos debe mirar con admiración.
El mensaje es clarísimo y con La Haya o sin ella, no habrá Mercosur para Uruguay mientras haya pasteras frente a Gualeguaychú. De “enanos llorones” hemos pasado a ser un país francamente fastidioso.
El segundo mensaje es igualmente claro. Argentina no aceptará otra cosa como no sea una rendición incondicional. Luego de contados los muertos, podremos esperar algo de generosidad. Tal vez un aporte económico para indemnizar a Botnia por las pérdidas o una limosna por el estilo, ya ofrecida entre líneas meses atrás.
Ante eso, ¿inteligentemente? el Presidente Vázquez cerró de alguna manera el camino a la negociación de un TLC, que distando mucho de ser una solución mágica y generando ciertamente una serie de inconvenientes a nivel comercial, nos daba una pequeña carta de poder ante nuestros socios y vecinos.
Ahora, aislados en la región, rechazado el TLC y con los puentes que seguramente estarán bloqueados durante todo el verano, ya que Argentina acaba de asegurarse la impunidad por parte del Mercosur, maniatados desde la izquierda y desde la derecha por el fruto de nuestra propia incompetencia, es claro que los caminos que se abren son inciertos. Y cualquier ruta que emprendamos implicará necesariamente una marcha atrás en alguno de los caminos anteriormente emprendidos. A menos que alguien en el gobierno tenga una idea brillante, cosa que a esta altura parece bastante poco imaginable.
Nos juntamos con los países equivocados. Un país en eterno estado de adolescencia como Argentina. Una Venezuela que necesita de apoyos exteriores más fuertes que el que nosotros podemos darle y que puesta a elegir entre Argentina y Uruguay, eligió no sólo claramente, sino con inusitada virulencia. Brasil que siempre fue el Paladín del Egoísmo y que cuida sus intereses por encima de cualquier consideración ética o moral como hizo siempre.
La nueva "Triple Alianza" está servida. Esta vez es el Uruguay el destinatario de la ignominia.
El gobierno deberá analizar profundamente la coyuntura a los efectos de salvar lo que se pueda. La defensa que ha hecho el país de las inversiones europeas, tal vez si es manejada con habilidad pueda dar pie a otras inversiones, pero difícilmente esto suceda en el marco de un Mercosur que se ha convertido en un lazo donde nosotros somos ahorcados con cada vez más eficiencia.
Dentro del Mercosur sólo contamos con Paraguay, acosado como nosotros por el bilateralismo y la inoperancia. La Triple Alianza que también a ellos avasalla, nos hace aliados.
Como en 1820, sólo Paraguay con un gobierno que no es "compañero" como se puso de moda afirmar hasta hace poco, cuando cayó al suelo la máscara de la solidaridad entre gobiernos populares y quedó a la vista el verdadero rostro del compañerismo: El egoísmo en la defensa de los propios intereses. Sólo Paraguay unido a nosotros por la misma mirada indiferente.
Las posibilidades que tiene el Uruguay de obtener una salida digna a este nudo de intereses no son demasiado felices. Nuestra política de ambigüedad internacional nos ha puesto en una situación donde tirios y troyanos nos miran con desconfianza desde el punto de vista político.
Hemos demostrado con toda claridad que no hay nada claro en materia de política internacional.
No somos ni socialistas ni liberales, no estamos ni con Dios ni con el diablo y cuanto más anodinos nos ponemos, más claro mostramos que la cancillería está conducida por un timonel al que cada vez que va al baño, le mueven el timón hacia una redota diferente.
Dar marcha atrás en relación al TLC parece tan poco serio como improbable. Llegaríamos desahuciados a pedir el auxilio de los Estados Unidos, después de haber aceptado a Venezuela en el Mercosur bajo la presión de los hechos y correríamos el riesgo de recibir un segundo portazo en la cara, esta vez por parte del gobierno norteamericano. Demasiado para un sólo año. Demasiados portazos para una única nariz.
O peor aún, aceptando condiciones mucho más draconianas que las que hace poco más de un mes atrás nos parecieron inaceptables y dando encima las gracias.
Creo que es hora de dejar la política internacional en manos de un profesional y cesar en las prácticas de amateurismo e incoherencia entre los mensajes emitidos desde uno u otro ministerio.
Más y mejor Mercosur quedó firmemente demostrado que no es viable en el marco actual de las relaciones entre los miembros.
A la vieja Europa le llevó décadas con gobiernos dotados de mayor visión y menor egoísmo que los nuestros. Brasil empeña su liderazgo a favor de la razón de la fuerza, Argentina aumenta la presión, Venezuela le da el sí y nosotros... depende de a qué ministro se le pregunte.
Apuntar a Europa podría ser una opción interesante. Pero también en el viejo continente Argentina demostró claramente que puede romper nuestras alianzas y movernos el piso, como de hecho lo hizo con las inversiones de ENCE, donde aplicó todo su poder de negociación e hizo intenso lobby a los efectos de serrucharnos las patas de la silla. Entre tanto nosotros no habíamos siquiera designado un embajador en Madrid. Aún resta saber si Romina Picolotti será igual de eficiente ante el Banco Mundial. Lo que nos pone un tanto a salvo es la credibilidad que nos queda ante los organismos internacionales, fruto de los enormes sacrificios que realizamos durante las últimas décadas. Pero ese resto de prestigio puede esfumarse rápidamente si el gobierno no pone coherencia entre su política internacional y su política económica.
El tira y afloje ministerial se visualiza desde el exterior como un riesgo para políticos, inversores, gobernantes y organismos internacionales. ¿De qué Uruguay me habla? ¿De el de Astori o el de Gargano? Se pregunta unánimemente el mundo real mientras Tabaré cuida que no se le desbarranque la interna.
Como frenteamplista no me gusta todo lo que hace Astori. No me gusta la política tributaria que no tiene consideración alguna por las empresas familiares que le dan el sustento básico a miles de personas y que son asaltadas a mano armada por impositiva, por ejemplo. Pero puesto a elegir, Danilo se ha mantenido coherente desde hace una década, tiempo record si se quiere y supongo que una buena elección interna le daría mayor peso en el gabinete y silenciaría ciertos disensos que nos están costando a esta altura, demasiado caros.
Por último, debemos irnos cuanto antes de este Mercosur, que aparece como una alianza entre tiburones y mojarritas, donde casualmente las mojarritas somos nosotros. A primera vista esta medida cumpliría a la vez una serie de cometidos imprescindibles: unir a la gente en torno a una única actitud digna, hacer que Gargano disfrute de un merecido descanso ya que debe desgastar muchísimo hacer tantos dislates en tan poco tiempo, fortalecer el frente político interno y preservar aunque sea algo de dignidad.
No se crea que mucha, simplemente la suficiente como para no estar en las páginas de chistes de todos los diarios del mundo.
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