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OPERATIVO DE PROPAGANDA
Emmanuel: el oso de las Farc
por Alfredo Rangel
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Un intento de aprovechar políticamente la entrega de los secuestrados fracasó.
Ha quedado demostrado ante el mundo que la responsabilidad de la frustrada entrega de los secuestrados fue exclusivamente de la guerrilla. Su argumento para suspender de manera unilateral la operación, alegando falta de garantías de seguridad, nunca fue convincente. En cambio, se ha comprobado la hipótesis del Gobierno según la cual las Farc abortaron el operativo por no tener en su poder a Emmanuel.
El ADN ha corroborado la tesis gubernamental y las Farc han reconocido que no tienen al niño. Así se cierra este escabroso incidente. Pero vale la pena analizar lo que fue la denominada 'Operación Emmanuel'. Desde un comienzo se vio que realmente se trataba de un aparatoso operativo de propaganda internacional para aprovechar políticamente la entrega de los secuestrados, montado por las Farc y Hugo Chávez. Si las razones humanitarias hubiesen sido las principales motivadoras de esa liberación, los secuestrados hubieran sido entregados a una comisión de la Cruz Roja Internacional e inmediatamente devueltos a sus familiares en Bogotá.
El espectáculo se montó con la participación de muchos gobiernos, que de buena fe querían contribuir a la realización de un acto humanitario y de otros que así estaban devolviendo favores al gobierno venezolano. Y, claro, más de uno de los personajes que participaron en esa comisión no podían ocultar el gusto enorme que les producía ese vitrinazo internacional gratis, o mejor, pagado con el sufrimiento de los secuestrados y sus familiares. Y, por supuesto, dadas las pésimas relaciones entre Chávez y Uribe, el último en enterarse de toda esa parafernalia que incluía el traslado al extranjero de los secuestrados y de sus familiares fue el Gobierno colombiano. Es como cuando a alguien le organizan una fiesta en su propia casa y el último en enterarse es el mismo anfitrión.
Pero, a pesar de la descortesía de los hechos cumplidos, el Gobierno muy rápidamente aceptó la iniciativa que groseramente lo hacía un invitado de piedra en su propia casa. Y ante el mundo quedó claro que para el Gobierno colombiano sí tenían prelación los motivos humanitarios, dejando a un lado otras consideraciones de tipo diplomático, político y estratégico-militar. La celeridad de su respuesta fue su mejor carta, despejó cualquier duda y lo dejó bien colocado ante la opinión nacional e internacional.
Más la reticencia de las Farc a entregar las coordenadas del sitio donde deberían ser entregados los secuestrados, alegando inverosímiles pretextos de seguridad, sumada a una serie de datos y cabos sueltos recién juntados, hacían sospechar que era otra la verdadera razón de la guerrilla para no seguir adelantando el operativo: las Farc no tenían en su poder a uno de los secuestrados y por ello no lo podían entregar. Ante el riesgo inminente de hacer un colosal oso internacional, las Farc optaron por cancelar unilateralmente la operación. En ese momento es que el Gobierno hace pública su hipótesis. Estaba obligado a hacerlo para dejar en claro de quién era la responsabilidad de la no entrega de los secuestrados.
Muy mal parado ha quedado Chávez al tildar al Gobierno colombiano de "mentiroso" y al haber depositado toda su confianza en la palabra de las Farc. Los hechos demostraron la transparencia del Gobierno colombiano y el engaño de las Farc. La credibilidad y la capacidad de convocatoria internacional de Chávez y de las Farc han quedado muy seriamente afectadas. El cinismo de la guerrilla al acusar de secuestro al Gobierno colombiano es increíblemente ridículo.
Finalmente: aunque frustrado, todo este operativo de rescate montado por las mismas Farc le ha dado un argumento a quienes creen que un despeje no es absolutamente imprescindible para devolver a los secuestrados. Fuerte e incontrastable argumento.
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